“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




domingo, 30 de mayo de 2010

Teatro rosarino premiado


Se pone en marcha el martes, en diversos escenarios de la ciudad, con entrada libre y gratuita, un clásico en el cronograma teatral local. Se trata del ciclo de espectáculos, de estéticas y poéticas diversas, que fueron ganadores en 2009 de los Proyectos de Coproducciones Municipales

Por Miguel Passarini
Un clásico de cada año en el cronograma teatral local, la muestra de las obras premiadas por el proyecto de Coproducciones Área Teatro de la Secretaría de Cultura Municipal, se pondrá en marcha el martes, en diversos escenarios de la ciudad, con entrada libre y gratuita.
Convertido en una plataforma de despegue para grupos o creadores que encuentran en el subsidio la posibilidad económica para terminar de dar forma a sus trabajos, teniendo en cuenta factores que suelen quedar afuera como cuestiones ligadas a la producción y/o difusión, el ciclo tendrá este año la particularidad de desarrollarse, también, en ámbitos alejados del centro rosarino, con la saludable intención de acercar el teatro a lugares donde no suele llegar.
Organizado por la Dirección General de Programación de Artes Escénicas de Secretaría de Cultura, el concurso, propone este año un interesante mosaico de obras que van desde la adaptación de clásicos hasta creaciones colectivas, pasando por el infantil o la llamada nueva estética circense.
Los subsidios, surgidos del Fondo Municipal de Cultura, fueron instituidos, según se adelanta, “para estimular la producción de proyectos de artes escénicas de nuestra ciudad, y está destinado a los montajes que demuestren creatividad y solvencia en el trabajo teatral actual”.
La programación comenzará mañana, a las 18, en la Vecinal Parque Regional Sur (Aguirre 6050), con el estreno de Pajaritos (cruce de tragedias), con dirección de Cristián Cutró, al frente del grupo Theorematos. La propuesta, entre otras cosas una versión libre de Tito Andrónico, de Shakespeare, cuenta con las actuaciones de Jonatan Cizmas, Nadia Grisetti, Elena Llonch, Emiliano Pino, Julieta Hemmerling, Damián Ignacio Valdés y Natalia Esquenazi.
Por su parte, el jueves a las 10, en el Centro Municipal Distrito Oeste (Avenida Perón 4602), se podrá ver Mujeres de ojos negros (foto), con dirección de Paola Chávez, espectáculo que esta noche tiene su función para prensa en la sala CET (San Juan 842), donde continuará en cartel los domingos de junio y julio. La propuesta cuenta con las actuaciones de Romina Tamburello (también a cargo de la dramaturgia) y Camila Olivé. Según se adelanta, Mujeres de ojos negros, propone “una mirada irónica sobre las relaciones femeninas, y desanda los vínculos de dos mujeres en el contexto de una familia matriarcal a punto de romperse”.
El viernes 4, a las 20, en el Centro Municipal Distrito Noroeste (Provincias Unidas 150 bis), será el turno de la muy recomendable versión de la obra Sacco y Vanzetti, de Mauricio Kartun, con dirección de David Edery, al frente del Colectivo Teatral Sietelocos, que realizó una exitosa temporada en el Teatro Municipal La Comedia. La puesta de Edery cuenta con las actuaciones de Miguel Franchi, Pablo Coppa, Liliana Belinsky, Patricia Pareja, Roberto Chanampa, Carlos Soto Payva, Eduardo Vercelli, Sergio Garfinkel, Raul Santangelo, Gloria Bussano, Raúl Luna Tubio y Miguel Chiaudano (ver http://puroteatrorosario.blogspot.com/2010/04/la-revolucion-de-las-palabras.html).
El sábado 5, a las 11, en la plaza Pringles (Pasaje Álvarez y Presidente Roca), se conocerá Capot Capot, con dirección de Miguel Bosco y Esteban Goicoechea, espectáculo del prolífico grupo Pata de Musa Teatro, que cuenta con las actuaciones de Paola Chávez, Nicolás Marinsalta, Carlos Rossi y Ariel Hamoui.
El jueves 10, a las 9, 11, 14 y 16, en el La Comedia (Mitre y Ricardone), será el turno de Baltracio, el infantil, con dirección de Facundo Fernández, un espectáculo ya estrenado en La Manzana, pensado para lo más chicos, con las actuaciones de Andrés Martorell, María Eugenia Santamaría, Nicolás Frete, Laura Cardinali y Victoria Madariaga.
Por su parte, el viernes 11, a las 21.30, tendrá su función en La Comedia la referida Mujeres de ojos negros, al tiempo que el sábado 12, en el mismo horario, regresará a ese escenario Sacco y Vanzetti, poco antes de sus presentaciones en la ciudad de Santa Fe.
El viernes 18 de junio, a las 22 en el CEC (Sargento Cabral y el río), se presentará el espectáculo de circo-teatro Desoleadas, que sábado y domingo se conoció en el mismo ámbito (ver http://puroteatrorosario.blogspot.com/2010/05/mujeres-desoleadas-sin-miedo-la-soledad.html). Tras el éxito de Sonus, Kúmulus Limbus ofrece ahora un trabajo del que participan Lucia Quiroga (trapecio), Estefanía Caminotti (clown) y Julia Lamas (tela, canto y danza), acompañadas por los músicos Nicolás Tomé (teclado y loops), Gabriel Coronel (contrabajo, banjo) y Fernando Miño (percusión), bajo la dirección de Vicky Olgado.
El sábado 19, a las 22 en el CEC, se podrá ver nuevamente Pajaritos, mientras que el domingo 20, a las 22, en el mismo ámbito, ofrecerá una segunda función Desoleadas.
El jurado de la edición 2009 de Coproducciones Municipales estuvo integrado por el actor y director rosarino radicado en Jujuy, Rodolfo Pacheco; el actor y director porteño Damián Dreizik, el crítico teatral local Julio Cejas (Rosario 12) y las directoras teatrales locales Claudia Piccinini y Patricia Martinelli.

