“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




viernes, 30 de julio de 2010

Visiones de la cotidianeidad


CLÁSICO LOCAL. El domingo, a partir de las 21.30, en el Subsede Concert, de Entre Ríos y San Lorenzo,
El actor, autor y director Miguel Franchi, a través de su alter ego Germinal Terrakius, habla de política y deporte, entre otros temas que recorren su unipersonal “Obras completas” con el que festeja 20 años

Por Miguel Passarini (publicado en El Ciudadano del sábado 31 de julio)
Miguel Franchi es uno de los actores rosarinos más talentosos de su generación, y uno de los pocos cuya coherencia le ha permitido alcanzar un lugar de respeto entre sus pares. De vasta trayectoria teatral, en particular con El 45, su propio equipo de trabajo e investigación, además de algunas incursiones cinematográficas como la recientemente estrenada en la ciudad La soledad, de Maximiliano González, o A cada lado, la película del rosarino Hugo Grosso (también ha participado en algunos de los films de Gustavo Postiglione), Franchi ha construido en las últimas dos décadas (el personaje nació en 1991) a su mayor alter ego: se trata de Germinal Terrakius, político en eterna campaña y periodista de “fuste”, conocedor como nadie de los entretelones del deporte (en particular del fútbol), y un ser con actitud crítica hacia todo. Por estos años, Germinal le ha permitido a Franchi decir lo que opina sin amilanamientos acerca de la ciudad, su gente, los políticos y la particular idiosincrasia de los rosarinos, con una bajada de línea que desde la risa invita a reflexionar sobre algunas cuestiones importantes.
Por estos días, cada domingo a las 21.30 en la Subsede Concert, Franchi se presenta con Obras completas, un espectáculo a través del cual repasa los mejores momentos de Germinal y con el que comenzó a festejar la antesala de los 20 años del personaje. Tanto es así, que en una charla que el actor mantuvo con El Ciudadano, el que habló fue su alter ego, quien dio su personalísima (y en muchos caso extremadamente verdadera) visión de la cotidianeidad, al tiempo que habló de su “carrera política”, de Diego Maradona, de las elecciones y del año próximo, cuando buscará cumplir, en marzo, con una de sus mayores hazañas: llenar el histórico estadio Gabino Sosa con una función multitudinaria en el marco de los festejos de sus veinte años de trayectoria. “No será sólo el Gabino, sino también el Parque Irigoyen que está tan hermoso, es un lugar que recomiendo, lo único que nos faltaría es que Binner nos saque la Gendarmería y disponga ese edificio para un espacio dedicado a la cultura, sería bárbaro”, comentó Germinal. “Como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, yo tengo con Germinal una relación siempre tirante, porque él siempre se queja de mi guiones, de lo que le hago decir”, filtró Franchi con humor, momentos antes de la “aparición” definitiva de Germinal con su enfático modo de hablar. “Me faltan unos meses de aportes y me retiro, ya está. Será una despedida mucho más corta que la de Los Chalchaleros, se los aseguro. ¡Bah!, en realidad me jubilo pero voy a seguir laburando, porque ya hace veinte años que estoy con este personaje que soy yo mismo y con el que a veces pierdo autonomía; es por el guionista, Franchi, que suele imponerme determinadas cosas que yo no quiero decir, aunque esta vez le debo agradecer, porque me ha puesto Obras completas y entonces yo hago lo que quiero. En realidad lo hice siempre, pero esta vez, más que nunca, asocio libremente en el escenario distintos temas y paso del deporte a la política, y de la política a la cultura, y así”, dijo Terrakius para abrir el fuego.
—¿Cómo se prepara para el año próximo, un año electoral fuerte?
—En realidad me preparo, pero no sé para qué, porque todavía estamos evaluando a qué me presento. Imagínese que yo estoy en campaña desde el año 97, y desde ese mismo año que pierdo elecciones.
—Igual, en algún momento, recuerdo que tuvo algunos votos.
—Sí, fue ese mismo año, y en otras dos oportunidades en una mesa femenina, en la Escuela Nº 69 de la zona norte, donde vota una familia amiga, los Cavaccini, que de tanto buscar el varón son como siete mujeres, ya algunas muy mayores. Bueno, allí he ganado en dos oportunidades: una vez la derroté a Marta Rubeo y en otra oportunidad a Peressotti, a los dos les gané cómodo. Igual, la cuestión electoral es una anécdota para mí.
—Quizás porque su carrera política quedó opacada, porque además usted es un referente de los medio locales...
—Es verdad, yo he aportado mucho al medio como periodista deportivo, aunque no cubrí este mundial, pero sí Alemania 2006. Me acuerdo de todas las subsedes que tuvimos, yo estuve mucho en la Megatone, me acuerdo que poníamos la mesita en la vidriera y desde allí comentábamos, incluso participaba la gente que bajaba del 142 y me decía: “Germinal, Germinal, ¿cómo va Serbia y Montenegro? Y nosotros allí, con nuestras máquinas de escribir y nuestras libretas informando a la comunidad. Teníamos otra subsede en Grupo Márquez, y de allí nos íbamos todos a la sede Frávega, para ver las repeticiones en los televisores grandotes. Igual, mi sede favorita era Calatayud, porque como tiene vidrio grueso uno no escuchaba todas las pavadas que decía (Fernando) Niembro, y entonces consumía fútbol sin contaminación.
—Siguiendo en el terreno de lo deportivo, ¿qué opina de la desvinculación por parte de la AFA de Diego Maradona como director técnico de la Selección Nacional?
—Por un lado, a los argentinos, Maradona nos propone un espejo donde nos vemos reflejados. Fijesé que en distintos momentos de su carrera, el ha puesto gente muy, muy, muy en contra, y otra muy, muy, muy a favor. Pero además, esa gente oscila, porque pasa de estar a favor a estar en contra con mucha facilidad. Yo creo que este tipo de pensamiento debería ser un buen ejercicio para reflexionar. Yo propongo que cada uno de los argentinos se piense a sí mismo en esa oscilación constante entre el odio y el amor. Yo le pregunto a la gente qué sentía después de que la Selección ganó el partido con México, qué después de haber perdido con Alemania y qué después de haber escuchado la última conferencia de Diego. Si siente tres cosas muy, muy, muy, muy disímiles, algo anda mal. Lo que pasa es que hay gente a la que su matriz de pensamiento no le permite abordar momentos tan distintos.
—¿Cómo se define usted ante esta problemática, cómo sería su matriz de pensamiento?
—Yo soy “dieguista”, y no es que esté tratando de eludir el hecho de dar una opinión, porque soy “dieguista” desde las postrimerías de mi carrera periodística. Es decir: yo lo banco al Diego, pero siempre entiendo que con la misma mano del mismo brazo que tiene tatuado a Fidel (Castro), se hace la señal de la cruz. Fíjese: yo no tengo ese problema, porque yo soy permanentemente ateo. Tampoco le pedí nunca a Diego que me enseñe cómo vivir, y cuando se habla del “ejemplo que es para la juventud” estamos frente a un problema, porque lo único que yo le pedí al Diego como jugador, es que haga esos goles maravillosos, para que después yo los pueda ver y coleccionar en video, porque yo colecciono sus goles en VHS y los reviso y los disfruto permanentemente. Es más, fíjese que yo que lo quiero, siempre me olvido de como se llaman las hijas, cuando la gente sabe como se llaman las hijas, la mujer, la novia… Además, del 90 para acá, Diego hizo la mejor campaña como técnico de la Selección.
—Teniendo en cuenta algunas de las problemáticas por las que atraviesa la ciudad, ¿cuáles son sus proyectos para la campaña 2011?
—En el seno del partido, el Papo (Partido Alegría al Poder), las grandes demandas de la sociedad nos llevan a pensar en muchas cosas, pero hay dos fundamentales. Una está planteada en relación con la contaminación auditiva: proponemos que cuando el vehículo vaya a la revisión técnica, le coloquen un parlante a diez centímetros de la oreja izquierda del conductor que reproduzca la bocina al mismo volumen que la escucha el peatón, entonces la gente va a dejar automáticamente de tocar bocina por cualquier boludez. Por otro lado, existiría la posibilidad de colocar una suerte de cajita automática que en el momento en el que el automovilista pisa con la rueda la línea blanca, se abren dos puertitas y se le provee en el mismo momento al peatón de un martillo para que pueda destrozar el auto. Eso sí, el martillo estaría atado con un elástico muy potente, que en el momento en el que el automovilista recule, el martillo volvería a su lugar. Es un método muy práctico para que los automovilistas dejen de pisar la línea blanca. De todos modos, quizás parezca mucho romperle el auto a una persona, sobre todo teniendo en cuenta que hay cada vez más gente que quiere más al auto que a la familia, e incluso a la mujer. Sino, fíjese un sábado a la tarde, la cantidad de gente que está franeleando autos por la calle.
—Quizás se trate de una realidad social que está indicando algo, se lo digo a usted que además es un gran estadista.
—Es que es así, hay un alto porcentaje de argentinos que con franelear y pasarle jabón a la carrocería de su auto un sábado a la tarde, se tranquilizan.

sábado, 24 de julio de 2010

Bajo tierra



“Un hueco”, de Juan Pablo Gómez, con las actuaciones de Patricio Aramburu, Nahuel Cano y Alejandro Hener, entre lo más destacado de la VI Edición del Festival de Teatro de Rafaela 2010


Por Miguel Passarini

Un hueco donde pasar desapercibido ante la presencia de lo inesperado, un hueco donde poder dejar de ser, un hueco donde poder volver a ser lo que alguna vez se fue al menos en lo efímero del recuerdo y la evocación. También, un hueco que, al mismo tiempo, sea un escondite y una salida, un hueco en el que la verdad, aunque dolorosa y cruel, pueda decirse, finalmente, con total impunidad, porque sólo será oída por los directos involucrados.

