8º FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DEL MERCOSUR
Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del martes 4 de octubre de 2011)
Como pasa habitualmente en cada edición del Festival Internacional de Teatro del Mercosur que termina el fin de semana, las nuevas tecnologías y las propuestas alternativas suelen ocupar un espacio importante de la programación. Aunque distanciados por cuestiones tecnológicas y de lenguaje, durante el fin de semana dos momentos del festival apelaron a recursos preformativos
para abordar vínculos entre los protagonistas y el público.
Por un lado, el prolífico equipo de investigación BiNeural-MonoKultur, que recorre diferentes ciudades del mundo con trabajos creados para cada lugar, estrenó Homo-migrator.www (Virtual Performances – laboratorio para teatro virtual), en el que intervienen artistas de la Argentina, Alemania, Brasil, Colombia y España.
Por otro, el dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco, encabezó la performance Diez dramaturgos en espacios públicos, en la que un grupo de dramaturgos cordobeses, a partir de algunas consignas, buscaron hacer “visible lo invisible”, la escritura de los dramaturgos de gabinete, quienes trasladaron a la plaza sus escritorios, sus objetos personales, y frente a viejas máquinas de escribir desarrollaron historias a partir de consignas, al tiempo que buscaron reconstruir los relatos fragmentados de los ocasionales y curiosos transeúntes.
En Homo-migrator.www…, una propuesta de poco más de una hora de duración, los artistas Christina Ruf y Ariel Dávila, creadores del concepto, dirección y dramaturgia de la propuesta concebida en cuatro postas, trabajan a partir del reencuentro ocasional entre diferentes inmigrantes y los espectadores que, divididos por grupos pequeños, recorren cuatro salas del Centro Cultural España Córdoba, con la intención de descubrir los motivos y las arbitrariedades de los diferentes tipos de exilios que padecieron cada uno de los “migrantes”.
Así, las ideas de viaje, de reencuentro (virtual) y de compartir algo más allá de la distancia, pone
en jaque los alcances de las nuevas tecnologías a través de una simple cámara web y de un contacto on-line real con artistas que se encuentran en Alemania, España, Colombia y Brasil, apelando, en algunos casos, a pequeñas ficciones, y en otros, a historias reales, momentos en los cuales el proyecto se revela como una especie de biodrama virtual.
De este modo, esta serie de “intervenciones virtuales-teatrales” vía videoconferencia por internet, juega con la idea de mundo sin fronteras y en relación con la WorldWideWeb (www). En ese contexto, se trabaja sobre la idea de que el video-chat, “se convirtió en la herramienta fundamental de comunicación del migrante”.
También, la propuesta juega con la verdad y la mentira, con la imposibilidad de confirmar o descartar información, y con un nuevo modo de ficción que va a mitad de camino entre el “aquí y ahora” del teatro y el distanciamiento que provoca la presencia de una pantalla de televisión, dado que el vínculo que muestra cada segmento vía Skype es amplificado a través de este formato más convencional, convirtiendo a cada potencial espectador en un “televidente”.
BiNeural-MonoKultur es un grupo performático fundado en 2004 por Christina Ruf (Alemania) y Ariel Dávila (Argentina) para investigar en formatos que intervengan en el límite de la realidad y la ficción. Sus trabajos experimentan con espacios no convencionales y dan cuenta de un cruce de diferentes disciplinas.
Por su parte, dentro del apartado “Eventos especiales”, el dramaturgo Sergio Blanco tuvo a su cargo una performance que copó la atención de los cordobeses que transitaban por la histórica Plaza San Martín (frente al Cabildo y la Catedral).
Instalados con viejas máquinas de escribir, los dramaturgos involucrados apelaron al relato de los caminantes que en la calurosa noche del sábado fueron la matriz de posibles textos dramáticos ampliados y desarrollados en el mismo momento.
Así, partiendo del concepto de poner en primer plano el rol del que escribe, muchas veces opacado por la puesta en escena, este habitual acto privado quedó al desnudo.
Gonzalo Marull, Daniela Martín, Rodrigo Cuesta, Jazmín Sequeira, Rodrigo Fonseca, Sonia Daniel, Emilio Díaz Abregú, Mariana Richardet, Ricardo Ryser y Nadia Basanta fueron los dramaturgos involucrados a partir de un proyecto que, también, tuvo cierto aire de denuncia frente a la desconsideración que suelen sufrir los dramaturgos ante las mutilaciones, modificaciones e intervenciones que padecen sus textos, dado que el hecho de apropiarse de un ámbito como una plaza tiene cierto costado de acto político y de protesta, frente a los imponentes edificios históricos que la circundan y que representan todos los poderes.
Uno de los datos más interesantes fue la amplificación del sonido de los teclados de las recuperadas máquinas de escribir (en muchos casos, objetos de museo), casi como la musicalidad de una experiencia cuya riqueza se basa en la idea de “escuchar y ver” como se da la forma y se construye un texto teatral.
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