viernes, 28 de mayo de 2010

Mujeres “Desoleadas”, sin miedo a la soledad



ESTRENO CIRCO-TEATRO. Mañana y el domingo, en el Centro de Expresiones Contemporáneas (Sargento Cabral y el río), Kumulus Limbus presenta su nuevo espectáculo, premiado en Coproducciones 2009. También se podrá ver viernes 18 y el domingo 20, a las 22.





Por Miguel Passarini
"La soledad no siempre es un lugar oscuro del que no se puede salir”. Con estas palabras, la actriz, clown y cantante Estefanía Caminotti sintetiza el alma de Desoleadas, nuevo espectáculo de la compañía local de circo-teatro Kumulus Limbus (Sonus), que se conocerá este fin de semana en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC, Sargento Cabral y el río).
La propuesta conjuga en un mismo espacio escénico teatro, circo y música, mundos que navegan a través de diferentes maneras de hablar de la soledad, merced a las miradas de tres mujeres que, en cada caso, están acompañadas por un músico y un instrumento en particular, con los cuales, según adelantan, “comparten sus desvelos”.
Tras el éxito de Sonus, espectáculo con el que grupo sumó un escalón más en relación con sus propuestas anteriores, Kumulus Limbus ofrece un trabajo del que participan Lucia Quiroga (trapecio), Estefanía Caminotti (clown) y Julia Lamas (tela, canto y danza), acompañadas por los músicos Nicolás Tomé (teclado y loops), Gabriel Coronel (contrabajo, uquelele y banjo) y Fernando Miño (percusión), todos bajo la dirección de Vicky Olgado, quien integró los fragmentos de una propuesta surgida como creación colectiva que en 2009 recibió uno de los subsidios de los proyectos de Coproducciones Área Teatro de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario.
“Cuando pensamos en el nombre de la obra, surgió este juego de palabras, porque pretendíamos que desde el nombre ya estuviese sugerida la temática: Desoleadas habla de las soledades individuales pero también de las soledades compartidas, e intentamos con este trabajo desmitificar esto de que la soledad es un lugar terrible, oscuro, un hueco del que no se puede salir”, contó Caminotti al diario El Ciudadano en relación con el singular nombre del espectáculo que remite a algo infecundo, solitario (desolado), pero al mismo tiempo, que acontece a la luz del sol.
Respecto de la estética sobre la que trabaja el grupo, la actriz y clown detalló: “Intentamos desde un comienzo trabajar a partir del cruce de lenguajes, donde circo, danza, actuación y ahora música en vivo, tienen una fuerte presencia, pero sin perder de vista que lo que nos interesa es que los trabajos tengan una impronta fuertemente teatral, que el lenguaje sirva, más allá de una demostración de cierta destreza, para contar algunas cosas que tenemos ganas de contar, y no quedarnos en el puro efecto. Lo que siempre buscamos es, con nuestras herramientas, poder expresar una sensación, un sentimiento, contar una historia”.
Buscando describir lo concreto del espectáculo, la actriz explicó: “Es una propuesta estructurada a partir de solos que hablan de la soledad, somos tres protagonistas y cada una cuenta con el acompañamiento de un músico en particular, al tiempo que los músicos, luego, se integran como banda en el resto del espectáculo”.
Caminotti habló finalmente del buen momento que la estética circense atraviesa en la ciudad. “Hace muchos años que se viene trabajando desde espacios como la Escuela de Artes Urbanas y desde los talleres y espacios particulares, y creo que en este momento, lo recorrido está dando sus frutos: hay mucha gente interesada en la estética, algo que a los que venimos trabajando nos pone muy felices, incluso Rosario se transformó en un importante espacio de formación tanto dentro del circuito nacional como internacional”.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Primer Mercado de las Artes Escénicas