En Un hueco, espectáculo de factura porteña presentado en el marco de la VI edición del Festival de Teatro Rafaela 2010 (del 14 al 18 de julio), y que por estos días se presenta con singular éxito en la cartelera porteña (sábados a las 21.30, domingos a las 20, Club Estrella de Maldonado, Av. J. B. Justo 1439, Palermo), conviven las extrañas formas de un teatro que intenta (desde hace mucho tiempo, aunque aquí lo logra) producir ficción en espacios no teatrales.

Patricio Aramburu, Nahuel Cano y Alejandro Hener (actores), bajo la dirección de Juan Pablo Gómez (Buenos Aires), generaron una propuesta que abreva en el hiperrealismo a través de recursos propios de una comedia dramática que transcurre en el vestuario de un club de pueblo (tal como sucede en Buenos Aires, en el festival, fue montado en el vestuario del Club Atlético Rafaela), donde una improvisada sala velatoria que permanece en la extraescena reúne a tres amigos de la infancia ante la muerte inesperada de un cuarto integrante del grupo. Y entonces, el vestuario se vuelve un escape, lo que se irá contando servirá para entender, pero ese posible “escape”, como en la tragedia, será el camino equivocado, porque no será más que una encrucijada que anudará el conflicto.

Acaso el mundo del cine, la extraña espesura de un set “montado” en un lugar en el que la ficción aparece y se esfuma casi con la misma intensidad que la verdad en el teatro, fue determinante para que el director y sus actores forzaran los límites de un supuesto “no teatro” para llevarlo a una instancia en la que lo que se ve, se vuelva extremadamente realista: los actores están allí, en tiempo real, lo que pasa puede estar pasando de verdad a ésa hora, en ése lugar; los sandwich de miga, el café, la ginebra y la corona mortuoria, también son de verdad, se intuye el olor a velorio, la muerte ronda del mismo modo que ellos, antes, daban la “vuelta al perro” por las calles del pueblo, perdidos, aburridos por la repetición.

Es que en Un hueco lo que prevalece, más allá de la consabida convención teatral en la que artistas y espectadores “pactan” una mentira, es la verdad absoluta. Los cuerpos de los actores están omnipresentes, perplejos del dolor, pisados, atravesados por lo que ha sucedido: la muerte de un amigo que a los tres que quedan los marca hasta llegar a un punto en el que lo contradictorio y banal de la infancia se anhela desde un punto muerto.

La vida de pueblo versus la de la ciudad y el eco lejano de un Chéjov que lo adelantó, la caricia inocente entre amigos que puede volverse “peligrosa” (dos tipos solos, en un vestuario pueden ser sospechosos, tres no), la complejidad de los vínculos amistosos atada con alambre por años de envidias y recelos que salen a la luz casi con el mismo hastío que un borrachera, juegan las coordenadas de un espectáculo donde se destacan actuaciones de altísimo nivel en el contexto de una propuesta singular, que tiene como mayor objetivo la idea de producir ficción desafiando, incluso, el morbo de un público que está metido adentro del dispositivo, muy próximo a la escena.

En Un hueco hay, también, cierto filo de la masculinidad que se pone a prueba, una nueva temática a la que el teatro argentino busca aproximarse. Se trata de eso que los hombres no se animan a decir por miedo, eso que la amistad habilita hasta un punto: ¿Se puede llorar?, ¿Se puede decir todo?, ¿Se puede envidiar?, ¿Se puede abrazar y decir “te quiero”?, ¿Se puede querer volver a la infancia como un espacio de salvación?, ¿Se puede decir “no puedo más”? Sí, todo se puede, pero metidos en un hueco.

martes, 20 de julio de 2010

Un espacio plural





















Durante la VI edición del Festival de Teatro de Rafaela (del 14 al 18 de julio), integrantes del Círculo de Críticos de las Artes Escénicas de la Argentina (Critea) desarrollaron, como es habitual desde los comienzos del encuentro en 2005, sus devoluciones a los elencos participantes en el marco del ciclo Café con Critea, realizado cada jornada, de 11 a 13, en el bar Cyrano, y del que también participó el público con sus preguntas y reflexiones. Agradecemos la generosidad y el respeto de todos los que participaron, es un hermoso espacio de aprendizaje, y qué bueno que la organización del Festival de Rafaela lo entienda de ese modo, y valore el trabajo de críticos y periodistas teatrales.

Aplausos, despedida y cierre








BALANCE DE LA VI EDICIÓN DEL FESTIVAL DE TEATRO RAFAELA 2010



Con la presentación de 18 espectáculos en 33 funciones, y con un número de espectadores que superó los 10 mil, el encuentro finalizó el domingo por la noche y volvió a dejar un saldo altamente positivo



Publicado por El Ciudadano el martes 20 de julio de 2010



Por Miguel Passarini



Muchos aplausos y ovaciones, la inevitable despedida y el cierre festivo de un evento consolidado que deja la sensación de que habrá Festival de Rafaela por mucho tiempo. Sucede que por cinco jornadas, 18 compañías argentinas de diferentes puntos del país, pasaron por la VI edición del Festival de Teatro Rafaela 2010, con 33 funciones en diversas salas y espacios no convencionales, y con un número que superó los 10 mil espectadores, lo que confirma, una vez más, el éxito de un evento que tiene como mayor capital el apoyo incondicional del público local y de localidades vecinas, una estupenda programación curada por el director Marcelo Allasino (La Máscara, Punto T) y una organización extremadamente cuidada que muchas instituciones que producen actividades semejantes deberían imitar.
Organizado por la Municipalidad de Rafaela, el festival tiene también a favor la clara convicción del intendente local Omar Perotti de llevar a la ciudad un punto más arriba, apelando a “bienes culturales de calidad, convirtiendo a Rafaela en un polo cultural de referencia nacional”, como suele decir en sus discursos (algo que ya es una realidad), dado que, más allá del teatro, la música y la plástica, se conoce a la zona como “la cuenca lechera” más importante del país, entre otras potencialidades que ofrece la también llamada “perla del oeste”.
Con el apoyo del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia y el Instituto Nacional del Teatro (INT), el evento, que finalizó el domingo último con la presentación del clásico rosarino Desconcierto grosso, de Salvador Trapani y Esteban Sesso, permite en la presente edición hacer
algunos recortes interesantes en relación con temáticas, poéticas y problemáticas del teatro argentino actual.
Por un lado, la fuerte presencia del teatro-circo, con trabajos como el de la compañía rosarina Pato Mojado, que ofreció en barrios y vecinales su espectáculo Patologías, del mismo modo que el estupendo Casicapresse, a cargo de Naná y Tomate (Buenos Aires), que toma como referencia
fundante (del mismo modo que el trabajo rosarino) la impronta irreverente y contestataria de los payasos de calle latinoamericanos, que han sabido transformar la falta de presupuesto y las dificultades en una virtud.
Por otro lado, la masculinidad y sus supuestas certezas, se vieron cuestionadas en los estupendos Un hueco, de Patricio Aramburu, Nahuel Cano, Alejandro Hener (actores), bajo la dirección de Juan Pablo Gómez, y Un poyo rojo, trabajo de danza-teatro con dirección de Hermes Gaido y la interpretación de Luciano Rosso y Nicolás Poggi (ambos de Buenos Aires).
En el primero, tres amigos de pueblo se reúnen en el velatorio de un cuarto, que es velado en el club donde compartieron parte de su infancia. Se trata de un trabajo en el que prevalecen las actuaciones y la apropiación de un espacio atípico para el teatro como, en este caso, el vestuario real del Club Atlético de Rafaela (foto).
En el segundo, que en pocos días se presentará en España invitado por el proyecto Iberescena, dos gimnastas se resisten al deseo que surge entre ambos personajes de modo natural mientras comparten, también, un tiempo en el vestuario. Se destacan la originalidad, destreza y una incuestionable calidad técnica. Sin embargo, a diferencia de muchos espectáculos de características similares, aquí la técnica está puesta al servicio de una historia, algo que el público
reconoce y agradece.
Dos biodramas marcaron la diferencia en relación con un teatro que obliga a la reflexión frente a otro en el que prevalece la risa. Por un lado, la propuesta cordobesa Carnes Tolendas. Retrato escénico de un travesti, y por otro, la singular propuesta rafaelina Fanto, del grupo En Alaska.
Carnes Tolendas. Retrato escénico de un travesti, de María Palacios y Camila Sosa Villada, por Banquete Escénico, ofrece el testimonio de una travesti en escena (de un talento y recursos inusuales) que relata su vida al tiempo que esa realidad se ve atravesada por la ficción que ofrecen textos de Lorca como La casa de Bernarda Alba, Yerma o Doña Rosita la soltera.
Por el lado de Fanto, montado a partir de una coproducción con la municipalidad (se presentaron dos espectáculos dentro de este apartado), ofrece, de la mano del talentoso director y escritor Santiago Allassia, la recopilación de los fragmentos de vida del legendario actor rafaelino José Pepe Fanto, quien también en escena recupera esos fragmentos al tiempo que repasa momentos
dolorosos de su propia existencia: la niñez, su relación con sus padres y el teatro, al que entiende como un “campo minado” en el que dejó, merced a su vasta trayectoria, momentos inolvidables para la escena santafesina.
De una programación variada, pero al mismo tiempo clara y coherente, también se destacaron propuestas como La gracia, dirigida por Rubén Szuchmacher sobre dramaturgia de Lautaro Vilo, con las actuaciones de la incuestionable Berta Cagliano y Juan Manuel Torres. La obra, que formó parte del ciclo Decálogo, curado y coordinado en Buenos Aires por Matías Umpiérrez, se revela como un desafío entre la tensión de una víctima y un victimario que pueden invertir sus roles. Del mismo modo, Mónica Cabrera, un clásico de Rafaela, estuvo de regreso con el desopilante The Victory to la Madrecita, en el que la actriz, más conocida por sus unipersonales, está acompañada en escena por la talentosa Teresa Murias. También se destacaron los rosarinos
de El Rayo Misterioso, que sorprendieron con su último y vibrante espectáculo, Dionisos aut, y los integrantes de El Bachín Teatro, uno de los pocos grupos argentinos que ha sabido resignificar el teatro político, con Teruel y la continuidad del sueño.
Párrafo aparte merece el inolvidable unipersonal Nada del amor me produce envidia, un melodrama de cliché realizado por dos reconocidos cineastas: Santiago Loza en la dramaturgia y Diego Lerman en la dirección, con la minuciosa y preciosista actuación de María Merlino. Apelando a los tangos de la década del 30 y a la conocida rivalidad entre Libertad Lamarque y Eva Duarte, la propuesta sumerge al espectador en el universo de una costurera de barrio que tuvo su posible momento de fama y que lo dejó pasar, apesadumbrada por el miedo de “ser alguien”.



