“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




lunes, 13 de septiembre de 2010

Dos hermanas y un pasado de esplendor, en perspectiva



ESTRENO TEATRO. Romina Mazzadi Arro, directora de Hijos de Roche, habla de “Baby Jane”, el nuevo trabajo del grupo que fue distinguido en el marco del concurso Proyectos Para Subsidios de Teatro del Fondo Municipal de Cultura y que se presenta todos los sábados de septiembre, octubre y noviembre, a las 22, en Espacio Bravo


Por Miguel Passarini (publicado por El Ciudadano & la gente en su edición del 14 de septiembre de 2010 )
La historia de Hijos de Roche, grupo teatral que lleva adelante la autora, directora y docente Romina Mazzadi Arro, está teñida de la dramaturgia propia, la investigación, cierto interés por el absurdo y una poética que, antes y ahora, corre su producción del resto de las propuestas del teatro independiente local por su originalidad, riesgo y temática, entre otros factores.
Esta vez, la inspiración de Hijos de Roche, grupo que el año pasado festejó su primera década de existencia con un puñado más que interesante de trabajos en el haber (debutó en 1999 con el imborrable Como si no pasara nada), llegó desde una película mítica: ¿Qué fue de Baby Jane?, un clásico del mejor cine de Hollywood, rodado en blanco y negro, en 1962, por Robert Aldrich, y protagonizado por dos actrices que se sacaron chispas tanto dentro como fuera del set: Bette Davis y Joan Crawford.
De todos modos, el film fue sólo eso, una inspiración que sirvió a las actrices Paula García Jurado (Blanche) y Elisabet Cunsolo (Jane) para reconstruir el conflicto en el que dos hermanas que conocieron la gloria del mundo del espectáculo en el pasado, conviven en el ostracismo, entre recuerdos y dolores varios (tanto físicos como psíquicos), y con el fantasma de una tragedia de ribetes confusos, en la que una tuvo cierta responsabilidad para que “la fatalidad” hiciera que la otra quedara postrada para siempre.
Entre las particularidades que tiene Baby Jane, está que el espectáculo, que se presenta todos los sábados a las 22 (hasta noviembre inclusive) en Espacio Bravo (Pasco 1714), se ofrece con localidades muy limitadas, dado que por función sólo pueden verlo quince espectadores, y a las entradas se accede con reservas (llamando a los números 155-876600 o 156-900944, también vía e-mal a mazzadi@yahoo.es). La puesta en escena de Baby Jane estuvo a cargo de la misma directora, al tiempo que el vestuario es una creación de Andrea Iuculano y la realización escenográfica pertenece a de Franco Pisano.
“Este proyecto surge por mi fanatismo por una película que es un clásico, ¿Qué fue de Baby Jane?, que la vi cuando era muy chiquita y siempre la tuve muy presente. A la hora de pensar en este trabajo, primero estuvo la película, pero lo que en realidad me interesó, con el tiempo, fue la enorme rivalidad que había entre esas dos actrices que inmortalizaron Bette Davis y Joan Crawford, y a partir de ese conflicto fue que empezamos a improvisar; por eso es uno de los trabajos de Hijos de Roche que más tiempo nos llevó, fue un proceso muy largo”, relató a El Ciudadano Romina Mazzadi Arro acerca de la puesta conocida el sábado, que la semana pasada fue distinguida junto con otros trabajos de producción local en el marco del concurso Proyectos Para Subsidios de Teatro del Fondo Municipal de Cultura.
“Lo que prevalece ahora en esta puesta es la historia de estas dos mujeres en rivalidad: dos estrellas en decadencia que terminan encerradas en su casa dependiendo una de la otra. Es, de algún modo, y si pienso en la producción de Hijos de Roche, otro dúo que se pelea, como pasaba por ejemplo con Hasta la exageración”, relató la directora quien recordó el miedo que de niña le generaba el film: “Era muy chica, y supe ver la película por televisión. Recuerdo que me daba pavura; después, con el tiempo, me fui interiorizando de lo que pasaba entre estas mujeres, dos grandes actrices que interpretan en la ficción a dos actrices, en ese punto es imposible que lo personal de cada una no se filtre. Ahí había algo que volvía a ese conflicto muy interesante para desarrollarlo en una propuesta teatral, quizás por esto, con el paso del tiempo, con las actrices fuimos armando una estructura que si bien mantiene cosas del conflicto original, fue tomando vuelo propio. Partimos de escenas, cada una con su nombre, sobre las que las actrices improvisaban, nunca hubo un texto previo como pasó con otros trabajos”.
Respecto del proceso de ensayos de más de un año, la directora recordó: “Esta obra es el típico ejemplo de esos proyectos en los que uno tiene todo servido pero igual la cosa se complica. Parto de la base que trabajo con dos actrices que son descomunales. Para mí, dos de las mejores que hay en la ciudad, y entonces en un momento pensé: «Qué fácil va a ser esto». No fue así, porque fue un trabajo en el que empezamos a obsesionarnos con los detalles en varios aspectos, incluso de puesta. Quizás por esto, terminé quedándome más con el conflicto de estas dos actrices (García Jurado y Cunsolo) que con el de aquellas que había visto en la película. Lo que se ve, y que quizás trae imágenes que recuerdan el film, tiene más que ver con que quería mezclar el teatro con el lenguaje cinematográfico, por eso trabajamos en un espacio real, una casa que además es mi estudio (Espacio Bravo), y no en un espacio-significado, que es por lo general el espacio en el que se trabaja en el teatro, del mismo modo que el blanco y negro que es algo que no quise modificar, por eso hicimos hincapié en lo estético para llegar a abordar en el teatro el blanco y negro hasta el punto en que se pueda y que, al mismo tiempo, no compita con el realismo. Pero eso no sólo fue trabajado desde lo cromático: también intentamos abordar una actuación más bien lavada y no tan esteriotipada como pasó con otros proyectos, para acercarla más al cine. Buscamos llegar a una estética que se viera un poco desteñida donde el estado fuera determinante, y por eso está muy bueno ver el espectáculo tan cerca de las actrices, dentro del espacio escénico”.
Mazzadi Arro habló también del buen momento que vive Hijos de Roche, grupo que se reveló en los últimos dos años como el de mayor producción a nivel local (en este momento, conviven tres de sus espectáculos en diversas salas): “Estamos muy felices como grupo de trabajo, porque cumplimos 10 años en 2009 y, paralelamente, yo puse a funcionar la Clínica de Producción de Espectáculos de la que salieron Nacidos vivos (estupenda versión de Seis personajes en busca de un autor, de Pirandello), y propuestas como Raspando la cruz, de Rafael Spregelburd, que ahora vuelve, del mismo modo que Martha Stutz, de Javier Daulte (los jueves, a las 22, en el CET). La idea de este espacio es trabajar autores y no textos propios, son textos ajenos que sirven para desarrollar el oficio, y son trabajos que surgen del taller, que tiene como particularidad el montaje final pero que, al mismo tiempo, el producto se estrena como espectáculo. Siento que en estos años abordamos propuestas muy distintas como Insoportable (el término de un largo día), un biodrama en el que trabajamos esperpentos, o ahora Baby Jane, donde partimos de algo más chico, más lineal. Hijos de Roche me da todo el tiempo la posibilidad de experimentar, porque además cuento con un grupo de actores maravillosos, con los que nos conocemos mucho, desde hace mucho tiempo, y entonces el trabajo se vuelve algo muy placentero y la creatividad fluye”.

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