En el marco de la Fiesta Regional del Teatro que se realizará en Córdoba y agrupará trabajos de esa provincia, Santa Fe y Entre Ríos, el emblemático grupo teatral La Cochera, comandado por Paco Giménez, que cumple 25 años de trayectoria en 2010, llevará adelante entre el 28 y el 31 de julio, el 1º Mercado de Las Artes Escénicas conjuntamente con la Red de Productores Culturales de Latinoamérica y el Caribe. El Mercado será un espacio en el cual los artistas, grupos, compañías y/o sus representantes, tendrán la oportunidad de establecer contacto directo para promocionar sus productos artísticos, realizar intercambios, acuerdos y negocios con alrededor de 30 programadores de eventos nacionales e internacionales para participar en festivales, circuitos artísticos, salas especializadas y ferias culturales de todo el mundo.
El proyecto busca consolidar una plataforma de las artes escénicas en Argentina que permita generar espacios de circulación y difusión de obras teatrales.
Durante los cuatro días de realización del mercado, los artistas, grupos y compañías podrán participar en forma gratuita de la Rueda de Negocios (entrevistas y promoción de portafolio artístico cara a cara con cada uno de los programadores), el Showcases (presentaciones frente a los programadores de fragmentos de obras en vivo) y de Girart Puerta al Mundo (plataforma web de difusión de portafolios artísticos).
Asimismo, previo a la realización del Mercado, los artistas, grupos y compañías que se inscriban para participar de la Rueda de Negocios, recibirán una capacitación que les proporcionará las herramientas necesarias para la elaboración de sus perfiles y los preparará para presentarse frente a los programadores.
Todos los interesados están invitados a inscribirse hasta el jueves 10 de junio inclusive, enviando por mail a mercado@girart.org el formulario de inscripción que se encuentra disponible en los sitios web: www.girart.org, www.mercadodeartesescenicas.blogspot.com y www.inteatro.gov.ar.
En estos mismos sitios también pueden consultar las bases y condiciones de participación

martes, 25 de mayo de 2010

Ambiguo, atroz, derrotado


El actor y director Ricardo Arias, al frente de Punto 0 Teatro, consigue una potente versión de “Ricardo III”, de Shakespeare, en la que prevalecen las buenas actuaciones y la morfología de la tragedia


LA TRAGEDIA DE RICARDO III
Dramaturgia: versión libre de “Ricardo III”, de Shakespeare
Dirección: Ricardo Arias
Actúan: Gustavo Guirado, Paula García Jurado, Laura Copello, Ana Tallei, Jorge Ferrucci, Yanina Mennelli, Gustavo Sacconi, Mauro Carreras y Luisina Zampa
Sala: La Manzana (San Juan 1950), domingos a las 20.30