PEDIDO A BINNER
Poco después del acto de apertura del pasado miércoles, al que por primera vez asistió el gobernador de la provincia Hermes Binner (también oriundo de Rafaela), el intendente Omar Perotti aprovechó la oportunidad, y en medio del marco festivalero le solicitó a Binner y a la ministra de Innovación y Cultura, Chiqui González, la creación de la carrera Profesorado de Artes en Teatro, formación académica que los teatristas rafaelinos necesitan para sumar un punto más a una ciudad donde el teatro llegó hace muchos años con grupos que hicieron historia, pero que en el último tiempo, y a raíz de la vidriera en la que se convirtió el festival, ha vuelto a
recuperar la fuerza de antaño. Del mismo modo, y dada la repercusión nacional que tiene el evento, desde la organización se evalúa la posibilidad de extender el festival al menos un día más en 2011, para agregar más espectáculos así como también nuevas funciones de los ya programados.

Conmoción, destreza y humor


VI EDICIÓN DEL FESTIVAL DE TEATRO RAFAELA 2010

El encuentro sigue su curso, con una segunda jornada en la que prevaleció, nuevamente, la calidad y la diversidad de las obras y donde se vio la elogiada puesta rosarina “Dionisos aut”, de Aldo El-Jatib
Publicado en El Ciudadano, sábado 17 de julio de 2010





Por Miguel Passarini
La VI edición del Festival de Teatro Rafaela 2010 siguió su curso con una segunda jornada en la que prevaleció, nuevamente, la calidad y la diversidad de las obras presentadas, y donde el frío no ha conseguido, al menos por el momento, correr al público de las salas, que sigue acompañando el evento en forma masiva cuando aún restan dos jornadas y la presentación de, al
menos, diez propuestas.
El último espectáculo del Grupo Laboratorio de Teatro El Rayo Misterioso abrió el fuego en cuanto a propuestas rosarinas, con la presentación de su impactante Dionisos aut, en el que la tragedia griega se mixtura con los discursos políticos contemporáneos y a través del cual el director Aldo El-Jatib, creador del grupo en 1994, consigue una vez más armar un entramado en el que su conocida capacidad para lograr imágenes de gran impacto pictórico se asocian a un texto cuya magnitud y vuelo provocó en Rafaela, como en cada lugar donde se presenta (el espectáculo participó de la última edición de la Fiesta Nacional del Teatro e integra el ciclo de giras y festivales nacionales INT Presenta), la conmoción del público.
En Dionisos out, del mismo modo que se plantea en espectáculos anteriores la problemática de la violencia, se hace hincapié en la figura de Dionisos y su asociación con el placer, la fascinación, la creación, pero a través de un mundo que parece haber perdido estos valores supremos y estar interesado en otros que tienen que ver con la ignorancia y las grandes mentiras de los discursos políticos, la falta de memoria y la caída estrepitosa de instituciones como la Iglesia.
Luego llegó el turno de Un poyo rojo, performance de danza breve (el original duraba apenas 15 minutos) que se presentó el año pasado en diferentes espacios no convencionales de este mismo festival (también en El Cruce de Rosario) y que este año adquirió, a través de la profundización del lenguaje coreográfico, de la poética y del hallazgo de una interesante estructura dramática, el carácter de obra.
Nuevamente el cuestionamiento de ciertos aspectos ligados con los costados “intocables” de la masculinidad encuentran en este trabajo la proyección y el despliegue necesarios merced a la apuesta de dos extraordinarios bailarines-performers, quienes llevan al límite sus potencialidades corporales y expresivas.
Mezcla de rutina de fitness y contact improvisación, Un poyo rojo, con dirección de Hermes Gaido, juega con la masculinidad, con los clichés del género, dejando al descubierto aquello que se vuelve irremediable cuando los “juegos” entre dos hombres pasan algunos límites, si es que esta altura se puede hablar de “límites” en la relación de dos seres humanos por fuera de los géneros.
El dúo, integrado por Luciano Rosso (Parto) y Nicolás Poggi (Tualet), dos jóvenes creadores y directores aunque con vasta trayectoria en la escena porteña, ya no reniega de elementos de puesta como sí pasaba en el original (presentado en teatros, plazas y museos, entre otros espacios) y sí se apoya en la complicidad con el público, azuzándolo desde el estupendo manejo del cuerpo con movimientos y guiños cuya comicidad hacen que la propuesta entre de inmediato en contacto con la gente.
Si hasta allí estos dos “gimnastas” hacen gala de lo físico encerrados en un vestuario que bien podría ser el de un gimnasio o un club, la aparición de la música termina por completar el cuadro. ¿Están allí para bailar? Bueno: qué mejor que una cumbia para cerrar aquello que no se conforma con la destreza y el conocimiento de dónde hay que poner la fuerza para transgredir las normas de la gravedad y que, al mismo tiempo, el movimiento no se vuelva tosco sino extremadamente plástico.
El cierre de la noche estuvo a cargo de un cordobés (aunque nacido en Rosario) que por estos días reparte su tiempo entre su ciudad y Buenos Aires. Se trata de Gonzalo Marull, que presentó su bizarro Medieval, en el que, una vez más, el mundo del cine y el teatro se mezclan sin prejuicios para contar una historia que al mismo tiempo que hace gala de cierto vuelo poético (incluso con la voz en off de Graciela Borges) se ríe de géneros como la comedia negra.
Con la llegada a un singular hostel cordobés de un griego obsesionado con la fotografía, las mujeres del lugar (la encargada, un ángel caído, y una azafata militante peronista) verán revolucionadas sus hormonas.
Pero eso pasa a un segundo plano porque allí vive el mismísimo actor alemán Klaus Kinski. Lo que en principio parece un delirio absurdo, consigue momentos de un humor desopilante, sobre todo si el espectador conoce la inolvidable obra cinematográfica del cineasta alemán Werner Herzog, Aguirre, la ira de Dios (1972), protagonizada por Kinski y considerada como uno de los hitos del cine alemán contemporáneo.

Fiesta, tradición y vanguardia



VI EDICIÓN DEL FESTIVAL DE TEATRO RAFAELA 2010


El gran encuentro de la escena nacional comenzó el miércoles con una movida callejera y con cuatro puestas. Al acto inaugural asistió por primera vez el gobernador de la provincia, Hermes Binner
Publicado en El Ciudadano, viernes 16 de julio de 2010



