Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del viernes 4 de noviembre de 2011)
Su vasta trayectoria teatral de tres décadas la posiciona como una de las actrices argentinas más talentosas de su generación. Sin embargo, un pequeño papel en un unitario de televisión (en Tratame bien, de Pol-ka) le dio hace un par de años la posibilidad de comenzar a brillar en la pantalla chica para terminar nominada a un Martín Fierro (por su personaje de Mabel en la tira Malparida, de 2010) y tener el reconocimiento popular, al tiempo que recientemente ganó el Konex a la labor unipersonal de la década. La actriz Mónica Cabrera, también dramaturga, escritora y directora teatral, regresa esta noche a Rosario con el tercero de sus elogiados unipersonales, El sistema de la víctima, luego de su paso del año pasado con El Club de la Bataclanas, que, junto con Arrabalera, mujeres que trabajan, forman un tándem de unipersonales a través de los cuales la actriz analiza instancias y situaciones de mujeres que van de la tragedia a lo disparatado, y en los que brillan su incuestionable ironía y su irresistible vis cómica en escena.
El sistema de la víctima se verá está noche, a las 21.30, en una sola función (al menos por el momento), en la sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza), y se revela como una cita obligada para los
amantes del buen teatro, ése donde el humor se vuelve la excusa perfecta para hablar de cuestiones vinculadas a las problemáticas contemporáneas, en este caso, “la sensación de ser víctimas” de un mal que, por lo general, se vuelve intangible pero irremediable.
“Yo quería hacer una tragedia moderna pero la gente se ríe, lo cual es bastante decepcionante”, dice con su habitual sentido del humor Mónica Cabrera, quien sostiene que El sistema de la víctima “reflexiona con humor sobre un mal que aqueja a la población: la sensación de ser víctimas; esa idea de no poder contra las circunstancias, o de no poder contra una naturaleza secreta que nos obliga a la queja”.
“En realidad, es complicado contar acerca de qué trata la obra porque con el tiempo fue mutando. Lo que sí sé es que hablo de cosas terribles y la gente se ríe y se ríe, creo que porque en realidad no entienden lo que pasa (risas), porque por ejemplo hay una mujer que está por suicidarse durante todo el espectáculo y la gente se sigue riendo en lugar de preocuparse por ella. Es así: la gente dijo que éste era un espectáculo de humor y yo quería hacer una cosa trágica; en realidad, una especie de tragedia contemporánea, pero no me lo permitieron. Cuando entro en escena y cuento lo dramático de estos personajes y de sus realidades, paradójicamente, la gente se ríe, y entonces lograron cambiarme la orientación inicial que tenía el espectáculo”, relató Cabrera a El Ciudadano, con cierta ironía respecto de los efectos que algunos de sus personajes “borderline” provocan en el público.
Estrenado en 2007, el espectáculo que se presentó en México y España, integra en medio de algunos tangos acerca de víctimas, seis personajes femeninos que se enfrentan a circunstancias desfavorables que los abaten: Rosamary fue abandonada ante el altar por el “pinche cabrón” de su concubino y padre de sus hijos. No va a llorar; lo busca para matarlo. Le sigue Felicidad, una anciana a la que su tío le hizo perder un pie bromeando. Tras cartón, Próspera descubrió en su terapia que no tiene suerte: atraviesa una crisis suicida, pero nadie mira hacia la cornisa desde la que intenta arrojarse. La que sigue es Bienvenida, que está en ataque de pánico permanente por las amenazas de la calle y la creciente inseguridad de la gran ciudad. A su tiempo, Máxima, dio algunas señales raras a su familia, e inmediatamente su marido la internó en un psiquiátrico. Y Amparo es la cantante de tangos que se disfrazó de enana para lograr un puesto de trabajo en el que pedían una cantante de tangos enana.
Respecto de por qué el espectáculo se llama El sistema de la víctima, la actriz, que como es habitual en sus unipersonales pone aquí de manifiesto sus infinitos recursos actorales al servicio de sus singulares criaturas, reflexionó: “Lleva ese nombre porque en algún momento, todos los seres humanos, nos hacemos un poco las víctimas. Y esa es la hipótesis que trato de demostrar con estos personajes; eso sí, siempre y cuando no se rían como locos, porque de ser así, no van a entender nada de lo que estará pasando. De lo concreto de la obra, puedo decir que todos, independientemente de que en algún momento podamos ser víctimas de algo o de alguien, nos hacemos las víctimas y frente a esto tenemos distintas reacciones, algunas de las cuales atraviesan las vidas de estas mujeres que están pasando por un mal momento”.
Finalmente, respecto de su paso por la televisión y de la repercusión que tuvieron sus personajes, que empezaron siendo pequeños y que, merced a su gran talento, con el paso de los capítulos, fueron adquiriendo protagonismo, la actriz expresó: “Yo me maté durante treinta años haciendo y estudiando teatro, incluso grandes clásicos, para que la gente me vea por la calle y me diga: «Vos sos Mabel, la de la carterita, la de la tele, la de Malparida» ¿Cómo le explicó yo a toda esa gente que en realidad soy una actriz de teatro, y que a lo largo de mi carrera hice Shakespeare, Góngora o Lope de Vega? Por eso creo que no hay que estudiar nada, habría que decirle a los niños que no estudien nada, si total después se acuerdan de vos y te reconocen porque te vieron en televisión llevando una carterita negra debajo del brazo (risas)”.
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