Por Miguel Passarini
Los recuerdos de las tragedias isabelinas están presentes siempre, y parece que el teatro contemporáneo no puede borrar las huellas que dejó Shakespeare, el autor que descubrió que en la escena, como en la vida (de donde solía tomar las historias que luego recreaba), deben convivir las virtudes, misterios, vicios y miserias de los seres humanos. Todo está en esos textos marcados por ambigüedades y atrocidades, todos los conflictos posibles aparecen allí, incluso aquellos que parecieran inimaginables o “invisibles”. Sólo hay que saber leerlos, desmembrar sus parlamentos y accionar en su “contra” para poder sacar a la luz su esencia, y entonces las resonancias en el presente se vuelven inevitables.
Acaso el paradigma de las tragedias, incluso por encima de Hamlet porque aquí el protagonista, a diferencia de éste que es una víctima, hegemoniza la maldad, sea Ricardo III, texto que ha encontrado en la ya transitada versión de Punto 0 Teatro estrenada el año pasado y por estos días recorriendo sus últimas funciones (al menos por el momento), un extraordinario modo de acercarse al presente con contundencia y sin manierismos.
Hay un relato de ficción y uno real: una especie de metateatro que se agrieta, para dar paso a las formas de la tragedia. Los actores anuncian lo que vendrá (“el que avisa, no traiciona”, asegura el dicho popular), adelantan que el mal se hará presente allí, pero lo que importa es la forma de un sustento narrativo que abrevará en el pasado pero que se dejará seducir por las resonancias que esas narraciones trágicas tienen en el presente.
Y entonces Ricardo III, traicionero y vil pero dueño de uno de los discursos más ricos en matices y contradicciones que haya escrito Shakespeare, no mostrará demasiadas diferencias con un político en campaña, al que no le importará quién quede en el camino con tal de lograr su objetivo: la corona (o el sillón de Rivadavia), incluso “dibujando” los votos a su favor. Ni su propia sangre derramada (la de sus hermanos y sobrinos, como la de otros integrantes de su familia), ni el dolor inconcebible de su madre, ni el derrotero aciago de Isabel, ni el padecimiento de la pobre y confusa Ana, ni las maldiciones de Margarita heredadas por generaciones, ni las jugadas sin respuestas de sus acólitos más entregados (los mismos que sugieren “contestá que no pero aceptando”), entre otros tormentos, alcanzarán para correrlo del camino, y mostrarán su verdadera dimensión, el ansia desmedida de poder, acaso el más oscuro y al mismo tiempo revelador costado del relato shakespeareano, que adquiere en esta puesta su carácter multiplicador, incluso contando todos los personajes. Para lograrlo, Arias “superpone” algunos en un mismo actor, con mínimos cambios de vestuario, independientemente de que el vestuario tampoco es aquí tan importante, sino una forma de “aproximación” a los personajes y a la historia, una manera de “expresarlos”, de pararlos en escena.
El actor y director Ricardo Arias, conocedor de la obra de Shakespeare (dirigió una recordada versión de Macbeth, al frente de La Cicuta, a mediados de los 90, y ensaya Rey Lear), partió de una de las premisas del crítico, teórico y analista de la obra del Bardo que aparece entre los más encumbrados y revisionistas, se trata del polaco Jan Kott, quien dijo: “Shakespeare es como el mundo o como la vida, cada época encuentra en él lo que busca o quiere ver”.
Así, con actuaciones jugadas en un filo que va desde la introspección hasta la exaltación, cada actor trabaja con una poética propia pero asociado a una trama intrigante que no se corre de su objetivo y en la que están permitidas las disgresiones y lo que pudieron aportar las improvisaciones, en el contexto de un elenco parejo, de grandes actores locales, en el que se destaca Gustavo Guirado como Ricardo III, jugando entre lo paródico y lo ridículo un personaje deformado (física y psicológicamente), de una personalidad inaccesible e inclasificable, de enorme teatralidad.
Todos los personajes están allí, encima del público, dialogan, rompen la cuarta pared, están singularmente humanizados: respiran porque son humanos, la maldad es un sentimiento humano y la maldad está en ellos, aunque en cada caso toma formas diferentes, según la tragedia los va golpeando o involucrando.
La presente versión sirve, entre otras cosas, para repasar cuestiones ligadas con los valores de la familia frente al poder y la imposibilidad de concreción de proyectos “inclusivos” que siempre se ven desvanecidos por los intereses particulares (vaya paradoja en el presente). Del mismo modo, pone en tela de juicio el rol de la Iglesia y la supuesta creación de una nueva Inglaterra (¿un nuevo mundo?), con el agónico y derrotado Ricardo quien tras pronunciar la famosa frase “¡mi reino por un caballo!”, muere para dar paso a una nueva era, no menos sangrienta y también llena de promesas incumplidas.
Arias alcanza con esta puesta un trabajo maduro, inquietante y para nada pretencioso, con el que entiende cuál es hoy el verdadero sentido de poner en escena Shakespeare, porque deja en claro, por encima de todo, que sus tragedias piden ser revisadas, que sus maravillosos textos requieren de resignificación poética, pero también que el texto “lo es todo”, que no hay recurso ni humano ni tecnológico que consiga igualar semejante proeza estilística; sólo es imprescindible la inteligencia necesaria para saber cuál es el procedimiento para transitarlo y no terminar siendo una víctima más de la tragedia, quizás no de la daga de Ricardo, sino de la filosa pluma del autor.
En esta versión de Ricardo III, que con el correr de las funciones en dos temporadas ha logrado nivelar las intensidades y necesidades que requiere un texto semejante, no se ve sangre, no se juega lo trágico desde el recurso realista, pero sí desde su morfología: la tragedia, aunque “actuada”, está siempre latiendo, y acaso se trate del mayor logro de este trabajo, que no olvida que es teatro, pero tampoco olvida que la realidad puede ser aún mucho peor.
De un modo u otro, la puesta de Arias hace honor a las palabras del maestro Peter Brook cuando escribió: “Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.

jueves, 20 de mayo de 2010

Actuar para vivir, en escena


Con “Nacidos vivos”, la directora y docente Romina Mazzadi Arro al frente de un numeroso elenco, concreta un saludable homenaje a “Seis personajes en busca de un autor”, de Luigi Pirandello


Dramaturgia: versión de Seis personajes en busca de un autor, de Luigi Pirandello
Dirección: Romina Mazzadi Arro
Actúan: Betiana Arcuri, Ana Laura Carrafiello, Francisco Fissolo, Mariana Brarda, Ángel Polisano, Lionel Regine, Verónica Cauzzo, Sofía González, Carla Gordillo, Elisabet Cunsolo
Sala: Amigos del Arte (3 de Febrero 755), viernes, a las 22