Por Miguel Passarini
Era cantado: Rafaela vuelve a ser un éxito; la programación y la excelente organización son la mayor garantía de un festival de teatro argentino que en su sexta edición no sólo termina de tomar forma, sino que también se proyecta definitivamente como un evento que nació con buena estrella y llegó para quedarse, porque ya son los rafaelinos los que se apropiaron del encuentro que este año agrupa en cinco días (termina el domingo) 18 espectáculos de estéticas diversas, provenientes de diferentes puntos del país.
Pasadas las 17.30 del miércoles, la avenida Santa Fe (la calle principal de la ciudad) se vio colmada de gente que lejos de escaparle al frío se sorprendía ante el paso de un enorme pulpo realizado con globos rojos (y pensado mucho antes del “adivinador” Paul que brilló durante el Mundial de fútbol) que, acompañado por una carroza con músicos que interpretaban ritmos balcánicos, preanunciaba el comienzo de un gran fiesta que se extendería hasta la madrugada con el acto inaugural y el estreno de las primeras cuatro obras.
La vereda y la calle del histórico teatro Lasserre fueron, poco después, testigos de la llegada de una multitud que, como final del recorrido de la particular movida callejera, colmó la sala a la espera de un acto de apertura al que asistió por primera vez el gobernador de la provincia, Hermes Binner quien, de bajo perfil y a la hora de los discursos, prefirió dejarle el lugar a la siempre elocuente ministra de Innovación y Cultura de la provincia, que de entrada aclaró: “Más allá de que hoy estoy aquí como ministra, siempre seré Chiqui González, la directora de teatro”. Sus brillantes pensamientos, a través de un discurso en el que no faltó la revalorización del teatro como “el último de los fenómenos vivos verdadero, que realmente puede producir un cambio social, en el que el cuerpo es el gran protagonista”, tuvo momentos en los que hizo adquirir sentido a la velada. “El teatro, que siempre es político, sigue siendo una de la reivindicaciones más imponentes de lo colectivo; por eso, porque es colectivo, es el que trae la mayor carga de crítica: innovación y tradición, pasado y presente frente a los cambios de lenguajes”, expresó la ministra, quien agregó: “El teatro es la viva imagen del cuerpo en escena; en el teatro, los muñecos pueden nacer o morir ante nosotros de verdad, y es muy impresionante lo que pasa en Rafaela con este festival, donde una población entera se ve capturada por el teatro”.
Finalmente, fue el intendente Omar Perotti quien hizo un interesante recorrido de los años pasados, dejando en claro que el hecho de llegar “al momento esperado por toda la ciudad, en el año del Bicentenario, en el que la gente salió a la calle de la mano de la cultura”, implicó el trabajo de un año de todo un equipo en el que se destaca la labor del creador rafaelino Marcelo Allasino, quien tiene a su cargo la compleja tarea de la programación.
Poco antes de las palabras de los funcionarios, un video recordó el paso por el festival y por el Centro Ciudad de Rafaela de la actriz Olga Borlle, quien falleció en abril, y quien era un referente de la cultura rafaelina, trabajadora incansable del quehacer teatral local. También es de destacar el video realizado para la presentación del festival, en el que el ingenio y la creatividad hicieron hincapié en la importancia que tiene el evento para la comunidad local, que desde el sábado 10 de julio a la 9 de la mañana, cuando se habilitó la boletería, no paró de agotar funciones.
Tras cartón, el paso del espectáculo Casicapresse, de Alba Alfonsina Iruzubieta por Naná y Tomate (Buenos Aires), que fue en reemplazo de la compañía Fulanos que debió suspender su presentación porque parte de su equipaje quedó varado en la aduana a su regreso de los Estados Unidos, impuso una bocanada de aire fresco con una propuesta en la que prevalece la destreza, el ingenio y una singular búsqueda del humor como motor de situaciones que navegan entre lo bizarro y lo poético.
Después fue el turno de Un hueco, de Patricio Aramburu, Nahuel Cano, Alejandro Hener (actores), bajo la dirección de Juan Pablo Gómez (Buenos Aires), un espectáculo que abreva en el hiperrealismo a través de una comedia dramática que transcurre en el vestuario de un club de pueblo (el espectáculo, tal como sucede en Buenos Aires, fue montado aquí en el vestuario del Club Atlético Rafaela), donde una improvisada sala velatoria reúne a tres amigos de la infancia ante la muerte inesperada de un cuarto integrante del grupo. En el espectáculo se destacan actuaciones de altísimo nivel en el contexto de una propuesta singular, que tiene como mayor objetivo la idea de producir ficción en un ámbito no teatral.
Aunque quizás el punto fuerte de la jornada, y más allá del cierre de la noche con el estreno de Espamento Mamushka, una de las dos coproducciones municipales que se estrenan en el contexto del festival, fue el biodrama cordobés Carnes Tolendas. Retrato escénico de un travesti, de María Palacios y Camila Sosa Villada, por Banquete Escénico. Definido dentro del género “teatro testimonial”, una travesti se confiesa en primera persona, mientras mixtura su dolorosa infancia (momentos en los que recrea a sus padres) con textos de Lorca como La casa de Bernarda Alba, Yerma o Doña Rosita la soltera, en un trabajo marcado por la conmoción y la presencia de una artista descomunal, quien en su contacto final con el público aprovechó para declararse a favor de la ley de Matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que provocó la aprobación inmediata del público que estalló en aplausos. Singularidades del teatro: todo pasó luego de su catártico viaje y apenas unas horas antes de que la ley se hiciera realidad. Enhorabuena.

lunes, 12 de julio de 2010

A instancias de un corazón iluminado




Por Miguel Passarini
El discurrir acompasado de una confesión dolorosa pero iluminada, un monólogo dicho frente a un espectador “privilegiado” que nada puede responder dada su condición, y el perdón, la redención (¿el amor a Dios?), algo sobrenatural que “todo lo puede”, incluso aquello que puede parecer imposible, inhumano. Con estos elementos está construido La gracia. Amarás a Dios por sobre todas las cosas, el primero de los espectáculos basados en los Diez Mandamientos que fueron entregados a Moisés (un proyecto que lleva adelante el porteño Centro Cultural Ricardo Rojas), que en agosto de 2008 se presentó en la sala Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España. En La gracia, una mujer se enfrenta a quien fuera su victimario, que está postrado, vendado de pies a cabeza, casi inerte. Viene para perdonarlo, para decirle que aquello por lo que fue juzgado, a ella, de algún modo, le salvó la vida cuando intentaba quitársela tomando pastillas. En su discurso (estupendo trabajo de Berta Gagliano), se van develando los entretelones de un vida gris, marcada por “otros sometimientos” familiares que hicieron de ella un ser triste, opaco, aunque dispuesto a redimirse a través de un perdón incomprendido para los demás.
El de Lautaro Vilo (Un acto de comunión) es un texto sin grietas, preciso en su estructura. Un monólogo que, dada la inteligente puesta de Rubén Szuchmacher, deja de ser tal, para volverse un trabajo con cierto sentido operístico, en el que confluyen las tensiones necesarias para que lo que se cuenta adquiera sentido. El despojamiento y la presencia de unos pocos objetos que buscan reconstruir un ámbito hospitalario sin olvidar (por suerte) que se está sobre un escenario, le dan a la puesta una impronta de instalación (sobre todo, por la presencia de la cama), a lo que se suma el sustento lumínico resuelto con el talento que caracteriza los trabajos del diseñador de luces Gonzalo Córdova.
Es así que en La gracia, la dupla Szuchmacher-Vilo consigue una propuesta singular, cargada de giros extremadamente teatrales, pequeños signos, detalles de pura teatralidad. Pero sobre todo, el trabajo responde a una forma de teatro clásico (que por suerte se aleja de cierta tilinguería de la escena porteña contemporáneo), no porque no arriesgue nada, por el contrario, lo riesgoso pasa aquí por la historia, por la temática y por el modo de contarla. El riesgo está omnipresente en el debate ético que se está mostrando y que desde la singularidad de un pequeño conflicto remite a la consigna del proyecto general curado por Matías Umpierrez, sobre todo si se tiene en cuenta que el primero de los mandamientos, “Amarás a Dios por sobre todas las cosas”, es en cierto modo abarcativo de los nueve restantes.

Fiesta de la escena nacional


VI EDICIÓN DEL FESTIVAL DE TEATRO RAFAELA 2010

El evento, que organiza la Municipalidad local en cogestión con el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia y el Instituto Nacional del Teatro, agrupará de miércoles a domingo, 18 espectáculos

Por Miguel Passarini
Por sexto año consecutivo, lo que comenzó como un pequeño proyecto que intentaba ocupar el lugar que dejaba el paso de la Fiesta Nacional del Teatro en 2004, se convirtió en una elocuente realidad. El miércoles comienza la VI edición del Festival de Teatro de Rafaela (FTR2010), acaso el evento teatral más importante del interior del país, que se extenderá hasta el domingo y que agrupará 18 espectáculos de estéticas diversas, provenientes de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Jujuy y dos de la ciudad anfitriona, especialmente gestados para la ocasión.
Con la clara intención de revalorizar las artes escénicas en el oste de la provincia, proyectando también a la ciudad, conocida por su pujanza y crecimiento, desde la revalorización de un bien cultural como es el teatro, la programación incluye una gran variedad de géneros y propuestas pensadas para salas, espacios no convencionales y lugares al aire libre. De este modo, entre los seleccionados, podrán verse comedias, dramas, espectáculos de humor, unipersonales, musicales, teatro físico y circo.
Organizado por Municipalidad de Rafaela en cogestión con el Instituto Nacional del Teatro (INT) y el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia el evento, que el pasado 23 de junio tuvo su lanzamiento oficial con la presencia del intendente municipal Omar Perotti y el director artístico y programador Marcelo Allasino, se ha convertido en uno de los más destacados del país, dado que ya tiene un lugar de importancia dentro del circuito de festivales nacionales, del mismo modo que año tras año cuenta, entre otros, con el aporte de los periodistas integrantes del Círculo de Críticos de las Artes Escénicas de la Argentina (Critea) que, como en ediciones anteriores, tendrán cada mañana un encuentro con los creadores y el público para hablar de los espectáculos presentados.
Aunque quizás el valor fundamental del evento sea el público que, masivamente, acompaña cada edición comprando por anticipado las entradas y obligando, en muchos casos, a agregar funciones dado que muchos de los espectáculos suelen estar agotadas antes de su estreno en la ciudad (las entradas están a la venta desde el sábado).
Este año, como sucede desde 2008, el teatro local estará presente con el estreno de dos obras seleccionadas a través del Concurso de Coproducciones Municipales, “con el fin de estimular y promover la producción de grupos rafaelinos”, según se adelanta. Se trata de Fanto (foto), con la actuación del reconocido actor rafaelino José Fanto, bajo la dirección de Santiago Alassia, y Espamento mamushka, de Ramiro Rodríguez.
Sobre los artistas y espectáculos programados, el festival recibirá la visita de destacados creadores y compañías nacionales. Entre otros, dirá presente Rubén Szuchmacher, reconocido director y dramaturgo, y director artístico del Festival Internacional de Buenos Aires (Fiba), quien llega a Rafaela al frente de La gracia (ver comentario en este blog), de Lautaro Vilo, al tiempo que ofrecerá una charla para todo público. También serán de la partida Gerardo Hochman, uno de los referentes más importantes del llamado nuevo circo, que presenta Alguien, alguno, nadie, ninguno, del grupo Fulanos, del mismo modo que el reconocido equipo rosarino del Grupo Laboratorio de Teatro El Rayo Misterioso, fundado y dirigido por Aldo El-Jatib hace 15 años, que llega a la ciudad con su último e impresionante espectáculo, Dionisos out. También de rosario llegará a Rafaela el excéntrico clown y luthier Salvador Trapani, del mismo modo que la actriz, escritora y directora porteña Mónica Cabrera, invitada especial del festival desde sus inicios, quien regresa a la ciudad con su última creación, The Victory to la Madrecita.
Por otra parte, también será de la partida el director cordobés Gonzalo Marull, que ofrecerá Medieval, espectáculo montado y estrenado en Buenos Aires, al tiempo que El Bachín Teatro, compañía con una fuerte impronta histórico-política, ofrecerá un taller sobre método de actuación y funciones de Teruel y la continuidad del sueño.
Otra de las características de la presente edición del FTR2010 es la fuerte presencia de unipersonales. Tal es el caso de Nada del amor me produce envidia, del también cineasta Santiago Loza, del mismo modo que las referidas coproducciones locales.
Además, la programación evidencia una fuerte apuesta por las artes circenses en sus distintas variantes: acrobacia, malabarismo, clown, mimo, manipulación de objetos y un gran despliegue de destreza corporal, humor y fascinación visual, con la participación de los espectáculos Casicapresse, Sonus, Patologías y El Circo de los Hnos Boloño.
El cruce entre el teatro y la danza se vuelve a lucir en el extraordinario Un poyo rojo, propuesta de teatro físico que nació como un número de varieté y que formó parte de la programación del FTR09, presentándose en espacios alternativos como el Museo de Bellas Artes y la Plazoleta Centenario, con una duración de 15 minutos. La fuerza expresiva de este trabajo, sumada a las buenas críticas (integró también la programación 2009 del rosarino El Cruce), dieron impulso a sus creadores para profundizar el proyecto y transformarlo en una obra con formato de sala y de larga duración que se estrenará en Rafaela.
Por otra parte, es para destacar una fuerte apuesta al teatro de experimentación, con trabajos como el cordobés Carnes tolendas, retrato escénico de un travesti, de María Palacios y Camila Sosa Villada, biodrama que indaga en la propia experiencia de vida de una actriz travesti, que ofrece su testimonio en calidad de material dramático para ser transformado por la ficción y devuelto al medio social en forma de teatro, del mismo modo que el referido Dionisos aut, cruce entra la mitología griega y un teatro fuertemente antropológico, o Un hueco, de Juan Pablo Gómez, que explora formas de un teatro no convencional desde lo espacial, representando la acción en un espacio ajeno al teatro como es el vestuario de un club.