Por Miguel Passarini
¿Dónde nacen los personajes? ¿Existe un momento en el imaginario del autor en el que los personajes cobran vida? Seguramente, pero ya tienen definida su morfología, su pensamiento, “nacen” con vínculos, con una prehistoria, nacen “vivos” porque surgen de una cabeza, que a su vez es ideología y pensamiento de un autor.
Nada como el teatro para hablar del teatro y Luigi Pirandello fue el primero en darse cuenta de lo que en principio puede parecer una obviedad, pero que, en el análisis profundo, puede abrir un interminable campo de debate acerca del metateatro, es decir el teatro dentro del teatro, en un sin fin de posibilidades y como un arte en sí mismo, algo que la escena contemporánea a puesto a funcionar nuevamente (del mismo modo que la “revelación” del espacio vital del ensayo), quizás confirmando lo que Pirandello sostenía, cuando aseguraba que llegaría un momento en el que el teatro “no podrá hablar de otra más que de su propio mundo”.
Tomando el paradigma del llamado metateatro, es decir Seis personajes en busca de un autor, de Luigi Pirandello, emblemático dramaturgo italiano y el referente más contundente del teatro de entre guerras (1867-1936), la dramaturga, directora y docente teatral local Romina Mazzadi Arro concretó, a fines de 2008, el primer proyecto de lo que dio en llamar Clínica de Producción de Espectáculos, que bajo el nombre Nacidos vivos, versiona, por momentos libremente, Seis personajes en busca de un autor, a través de un trabajo despojado en el que premian el ingenio y, en general, las buenas actuaciones de un elenco profuso y ecléctico. En la puesta se nota fuertemente, y a diferencia de otros trabajos de similares características, la cantidad de funciones realizadas desde su estreno hasta la fecha, con un dispositivo que ha sabido “engrasar” todos los engranajes para estar a la altura de semejante desafío.
Así, con la consigna de generar y sostener un espacio de investigación artística y teórica que también incluye versiones de la críptica Raspando la cruz, de Rafael Spregeldburd, y de Martha Stutz, de Javier Daulte (aún en cartel, los jueves a las 22, en el CET), Mazzadi Arro consiguió una sostenida versión de Seis personajes en busca de un autor, propuesta que tiene como mayor mérito una estructura que si bien respeta la original, se toma algunas licencias saludables a la hora de pensar en un modo de concebir el teatro que escapa a los cánones del realismo naturalista, algo sobre lo que la directora ha trabajado en los diez años que lleva al frente de Hijos de Roche, encontrando en el absurdo "un realismo" más creíble.
En principio, los espectadores se encontrarán frente a un ensayo que, por varios motivos, transcurre en Rosario. Como en el original, un grupo de “personajes” irrumpe en ese ensayo buscando un autor que de forma a su relato, “su lugar en la historia”. Al mismo tiempo, el director se ve tentado con un relato que es mucho más jugoso del que él y sus actores están intentando construir, aunque finalmente se dará cuenta de que no existirán actores capaces de representarlo. Como bien dice Pirandello, que cada personaje, para existir, “debe tener su propio drama”, entonces el relato comenzará a conjeturar sobre un entramado vincular en el que realidad y la ficción (más allá de que se trate siempre de una ficción convenida con el público), irán construyendo pequeños retazos de historias a través de los cuales aflorarán las virtudes y miserias de cada uno de los involucrados.
Empujando los bordes de esa ficción que enfrenta como en un ring de box sin cuerdas (el escenario) a “los actores” versus “los personajes”, el relato, que además altera instancias del final original, se vale de pasajes de gran efecto, sobre todo los del comienzo, jugados entre el tándem de “actores”, donde se lucen Ángel Polisano (el director), Lionel Regine (el asistente, en el original el tramoyista), Verónica Cauzzo (la apuntadora, personaje masculino en el original), Sofía González (primera actriz) y Carla Gordillo (segunda actriz).
De todos modos, el oficio y la impactante presencia escénica de Elisabet Cunsolo con una extraordinaria recreación de Madame Pace (o Madam Paz), personaje que es evocado sobre el final, está entre lo mejor de toda la puesta, que hace gala de un humor corrosivo y por momentos “incorrecto”, con el que, seguramente, Pirandello se hubiese sentido totalmente identificado.

martes, 18 de mayo de 2010

Una espacio atípico para aprender a mirar


El crítico teatral julio cejas presenta mañana, a las 19.30, en el Bernardino Rivadavia, el ciclo de charlas ¿“Qué ves cuando me ves”?

El crítico y periodista teatral Julio Cejas (Rosario 12), de vasta trayectoria tanto en Rosario como en otras ciudades del país, presentará mañana, a las 19.30, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia (San Martín 1080, Plaza Montenegro), el espacio para aprender a ver teatro denominado ¿Qué ves cuando me ves?.
A modo de charla informativa, hecho que se repetirá el miércoles 26 en el mismo horario, el ciclo, de carácter gratuito, tendrá un periodicidad de dos encuentros mensuales, los dos últimos miércoles de cada mes, hasta noviembre inclusive.
Entre otros temas, ¿Qué ves cuando me ves?, incursionará en temáticas tales como la importancia del espectador en la construcción de sentido de la producción artística, qué se sabe del teatro que se produce en Rosario, y si es mito o verdad que el público rosarino es el más exigente de todos los públicos.
Para el desarrollo de las charlas, los interesados asistirán todos los meses a una obra teatral. Incluso, se proveerán materiales para su análisis y posterior debate, hecho que, en cada caso, contará con participación de los elencos responsables. La primera obra sugerida es Nacidos vivos (basada en Seis personajes en busca de un autor, de Luigi Pirandello), que cuenta con la dirección Romina Mazzadi Arro, y que se presenta los viernes, a las 22, en la sala Amigos del Arte (3 de Febrero 755).
También integrante del Círculo de Críticos de las Artes Escénicas de la Argentina (Critea), Cejas dijo acerca de este proyecto: “Entre otros aspectos, tratará del gusto como legitimador de espectáculos ya consagrados, y el gusto como supuesto de una subjetividad formateada por los medios. Se planteará el tema del teatro como garante de la continuidad de las estéticas clásicas televisivas y el humor y la comicidad bastardeado por los filtros de la efectividad. Ya en la segunda etapa, se propondrá una temática que trabaje sobre el descubrimiento de otras formas de lo cómico. Intentaré, como lo hago en los desmontajes y devoluciones que llevo adelante en encuentros y festivales (uno de ellos, el Experimenta, que organiza el grupo local El Rayo Misterioso), poner a funcionar algunas herramientas teóricas para pensar géneros clásicos como, entre otros, el sainete y el grotesco”.

sábado, 15 de mayo de 2010

El fuego camina con ellas



Dos mujeres al filo del abismo, atraviesan en “La quema (todo candor trae sangre)”, de Gustavo Guirado, una especie de “vía crucis” en el contexto de una comedia bizarra donde prevalece el trabajo actoral de Claudia Schujman y Paula Fernández


Por Miguel Passarini
Hay olor a quemado, el fuego acecha casi tanto como el dolor que quita la respiración a dos mujeres que entre el humo, intoxicadas, asqueadas, sacan a relucir sus frustraciones. Una comedia bizarra, un juego teatral que derivó en otra cosa, quizás en la plenitud e intensidad de dos actrices impresionantes que llevan al límite sus potencialidades expresivas para abordar una obra inclasificable, provocadora, un trabajo singular dentro de la vasta producción de un director siempre arriesgado e inquieto como Gustavo Guirado que, como otras veces, se dejó seducir por la improvisación, aunque siempre conciente, y como suele decir, que “el imaginario del actor pulsa en el imaginario colectivo”.
Muchos mundos conviven en La quema (todo candor trae sangre), incluso el de los bellos y a la vez terribles poemas de Roberto Juarroz. Pero acaso el más revelador sea el real que se filtra, que acciona y atraviesa los cuerpos de las actrices. Algo se abisma (el mundo real se abisma, la Tierra tiembla por todos lados), algo se termina afuera, el fuego lo está quemando todo (¿el fin del mundo?, ¿el Apocalipsis?).
Ellas dos, en el encierro, desandan los fragmentos de sus pobres biografías de soledades: no hay hombres, los que están, están afuera, en medio de la quema (quizás ya quemados). Una de las dos mujeres escucha por la radio cómo la gente (los rosarinos) salen a quemar sus objetos poniendo distancia de los recuerdos en una especie de ritual catártico, y entonces, la metáfora del “barajar y dar de nuevo” no es un chiste. Pero adentro, ambas se extrañan de lo que acontece (de lo enloquecedor que se ha vuelto todo), y ritualizan situaciones como si pusiesen a funcionar un mecanismo de defensa. Pero, ¿actúan o son ellas en realidad?
Quizás estos dos personajes, no casualmente sin nombres, perdido por perdido, antes de resignarse a lo que viene, prefieran “recrear” el pasado que, según parece, aquí sí fue mejor.
De este modo, una se pone la ropa de los muertos y como una médium imita sus voces, los corporiza; la otra añora su cargo de vicerrectora en un colegio, época de la que sólo le quedó un viejo sillón como recuerdo y única reliquia, porque el resto es “vacío”.
Una enumera una lista de cremas y ungüentos para paliar el dolor de las quemaduras como presagiando el final, la otra se “incendia” de bronca ante el “no poder” permanente, que se ha vuelto una enfermedad crónica en ella y en todos.
Gustavo Guirado acciona, una vez más, en el mundo femenino, etapa que comenzó hace mucho tiempo y que empezó a profundizar a partir de su impactante versión de Medea. Ahora, y tras La temperatura, obra en cartel que habla de una mujer que no puede ser fecundada (también protagonizada por Schujman), presenta a dos criaturas que, en cierta forma, son víctimas de una especie de “esterilidad” afectiva.
Pareciera que todavía quedan espacios (aunque vacíos) para contar los despojos de un pasado en el que los vínculos (los de ellas) tuvieron sentido, pero ya no hay objetos, fueron regalados, sólo quedan sus sombras en pisos y paredes.
Si bien en el trabajo se notan algunos bordes de los materiales improvisados y por momentos, la puesta requeriría de una dramaturgia más elaborada, la visión de La quema se ofrece como un ejercicio para avezados en el mejor teatro de producción local. Claudia Schujman, una de las mejores actrices que ha dado la ciudad, se enfrenta a otro peso pesado, Paula Fernández, la otrora protagonista de Botellas al mar, o la pasión según Alicia, espectáculo estrenado por Guirado a fines de 1996 (una versión libre de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll), con varias temporadas sucesivas y con el que el director descubrió una poética.
La obra es de ellas, de las actrices, porque son ellas las que juegan en ese tiempo detenido, se pierden y reaparecen en la profundidad del espacio escénico, muestran su tormento, lo materializan, y toman conciencia de lo solas que están.
Así, el personaje de Schujman, casi como un alter ego de la autodestructiva Laura Palmer imaginada por David Lynch en Twin Peaks (el fuego camina conmigo), juega con fuego. Es un momento en el que todo adquiere sentido en medio de un clima enrarecido e inexplicable, y otra vez las palabras de Roberto Juarroz impresionan, porque ella dirá, entre otras cosas, y recordando abandonos sucesivos al borde del abismo, que “pensar en un hombre se parece a salvarlo”.