Seminarios y actividades especiales

Como cada año, el FTR2010 cuenta con un importante cronograma de actividades especiales, en todos los casos, con entrada libre y gratuita. Se dictará el seminario “Hacia un teatro épico”, dirigido a actores, dramaturgos, directores y estudiantes, dictado por Manuel Santos Iñurrieta, director artístico del grupo El Bachín Teatro, de Buenos Aires.
Por otra parte, se llevará a cabo la charla-taller “¿Cómo formar espectadores?”, a cargo de Sonia Jaroslavsky y Ana Durán, responsables del programa Formación de Espectadores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Entre otras charlas y seminarios, se destaca la presencia de Rubén Szuchmacher, en la que el reconocido director de teatro hablará de su carrera, de su experiencia y de su extensa trayectoria. La charla estará dirigida a teatristas locales, artistas invitados y público en general. También se presentará el libro Historia de una escena en construcción: los veinte años del grupo Punto T/La Máscara, de María Eugenia Meyer, material que retoma y expande el recorrido de este grupo paradigmático de la escena rafaelina, reflejado en el libro 25 años de teatro rafaelino: tradiciones, rupturas y continuidades en la escena local, de Meyer y María Cecilia Tonón. Además de una interesante retrospectiva en video de los espectáculos más importantes de la historia del teatro rafaelino, como todos los años, se desarrollarán las habituales mesas de devoluciones con la participación de integrantes de Critea de distintos medios y puntos del país. Este año, tendrán lugar diariamente, de 10 a 13, en Cyrano Bar, retomando la vieja importa de “Café con Critea”, de ediciones anteriores.

sábado, 10 de julio de 2010

Ecos de una canción de cuna ante el horror de la repetición


Paola Chávez dirige a Romina Tamburello y Camila Olivé en la imperdible “Mujeres de ojos negros”, una de las ganadoras de Coproducciones Municipales 2009, que trabaja sobre la relación madre-hija

MUEJRES DE OJOS NEGROS
Dirección: Paola Chávez
Actúan: Romina Tamburello, Camila Olivé
Sala: Centro de Estudios Teatrales
(CET, San Juan 842), domingos, a las 21
(reseña publicada en el diario El Ciudadano del domingo 11 de julio de 2010)


Por Miguel Passarini
Hay algo que no da para más, pero todo volverá al comienzo. En el título se revela algo genético, se intuye una unión, algo heredado e inevitable. Sucede que los ojos negros a los que alude el título son una marca en tres generaciones de mujeres que, invariablemente, repetirán una historia, casi como un guiño a la tragedia más clásica, casi como un juego absurdo en el que el paso del tiempo no importa porque a lo que se hace referencia allí (con ese conflicto por todos conocido) es a eso que “no cambia ni cambiará jamás”, porque “mamita siempre va a estar”.
Mujeres de ojos negros, espectáculo estrenado hace algunas semanas en el Centro de Estudios Teatrales (CET), ganador de uno de los Proyectos de Coproducciones Área Teatro de la Secretaría de Cultura municipal 2009, propone el inquietante debut de un equipo de jóvenes creadoras rosarinas que incluye actrices y directora, en un trabajo que partió de la dramaturgia de Romina Tamburello (una de las actrices) en el que se filtran los legados de una familia matriarcal, casi como mueca siniestra y atroz, mediante la cual la construcción del imaginario pueril de una niña se verá atravesado por el doloroso camino recorrido antes por la madre, quien dejará en ella las huellas de su propio pasado vivido con padecimiento, casi sin poder evitarlo.
La de Mujeres de ojos negros es una temática que, al menos en principio, podría resultar vieja, ochentosa, casi en desuso en un momento donde la disfuncionalidad familiar tan “de moda” en el teatro pasa más en la escena argentina por lo ruidoso, por la profusión de los conflictos de las grandes familias, que por los silencios y las frases dichas con contundencia, donde, como aquí, las intensidades están sabiamente administradas, algo que el espectador agradece porque se trata de un espectáculo que no tiene vacíos ni excesos, y cuya visión resulta imperdible y recomendable para todo el público.
Sin embargo, el mayor logro de este singular trabajo es, precisamente, el planteamiento del conflicto que encuentra en las sólidas actuaciones de Romina Tamburello y Camila Olivé el mejor camino para llegar al público que no podrá evitar la identificación.
A través del humor (por momentos desopilante e incluso hasta impensado) y en otros pasajes mediante la contemplación de algo que resulta espantoso, la dramaturgia de Tamburello y la propuesta escénica consiguen poner énfasis (accionar) en los lugares comunes de los mecanismos perversos de las relaciones de sometimiento que, por momentos, recuerda a cierta dialéctica de las obras de Griselda Gambado (Decir sí, De profesión maternal). Quizás allí es donde aparece más fuertemente la influencia de Romina Mazzadi Arro, dado que el proyecto surgió a partir del encuentro de las actrices en un taller de montaje de escenas que llevó adelante la directora de Hijos de Roche, interesada desde los comienzos de su trabajo en la relación sometedor-sometido.
De todos modos, ese primer ejercicio dramático alcanzó con el tiempo y los ensayos al carácter de obra, dado que ahora conjuga todos los elementos necesarios como para erigirse en una de las propuestas más interesantes de las vistas últimamente en Rosario.
En primer lugar, desde la dirección, la hasta ahora actriz Paola Chávez (Mirta Muerta, Blut! una pareja de sangre) entendió y supo hilar las coordenadas de un devenir en el que se conjugaban situaciones previamente escritas con otras surgidas de la improvisación donde, por suerte, no quedan referencias de las “costuras”.
Están en esos pasajes el dolor y los miedos de la hija que, del mismo modo que deseará enfrentar su “devenir hormonal” por un camino distinto al recorrido por la madre, repetirá una vieja frase escuchada de su progenitora y de su abuela (que sólo aparece por teléfono, en un recurso que descomprime y al mismo tiempo desestabiliza el conflicto madre-hija): “Hay que abrir bien los ojos antes de casarse, para cerrarlos una vez casada”.
El equipo consiguió abordar una estética que también abreva en un teatro de otro tiempo: el vestuario que remite a épocas pasadas, la aparente monocromía, una historia que pareciera estar contada en “sepia”, encuentra en los pocos elementos escénicos el soporte adecuado para sostener una ficción que tiene mucho de lúdico.
Tanto es así, que ciertas “encerronas” en las que quedan parapetadas ambas mujeres, y más allá del vínculo madre e hija, corren el eje del conflicto y abren el juego a otras variantes que llevan a preguntarse: ¿No se tratará de dos niñas que juegan a ser madres? El cambio de roles que se preanuncia y se juega todo el tiempo, es una prueba de que bien podría tratarse de un juego.
Sin embargo, el simulado juego llega a un punto en el que se pone negrísimo, en el que ya no se puede jugar más, un momento en el que el encierro se vuelve claustrofóbico y en el que, inevitablemente, el espectador deberá tomar partido por alguno de los personajes para, al menos, salvarlo con la imaginación.
La dolorosa canción de cuna escuchada al comienzo, regresará sobre el final como banda sonora de una relación quebrada en la que brillan las ironías del universo femenino, ese que se construye en un mundo de hombres ausentes y a puertas cerradas, con dos mujeres enfrentadas ante el horror de la repetición.

viernes, 9 de julio de 2010

“Si no te vas a Buenos Aires, Rosario te manda”