sábado, 8 de mayo de 2010

Infancia, guerra y muerte


Todos los sábados, a las 22, en la sala La Escalera de 9 de Julio al 300, Santiago Dejesús presenta “Obra 2 (recuerdos)”, donde dirige a un elenco infrecuente, integrado por Margot Rubattino, Omar Serra, Judith Romero, Carlos Frenkel, Mauricio Tejera Ferrua y Agustina Taborda



Por Miguel Passarini
Hace unos años, el actor y director teatral rosarino Santiago Dejesús creó el grupo Katástrofa con el que estrenó, en 2006, una versión “pobre” pero impactante de Ubú rey, de Alfred Jarry, donde comenzó a descubrir una estética que reforzaría en sus propuestas siguientes. Un par de años después, fue un texto casi olvidado, un cuento de Roberto Arlt llamado "Ester Primavera", lo que daba carnadura a Obra 1 (construcción de silencio), propuesta en la que la temática de la espera, la enfermedad y muerte se hacía presente, para regresar ahora en Obra 2 (recuerdos), recientemente estrenada, obra que se presentará todos los sábados (incluidos los restantes de mayo, junio y julio), a las 22, en La Escalera (9 de Julio 324).
En su nuevo espectáculo, cierta atmósfera kantoriana (por Tadeusz Kantor), envuelve a cinco actores y una bandoneonista en el contexto de un relato conmovedor, inquietante y al mismo tiempo doloroso, en el que la temática de la muerte vuelve a ser protagonista. “Para mí, la muerte justifica la vida; siento que es, de algún modo, lo que le da sentido, entonces la muerte me genera un interés muy fuerte a la hora de pensar en el teatro que produzco”, relató Dejesús respecto de la obra de la que participan Margot Rubattino, Omar Serra, Judith Romero, Carlos Frenkel, Mauricio Tejera Ferrua y Agustina Taborda, con la asistencia de dirección de Yanina Orieta.
El director, quien además fue uno de los protagonistas de la última película de Gustavo Postiglione, Días de mayo, cuyo trabajo le valió una nominación como revelación masculina para los premios Cóndor que se entregan este mes, expresó: “Acá, los disparadores fueron las historias de mis cuatro abuelos, desde ese lugar empecé a garabatear lo que después se convirtió en la dramaturgia de la obra. Son abuelos que vinieron de Italia y que se han reencontrado aquí después de la guerra. Obviamente, y como es mi modo de trabajo, yo sugiero esta idea pero los actores tienen la libertad de proponer en escena lo que más les interese, y así fue el proceso”.
El director aclaró que en la obra “cuatro de los actores, más allá de ser grandes por su talento, son grandes en edad, y eso me llevó a tener que adaptarme a sus tiempos, a poder descubrir que las dos generaciones que nos separan, obligan en el trabajo a tiempos distintos: a diferencia de lo que me pasa con otros actores, el simple hecho de verlos a ellos en escena ya propone una carga vivencial completamente distinta, hay en ellos una intensidad y una carga simbólica que es muy fuerte y por momentos se me volvía imposible agregar algo, más allá de que mi tarea tuvo que ver con ordenar un poco las cosas. El tiempo de más de un año y medio de ensayos tuvo que ver con eso: actores que necesitan otros tiempos para trabajar”.
Dejesús, que se mostró conforme con el trabajo de todo el equipo, destacó la tarea de Omar Serra, al que definió como “un sobreviviente de la movida de los años 80, un tipo de una creatividad desbordante. El perteneció a la barra de Miguel Abuelo, de Tanguito, estuvo exiliado, fue uno de los amigos de Batato Barea, creó la Compañía Teatral Sabina Beher, y además yo tuve el privilegio de debutar con él en teatro, por eso que su presencia se vuelve tan importante para mí”.
Respecto de cómo fue ganarse el respeto de todo el elenco, el director expresó: “No mintiendo, no generando falsas expectativas, y sobre todo, escuchándolos y dejándolos trabajar con mucha libertad; creo que esa libertad con la que transitamos por los ensayos se mantiene hoy en el espectáculo”.
En la propuesta, en la que respiran espectáculos emblemáticos e históricos como Wielopole, Wielopole o ¡Qué revienten los artistas!, ambos de Tadeusz Kantor, la conmoción se vuelve un signo. “Creo que el espectáculo, como pasa siempre, se completó con la presencia del público. El estreno fue un termómetro que nos sirvió para darnos cuenta de cuáles son los tiempos que respira lo que hacemos: las risas o los silencios fueron sustanciales, pero creo que la emoción de la gente al ver a estos actores y lo que acontece en escena es lo más potente de Obra 2”.