TELENTO DE EXPORTACIÓN. Andrea Fiorino habla de su presente y de la gira que realizará por México con su último unipersonal. El debut tendrá lugar en el DF, el 18 de julio, en el marco de un Festival de Teatro



Por Miguel Passarini
Hace unos años, en los primeros 90, cuando en el viejo Café de la Ópera brillaba el rutilante Extravaganza, Andrea Fiorino era una más de un grupo de artistas talentosos. Sin embargo, y más allá de que ya era conocida en el medio artístico local, inauguraba, poco tiempo después con uno de sus primeros espectáculos en solitario (El discurso, con libro de Pino Isacchi y dirección de Eduardo Bertaina), una etapa de unipersonales que serían la avanzada de un momento en el que muchos artistas locales se alinearían detrás de su talento, creatividad y generosidad, porque no hay dudas de que Fiorino abrió una puerta por la que pasaron muchos.
El jueves por la noche, y después de casi un año de no presentarse en Rosario, en cierta forma, Andrea se despidió por el momento de su público local con Para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, su último espectáculo estrenado a la fecha en Rosario (se conoció en febrero de 2008) y acaso el más personal de todos (como decía a este diario al momento de su estreno, “ahora me van a ver a mí”), dado que el domingo 18 de julio debutará en el DF de México por primera vez, donde, además, la esperan una serie de funciones a lo largo de una gira de un mes, para luego regresar a Buenos Aires donde está prácticamente instalada hace poco más de un año.
Con la honestidad que la caracteriza, y poco antes de su partida, Andrea Fiorino habló con el diario El Ciudadano de su presente artístico y de la realidad que, como a muchos de sus colegas, le toca vivir en esta ciudad: “La sensación es que si vos no te vas a Buenos Aires, en algún momento, Rosario te manda”.
—¿Compartís la idea de que “Para la cartera de la dama ...” es un espectáculo de quiebre en tu producción”?
—Sí, porque es un stand up que, a diferencia de otros espectáculos míos, obviamente no tiene personajes. Hablo de las diferencias entre hombres y mujeres, con algunas cuestiones más importantes y algunos asuntos menos trascendentes, pero en los que también tenemos diferencias. Sin embargo, no tiene nada que ver con una cuestión sexista. En todo caso, si hay que pegarle a alguien, como el género mío me lo indica, hay que pegarle a las mujeres. De todos modos, jamás me subiría a un escenario a curtir a nadie, no es algo que me interese hacer porque no lo siento así.
—De hecho, este espectáculo se corrió de cierta moda de propuestas encaradas por mujeres que le pegaban a los hombres…
—Es así, por ejemplo, yo hablo de que los hombres, en la mayoría de los casos, son más prácticos o menos retorcidos que nosotras y esto es cierto, o ¿no? (risas). Yo a veces tengo más vueltas que el Laberinto de Los Cocos, y perdón por la antigüedad (risas).
—¿Tuviste que adaptar el espectáculo para llevarlo de gira?
—La estructura de monólogos y tangos se mantiene, pero hay algunos nuevos, porque es el formato que ahora llevo de gira por México, donde debutó el domingo 18 de julio. El agregado de los tangos tiene que ver con la identificación con ese género que tienen afuera del país, sentí que de ese modo el espectáculo podía gustar más.
—¿Cómo es tu presente en Buenos Aires donde estás trabajando hace ya bastante tiempo?
—Estamos en el teatro El Cubo con un espectáculo de varieté que se llama Concha del Río Cabaret, que comenzó hace cuatro años en Anfitrión, que es otra sala muy importante del circuito off, y que fue cambiando y sumando gente. La verdad es que es un placer trabajar allá porque nos va bárbaro, formamos un equipo muy bueno, y más allá del talento, me refiero al compañerismo.
—Donde además hay otros rosarinos que están viviendo en Buenos Aires.
—Sí, está Noralih Gago que es la directora general y la anfitriona del espectáculo, y Pablo Palavecino. Pero por el espectáculo, como invitados, han pasado también otros artistas rosarinos.
—¿Cómo llegás a concretar esta gira por México?
—El viaje surge porque me invitan a un festival de teatro con impronta de cabaret, al que yo mandé material hace unos tres años, pero que finalmente se concretó ahora. Se realiza en lo que era El Hábito (sala de las artistas Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez), que ahora lo tomó otra gente, una compañía de teatro-cabaret que se llama Las Reinas Chulas, que trabajó mucho en ese lugar, al que ahora rebautizaron como El Vicio. Esta es la octava edición del festival, y participan artistas de Canadá, Cuba y Puerto Rico, entre otros países, y obviamente de México.
—¿Cómo sigue la gira después?
—Las mismas Reinas Chulas me organizaron algunas funciones más y otras me las generé yo, así que hago un breve periplo, que será una experiencia nueva para mí. Estoy contenta porque siento que será algo nuevo, renovador, muchos de mis colegas de Buenos Aires ya estuvieron en este festival, de hecho el año pasado estuvo Juan Pablo Geretto, y en 2008, Mónica Cabrera. Y la verdad es que nosotros, como actores rosarinos, no tenemos esa proyección, esa posibilidad. En Buenos Aires todo es bastante distinto, se valoran otras cosas, y la ciudad es una gran vidriera.
—¿Sentís que Rosario en un punto se vuelve expulsiva con sus artistas?
—Yo creo que tengo autoridad para hablar de esto porque hace muchos años decidí quedarme acá, más allá de que ahora esté en Buenos Aires trabajando. La verdad es que exceptuando el apoyo que brinda el público y algunos periodistas, la sensación es que si vos no te vas a Buenos Aires, en algún momento, la ciudad te manda. La sensación que yo venía teniendo últimamente es la del obstáculo permanente, la del “no poder hacer”.
—¿Creés que es una realidad que comparten artistas de otros rubros?
—Seguramente, pero nadie lo dice, porque tampoco hay muchos espacios donde poder decirlo: no hay programas en la televisión, que es el medio masivo, que se ocupe de estas problemáticas. A veces me parece que te preguntan siempre lo mismo, y la verdad es que hay cosas que tenemos que decir: siempre nos queda la sensación de que nos quieren hacer sentir eternos amateurs porque pareciera que nunca seremos profesionales para mucha gente de Rosario. Igual, a la hora de pagar impuestos, sí lo somos, entonces se hace todo muy difícil y contradictorio. Son obstáculos constantes: no tenemos medios ni producción para poder llegar masivamente a la gente, pero a la vez se nos exige como si movilizáramos masas de público. La sensación que tenía en el último tiempo es que no estaba trabajando, sino que estaba luchando. Eso me llevó a pensar que la lucha y la energía debía ponerla en un lugar en el que tuviese más sentido.
—También esa lucha que no llega a buen puerto termina generando un desgaste moral, emocional
—Obviamente. Pero más allá de esto que digo, no estoy enojada y voy a seguir trabajando en Rosario y Buenos Aires en la medida de lo posible. De todos modos, tengo ganas de intentar cambiar esta historia, seguramente con el apoyo de otra gente, de muchos de mis colegas. El único espacio que surgió como respuesta a esta problemática fue el de los bares, hace ya más de quince años. Fue algo autogestionado porque los artistas no teníamos salas donde presentarnos, pero sí un público que nos demandaba. Pero ahora siento que ese espacio también se empezó a apagar, quizás porque nunca terminó de profesionalizarse. En muchos casos, vas a los bares y seguís trabajando arriba de un tablón apoyado en cuatro cajones de cerveza.
—¿Sentís que los artistas también tienen que lidiar con gente que cree que hace varieté, un género dificilísimo, y son unos mamarrachos que han espantado al público de los bares?
—En cierta forma, los que empezamos, propiciamos que alguna gente se ponga una peluca y un vestuario cualquiera y suba a un escenario sin las herramientas necesarias como para poder hacerlo. De todos modos, de todas estas críticas, queda exenta mucha gente que nos apoya y sobre todo el público. La gente siempre nos ha demostrado que valora muchísimo lo que hacemos.
—¿Qué te espera a tu regreso a la Argentina?
—Seguir con las funciones en Buenos Aires, y hace más o menos un año que estoy trabajando con Juan Pablo (Geretto) en lo que será su nuevo espectáculo que se estrena la semana que viene (15 de julio) en el Multiteatro. En realidad, lo que hago es un trabajo de coach de actuación (entrenador), y se trata de un espectáculo nuevo que se llamará Yo amo a mi maestra normal, donde retoma su personaje de la maestra, pero es un unipersonal completamente nuevo, sólo con ese personaje.
—Como pasa con muchos de tus colegas que trabajan en el under en Buenos Aires, ¿la televisión es una posibilidad económica que tenés presente?
—En realidad, surgen cosas, pero la verdad es que yo no tengo demasiadas ganas o quizás todavía no apareció algo que me interese como para pensarlo seriamente.

martes, 6 de julio de 2010

Exaltación del ocio creativo



La bailarina y coreógrafa Cristina Prates, reconocida el sábado como “Artista distinguida de la danza” por el Concejo Municipal, consigue con “Dolce far niente” momentos de humor que invitan a la reflexión

DOLCE FAR NIENTE
Dirección: Cristina Prates
Intérpretes: Diego Ullúa, María Rosa Mognaschi,
Yerutí García Arocena, Lorena Concari
Música: Schubert, Mozart, Claudio Bolzani
Sala: La Comedia, El Rayo Misterioso