De la voracidad y el humor negro, al filo de la tragedia



Matías Martínez dirige a un equipo de grandes actores rosarinos en una versión de “La nona”, uno de los textos emblemáticos del grotesco argentino, escrito a fines de los años 70 por Roberto Tito Cossa

Dramaturgia: Roberto Cossa
Dirección y puesta: Matías Martínez
Actúan: Pipo Fernández, Tito Gómez, Mary Longo, Melisa Patriarca, Gachy Roldan, Silvina Santandrea, Mario Vidoletti
Sala: Lavardén (Sarmiento y Mendoza), domingos a las 20
Por Miguel Passarini
Una cocina humilde y está claro que son los finales de los años 70. Se trata de la época en la que Roberto Tito Cossa, en el momento más feroz de la última dictadura militar argentina, escribió una obra teatral cuya metáfora habla de conspiraciones, de encontrar en silencio la estrategia para quitarse algo (alguien) de encima porque hace daño, de sacarlo del medio porque ya no da para más, de una familia (¿un país?) cuyos integrantes son abatidos por el “hambre” voraz de lo que en apariencia es una pobre vieja pero que, detrás de su eterno luto, quizás se esconda otra cosa, porque, además, no muestra la cara.
Se trata de la trama de la emblemática La nona, un grotesco argentino con todas las letras que está de regreso en manos del director Matías Martínez al frente del grupo Tragedias Argentinas y un equipo de actores de vasta trayectoria en la escena rosarina.
La nona cuenta la historia de la decadencia de una familia humilde que no puede sostener el hambre voraz de una vieja de cien años que, extrañamente, mientras los restantes integrantes de la familia son literalmente consumidos por el acontecer cotidiano, la vieja se fortalece cada vez más y tiene más hambre.
Tomando como punto de partida los elementos necesarios como para construir un grotesco partiendo de las coordenadas del sainete, es decir un conflicto que responda al imaginario popular y familiar y de tono altamente realista (aquí llevados casi al hiperrealismo), los siete personajes imaginados por Cossa y su estrategia vincular están en escena.
La Nona en cuestión (muy buen trabajo de Silvina Santandrea), una sobreviviente italiana, no hace otra cosa que pedir comida en forma compulsiva. Al mismo tiempo, Chicho (un personaje a la medida de Mario Vidoletti), uno de sus nietos, le escapa al trabajo porque, según dice, quiere ser “artista”, y así se enfrenta a Carmelo (Pipo Fernández), hermano mayor de Chicho y el único que aporta el poco dinero que ingresa a la casa trabajando en un puesto del mercado que está a punto de perder.
Del otro lado, María (Gachi Roldán), la apesadumbrada y hastiada mujer de Carmelo, lleva adelante la casa junto con Anyula (Mari Longo), hija solterona de la Nona, quien de algún modo es la aliada de María, al tiempo que Martita (Melisa Patriarca), hija de María y Carmelo, “trabaja de noche”, supuestamente en una farmacia, para acercar algo de plata que sirva para “parar la olla”.
La falta de dinero para sostener en pie la casa comienza a carcomer los vínculos al mismo tiempo que nadie conseguirá trabajo (o no querrá hacerlo) para sacar las cosas adelante y saciar la glotonería de la vieja. Ante la presión de Carmelo para que deje de lado su sueño imposible de componer tangos, la estrategia de Chico, luego de urdir una serie de imposibles para zafar de la situación, será quizás la más desopilante y la menos pensada: casar a la vieja con un quiosquero del barrio, Don Francisco (un estupendo Tito Gómez), al que le hace creer que la vieja, supuestamente a punto de morir, es dueña en Italia de una fortuna incalculable. Concretado el hecho, todo saldrá mal, y lo que en ciernes alimenta cada vez más el grotesco, desembarca en el filo de una tragedia que se vuelve irremediable en medio de un humor que pasa de fresco y liviano, a negrísimo.
Más allá de la estupenda puesta que, en general, propone Martínez, quien en los últimos años ha demostrado un particular interés por acercarse al público (antes estrenó Esperando la carroza, de Jacobo Langsner, con gran repercusión de público), y que con esta versión de La nona ofrece un verdadero homenaje al realismo naturalista de los años 70, con una escenografía jugada como si se tratase de un viejo set televisivo de aquellos años, la presente versión de La nona tiene a favor un equipo de actores probados y, sobre todo, el desafío de pensar un personaje que en el imaginario popular adquiere la figura de Pepe Soriano, quien recreó a la vieja en cine y en teatro y alimentó el mito de que Cossa escribió el personaje para que lo interprete un hombre, quizás porque en su momento se inspiró en uno de sus abuelos italianos. De todos modos, Santandrea, merced a su conocido y demostrado talento, juega el personaje desde lo corporal convirtiéndose en un “bicho” extraño, al tiempo que saca adelante el cocoliche (italiano-castellano) que motoriza el discurso de la vieja, cuya presencia es potenciada por el resto del elenco que, más allá de luces y sombras en los niveles interpretativos, alcanza momentos de gran intensidad humorística.
Quizás al trabajo, altamente recomendable, sólo le falte el rigor necesario como para dar paso a la tragedia: hay un momento en el que la tarantela deja de escucharse en la cocina de esa casa, hay un momento en el que ese texto pide silencio, hay un momento en el que el desamparo de los personajes (los sobrevivientes de la tragedia) provoca el vacío total (literal y metafórico) del espacio escénico, hay un momento en el que gana la vieja (el mal), y que sola, sentada, seguirá comiendo lo que encuentre a su paso.