Por Miguel Passarini
“El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo”. Acaso la contundencia de una de las más célebres frases de Seneca sirva para entender la génesis de Dolce far niente, último espectáculo estrenado por el reconocido grupo local de danza-teatro Seisenpunto, que el sábado último festejó con una función gratuita en La Comedia sus 30 años de trayectoria, con la proyección previa de un video que sobrevoló las tres décadas de trabajo desde el estreno de Música para alegrías y tristezas, de 1980, cuando aún se llamaban Grupo de Danza Contemporánea de Rosario, hasta la actualidad.
La propuesta invita a repensar un mundo donde el ocio y el tiempo propio parecen estar relegados por la compulsión al trabajo y a la satisfacción de cuestiones materiales que alejan del real sentido de la vida. Dirá uno de los personajes: “¿Qué queremos ocultar con tanto trabajo?, ¿Qué queremos tapar con la obsesión que provoca la adicción al trabajo?”.
Lo ocioso pero no lo banal, eso que libera el cansancio al mismo tiempo que puede revelarse como un campo de búsqueda, autoconocimiento y creatividad, transitan el orden temático de Dolce far niente, cuya traducción, “el dulce no hacer nada”, da sentido a la frase tantas veces escuchada por generaciones de abuelos italianos que llegaron a América, básicamente a trabajar, y veían en el descanso y el ocio una “pérdida de tiempo”.
Tanto es así que una frase dicha por el padre de la directora en su niñez fue uno de los disparadores del trabajo: “La pereza por ser amiga empieza, después de ser amiga se hace tirana, causa luego gravísimos perjuicios y por último es vicio, que roba el bienestar, mata la calma y te desgarra sin piedad el alma”.
Después del barroco El jardín que ruge, un espectáculo de una profunda belleza formal pero por momentos vaciado de sentido, que contó con la dirección de Marcelo Díaz (quien participó como director invitado), la agrupación que lleva adelante Cristina Prates, reconocida con justicia el sábado como “Artista distinguida de la danza” por el Concejo Municipal (ver aparte), retomó la vieja impronta en la que prevalecen el humor, la fuerte presencia de lo femenino y la búsqueda de sentidos que lejos de volverse unívocos ponen en duda algunas “certezas”, juegan con lo supuestamente correcto y aceptado, accionan en el imaginario del espectador para dejar, al menos, algunos interrogantes respecto de eso que “debe hacerse” aunque no se tengan ganas.
En el espectáculo se juegan las diferencias entre el ocio y la pereza (quizás porque el ocio puede ser creativo y la pereza, sólo pereza), las arbitrariedades del movimiento como nexo entre lo narrativo (la palabra) y las acciones más ligadas con lo teatral, y los bordes “borrados” de ciertas instancias en las que la improvisación dio sus frutos a partir de los textos de Seneca, en particular los que aparecen en Argumentos para la sociedad del ocio, donde también se enfrentan a la “cultura del trabajo” plumas ilustres como las de Adorno, Barthes, Swift o Wilde.
Pero el espectáculo se vale también de esos otros textos, vivencias o ideas propias acerca del tema que aportaron los bailarines-actores.
A la espera de las reposiciones de los recordados Cuatro cuartos y Rojo, que verán la luz nuevamente durante agosto, Dolce far niente, si bien no está entre lo mejor de Seisenpunto, supone una transición, un momento de tranquilidad, un espacio para la reflexión, para pensar, y sobre todo, para disfrutar del ocio como un momento creativo, un gran desafío para el grupo si se piensa en la hipótesis de contar con el cuerpo y el movimiento “el no hacer nada”.

Reconocimiento a una gran trabajadora

Una emocionada Cristina Prates, quien subió al escenario tras la función del sábado para recibir el cariño de muchos de los integrantes de Seisenpunto que se hicieron presentes en el homenaje (los de ahora y los que a lo largo de estos años pasaron por la compañía), fue sorprendida por la concejala Clara García y el secretario de Cultura municipal, Horacio Ríos, entre otros, que se hicieron presentes para entregarle el diploma como “Artista distinguida de la danza”, en reconocimiento a “su invalorable aporte a la cultura de la ciudad”.
El proyecto para reconocer a Cristina Prates fue presentado por la edil del bloque Socialista, a quien acompañaron algunos de sus pares de bancada como también de otros partidos. “Esto es demasiado, me dijeron que había una sorpresa, pero esto es demasiado, no me lo esperaba”, dijo Prates conmovida. El cerrado aplauso y la ovación de la platea confirmaron la acertada decisión del Concejo, en una ciudad donde desde lo institucional no suele reconocerse la tarea y trayectoria de los grandes artistas locales como es el caso de Prates.
“Ayer (el lunes) ya fui a ensayar otro trabajo, justo ayer, 5 de julio, cuando se cumplieron exactamente los 30 años del debut del grupo. El reconocimiento no cambia mis cosas, hubiese deseado que digan que no tengo que lavar más los platos”, contó con humor a este diario Cristina Prates, quien agregó: “Estoy muy feliz, pero yo seguiré trabajando, a lo mejor más adelante tome conciencia de lo que implica el reconocimiento, pero el sábado me emocionó mucho porque no lo esperaba. Y me puse a pensar en el cariño de la gente que me rodea, porque necesitaron avales para conseguir la distinción, pero yo de eso me enteré después, cuando supe todo lo que habían trabajado mis compañeros, la gente de las escuelas donde trabajé y trabajo, mis amigos”.
Finalmente, la coreógrafa detalló: “Es algo que tenían planeado desde febrero, todos están muy contentos y sobre todo el público, que me sigue saludando. El sábado, muchos me decían que me lo merecía, y eso es muy fuerte. Como no sabía que lo iba a recibir, no tenía nada preparado, me quedé sin palabras. Aprovecho ahora para dedicárselo a todos los docentes con los que trabajé y trabajo, a la gente que, como yo, sigue dando clases, a los directores, vestuaristas, escenógrafos y bailarines que pasaron por Seisenpunto, que son muchos; a los periodistas que nos han apoyado, y a los alumnos que estaban ahí. También fue fuerte porque estaba mi familia, algo debí sospechar porque todos ya habían visto el espectáculo. Un primo mío me dijo: «Cristina, como te quiere la gente», y después recibí un mail de mi sobrina que me decía que están orgullosos de mí, eso es lo más hermoso que me puede pasar”.

Adiós a la madre de los títeres


LA RECONOCIDA TITIRITERA Y ESCRITORA SARAH BIANCHI MURIÓ ESTA MAÑANA EN BUENOS AIRES, A LOS 88 AÑOS


Hoy por la mañana, a través de un comunicado dado a conocer por el Instituto Nacional del Teatro (INT), se supo del fallecimiento de la reconocida titiritera porteña Sarah Bianchi, acontecido en Buenos Aires a sus 88 años. La artista, después de haber pasado 10 días internada en un sanatorio porteño, sufrió una complicación renal que produjo su deceso. Sus restos son velados en el Museo del Títere (Piedras 905), ámbito que fundó el 5 de noviembre de 1983. Fue profesora de letras, y desde muy joven, ocupó distintos cargos docentes en el Teatro Nacional de Títeres del INET. Tuvo bajo su responsabilidad, también, la cátedra de títeres en la Facultad de Psicopedagogía de la Universidad del Salvador, fue profesora de teatro y mimo en el Instituto Vocacional de Arte de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y profesora de mimo y pantomima en la Escuela Municipal de Arte Dramático, entre otros cargos.
En 1943, Bianchi ingresó al Teatro Nacional de Títeres y desde entonces desarrolló su actividad como titiritera en espectáculos para niños y adultos, tanto como directora, intérprete y autora. En 1947, fundó, junto a Mane Bernardo, su propio Teatro de Títeres con el que realizaron largas temporadas de labor teatral y artística. Paralelamente, se dedicó a la actividad periodística y literaria en las revistas Sur, Lyra y Saber vivir, al tiempo que tradujo textos de narrativa y técnicas de teatro. Participó en emisoras de radios y canales de televisión del ámbito nacional y, con sus espectáculos, realizó funciones en las principales salas de teatro porteñas y del interior del país, como así también en el exterior, en Puppetteres of America (EE.UU.) y Opera dei Burattini (Italia). Luego, realizó una gira por 14 países patrocinada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación.
Su labor titiritera, con más de 55 años de actividad, fue reconocida y premiada tanto a nivel nacional como internacional. Es de destacar el Premio Konex a las 100 mejores figuras del espectáculo y Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Además, en 1995 recibió el premio Pregonero en la Feria del Libro Infantil, y en 1997 fue declarada Amiga Permanente de los Niños de la Ciudad de Necochea. Desde entonces, se instituyó en esa ciudad, el premio Mane-Sarah al mejor titiritero. También recibió el premio Argentores por sus 50 años de teatro y el María Guerrero a la trayectoria, y fue reconocida como Ciudadana Ilustre, por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, al tiempo que obtuvo el premio a la Trayectoria, otorgado por el INT, y el Pablo Podestá a la Trayectoria Honorable, otorgado por la Asociación Argentina de Actores. En 1983, inició las actividades de la Fundación Mane Bernardo-Sarah Bianchi, entidad de bien público que presidió hasta su muerte. En 2007, el INT publicó sus obras completas: Teatro, títeres y pantomimas.

sábado, 3 de julio de 2010

El tránsito de un hombre común convertido en asesino serial


WALTER OPERTO DIRIGE “MATÉ A UN TIPO”, DE DANIEL DALMARONI, QUE SE CONOCE ESTA NOCHE, A LAS 21.30, EN EL CENTRO CULTURAL LA NAVE

Por Miguel Passarini
Daniel Dalmaroni, dramaturgo y escritor platense que en los últimos años ha encontrado en el teatro independiente argentino un lugar de privilegio (en este momento, tres obras suyas conviven en la cartelera porteña), comenzará finalmente a ser conocido en Rosario, a partir del estreno de esta noche de Maté a un tipo, junto con Una tragedia argentina (http://puroteatrorosario.blogspot.com/2010/04/final-de-una-familia-carnicera.html), dos de sus textos más representados.
De la mano del director Walter Operto, al frente de un elenco integrado por actores debutantes surgidos del taller Losdemedina (de Oscar Medina), la obra se presentará los sábados, a las 21.30, en el Centro Cultural La Nave (San Lorenzo 1383).
Con las actuaciones de Enrique Marín, Romina Zencich, Leonela Frezotti y Javier Fernández, Maté a un tipo muestra a un hombre en lo cotidiano de su hogar, quien le confiesa a su mujer que ha matado. Lo que aparentemente es un hecho único, producto de un impulso, de un momento de locura, se transformará en un hecho cotidiano. Su esposa, quien hace lo posible para “alejarlo del crimen”, se verá transformada en su principal encubridora. La compulsión homicida del esposo encuentra “contención familiar” en su mujer, pero finalmente, todos caerán en su furor asesino. “A través de un humor del color más oscuro, la obra nos lleva por los laberintos del matrimonio y nos muestra hasta dónde es capaz la familia de encubrir los horrores más terribles”, adelanta Operto en el parte de prensa.
“De algún modo, sentimos que es el dramaturgo del momento por la repercusión que está teniendo su obra, a la que llegué por leer críticas y por recomendación de Ricardo Monti, quien fue su maestro. Después de comprar un libro con sus obras, me interesó ésta porque, precisamente, está muy lejos de lo que yo escribo, que está más ligado al teatro político. Creo que lo que más me atrapó es esto que se califica como «humor negrísimo», y que caracteriza toda su producción dramática”, contó Operto en diálogo con el diario El Ciudadano, quien adelantó que Daniel Dalmaroni estará esta noche en Rosario para el estreno de su obra en la ciudad.
“Creo que uno de los aspectos que también me generó interés es que la obra trabaja sobre una problemática de familia, más allá de que lo que desencadena el conflicto sea un hecho delictivo, una muerte. Es la historia de un hombre común que se convierte en un asesino serial, independientemente de que en el fondo de su conciencia, crea que si bien mata a personas, no es un asesino. En ese sentido, la obra es muy interesante, sobre todo en este momento donde el tema de la inseguridad está tan presente en la realidad cotidiana”, expresó Operto acerca de una pieza que, en cierto modo, responde desde lo estético a una especie de nuevo grotesco argentino.
“Del mismo modo –concluyó el director–, es un gran desafío para nosotros como creadores poder contar esta historia en escena que es más cinematográfica que teatral; poder exponer la complicidad de la mujer y de la hija que empieza a colaborar, jugar con estos elementos que en principio nos daban risa, pero que después nos llevó a preguntarnos de qué nos reímos. Estamos preocupados por lo que pueda pasarle al público con una historia y un personaje que llega, incluso, a «matar» en escena”.

El autor

Daniel Dalmaroni nació en La Plata en 1961 y reside hace varios años en la ciudad de Buenos Aires. Es autor de la obras teatrales Burkina Faso, New York, Una tragedia argentina, Cuando te mueras del todo, Maté a un tipo, La vida de los demás, Las malditas, El secuestro de Isabelita, Los opas, Como blanca diosa, Lucha libre y Splatter rojo sangre. Ha obtenido los premios Estrella de Mar – Argentores (2008); Tercer Premio Municipal de Dramaturgia (bienio 2002/2003) y menciones especiales del Fondo Nacional de las Artes (2003) y el Concurso Nacional de Teatro de Humor (2006). Además es narrador y guionista y se ha desempeñado como director teatral, docente y periodista. Como guionista ha escrito, junto a Erika Halvorsen, la cibernovela Amanda O, producida por Dori Media Group, con Natalia Oreiro y Luciano Castro. Ha publicado parte de su obra dramática en 2006 por la Editorial Corregidor y la novela Yo lo toqué a Karadagián (1999, Ediciones Último Reino). Sus obras han sido representadas en más de 15 ciudades de la Argentina y en España, Ecuador y Uruguay. Su obra dramática está traducida al inglés y al portugués.


"La danza me ha salvado"



CONMEMORACIÓN.

La bailarina y coreógrafa rosarina Cristina Prates habla de Seisenpunto, grupo de danza-teatro que, con una función de “Dolce far niente”, comienza a festejar esta noche, a las 21, en la sala municipal La Comedia y con entrada gratuita, sus 30 años de vasta trayectoria



Por Miguel Passarini

Un espacio de pura creación, siempre de puertas abiertas, con gente que pasó, se quedó o partió a conquistar otros horizontes. Se trata de una descripción (entre tantas posibles) de las particularidades del grupo de danza-teatro rosarino Seisenpunto, que comienza hoy con los festejos de sus tres décadas de historia, en las que brillan una serie de propuestas que transitaron estéticas y lenguajes en los que la experimentación se revela como uno de los rasgos característicos.

El próximo lunes se cumplirán exactamente 30 años desde que las bailarinas y coreógrafas locales Cristina Prates y Ruth Paccotti crearan el grupo Danza Contemporánea de Rosario, que con el correr del tiempo se transformaría en Seisenpunto, el mayor referente rosarino en materia de danza-teatro. Pero esta noche, en conmemoración del tiempo transcurrido, el grupo que lleva adelante Cristina Prates ofrecerá una función gratuita de su último espectáculo, Dolce far niente, a las 21, en La Comedia (Mitre y Ricardone). Un poco antes, un video recorrerá los 30 años de producción: “Las imágenes del principio serán fotos, porque de esos años tenemos algún material en Super 8; pasó tanto tiempo… y acá estamos, seguimos trabajando”, contó Prates en diálogo con el diario El Ciudadano.

Desde Música para alegrías y tristezas, de 1980, hasta el estreno de Dolce far niente del año pasado, “una reflexión, un canto, al ocio, «al dulce no hacer nada»”, según detalla el parte de prensa acerca del espectáculo del que participan María Rosa Mognaschi, Yerutí García Arocena, Lorena Concari y Diego Ullúa, con música de, entre otros, Schubert y Claudio Bolzani, más de veinte propuestas han marcado las diferentes etapas del grupo, cada una con sus características, cada una con su gente, cada una con las referencias propias de un grupo marcado por la diversidad, la buena onda, un profundo sentido del humor y un particular interés por el rol de la mujer.

“Estamos muy contentos con el festejo, porque es mucho tiempo el que ha pasado y nunca paramos. En aquellos primeros años, en esas primeras fotos, nos vemos todos tan jóvenes que es verdaderamente muy fuerte: la verdad es que me parece mentira que haya pasado tanto tiempo, porque uno va trabajando, se van pasando los años, y hasta que no llega un momento como este, no te das cuenta. Es muy gratificante el reconocimiento de las generaciones nuevas que vienen y te dicen: «Prates, mirá todo lo que hiciste». Uno hace todo el tiempo y seguiremos haciendo, porque por el momento no pienso en el retiro. Además, me emociona mucho el cariño de la gente, de un público que conoce nuestra producción y que nos sigue desde hace muchos años”, relató la coreógrafa.

Cristina Prates reflexionó acerca de lo que hubiese sido su vida alejada de la danza, una elección que hizo siendo muy joven. “Creo que no podría haber vivido, pienso qué hubiera sido de mi vida si hubiese terminado la carrera de abogacía; si hubiese sido abogada, no hubiese sido nunca tan feliz, porque la danza me ha salvado de muchas cosas, y no sólo hablo de este grupo, sino también de los talleres de la Escuela de Danza Nigelia Soria, que cumplió veinte años en 2009. La creación con estos grupos de trabajo son momentos de mucha alegría, de felicidad, y a mí me gusta trabajar, me gusta estar ensayando en mi taller, me gusta hacer”, contó la directora, quien reconoció que las limitaciones técnicas y económicas han incentivado siempre el ingenio: “Es verdad que las limitaciones agudizan la creatividad. Hay gente afuera que tiene unos espacios impresionantes y presupuestos, y no hacen grandes cosas. Siempre que pienso en las limitaciones, me acuerdo de la época del proceso: hacíamos cosas buenísimas, muy osadas para lo que estaba pasando; bueno, esa era una manera de transgredir. Me viene a la cabeza un libro sobre la creación que se llama Free play (de Stephen Nachmanovitch), donde se explica cómo los límites te ayudan a creador cosas, porque de un modo u otro, todos somos limitados y a esos limites hay que empujarlos”.

Respecto de Dolce far niente, espectáculo que sigue a propuestas como Vi luz y subí (1992), Manchas de aceite violeta (1996), Rojo (1996, nueva versión 2002), Cuatro cuartos (1999), In corpore sano (2001) y El jardín que ruge (2006), expresó la bailarina: “Fue una idea que me vino a la cabeza porque yo estoy en un momento de mi vida en el que le dedico tiempo al ocio creativo: el ocio te ayuda a reflexionar, es «el parar un poco». El ocio es ponerse a pensar; además, algo que decimos en la obra, es que uno reflexiona cuando está ocioso, cuando tiene un tiempo para descansar, del mismo modo que los sueños, que aparecen cuando uno descansa”.

Respecto del modo de trabajo, Prates dijo finalmente: “La circularidad de roles es una marca del grupo, y más allá de que una coreografía pueda partir de una idea mía, cada uno aporta lo suyo en función de las improvisaciones, donde aparecen los textos y a partir de eso se improvisa. Por ejemplo: muchos de los textos de este espectáculo fueron extraídos de conversaciones del grupo sobre el tema y hay cosas de Lucio Anneo Séneca. Después cada uno habló y acercó lo suyo desde su entorno: lo que decían las abuelas, los amigos o mi viejo, está en la obra de algún modo, que es un poco lo que dice todo el mundo respecto del descanso y el placer”.