Taller de Crítica Teatral, dictado por integrantes de Critea en el Sindicato de Prensa de Córdoba.
"Amar", de Alejandro Catalán (Buenos Aires).
BALANCE DEL 8° FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DEL MERCOSUR
Durante 10 días, más de 50 mil espectadores hicieron propio un evento que, gracias a su programación y organización bianual, se ha convertido en un clásico dentro del circuito de festivales latinoamericanos
Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del martes 11 de octubre de 2011)
Cualquier opinión que pueda vertirse a modo de balance acerca del 8° Festival Internacional de Teatro del Mercosur, que terminó el pasado fin de semana en la ciudad de Córdoba después de diez días de intensa programación (se realizó del 28 de septiembre al 7 de octubre), estará apuntado a sostener un evento cuya consolidación ya es un hecho concreto, habiendo capitalizado la experiencia de años de trabajo y del tiempo recorrido con el histórico Festival Latinoamericano de Teatro, que comenzó en 1984 tras la vuelta de la democracia, y que se convirtió en una bandera de las nuevas expresiones escénicas que por entonces llegaban al país.
En la presente edición, muchos fueron al teatro, pero sobre todo los jóvenes. De un modo u otro, los cordobeses volvieron a ser parte del evento, un mérito del director del festival (también del Teatro Real), Raúl Sansica, y de su equipo, un hombre que viene del teatro y entiende y acepta la diversidad de miradas, escucha las críticas respetuosas y apela al cambio permanente.
De todos modos, el del Mercosur es un festival que habla por los números: más de 50 mil espectadores recorrieron salas y espacios no convencionales en poco más de una semana, llenando funciones hasta en los días y horarios más complicados, tanto en ámbitos oficiales (Teatro Real, General San Martín, Ciudad de las Artes, entre otros) como alternativos, del mismo modo que plazas, barrios, cárceles y distintos espacios de localidades del interior provincial, entre otras, Alta Gracia, Cañada de Luque, Capilla del Monte, Carlos Paz, Deán Funes, General Levalle, Huinca Renancó, Jovita, Laboulaye, Morteros, Oliva, Oncativo, San Carlos Mina, San Francisco, San Marcos Sierras, Serrano y Tanti.
Desde la organización, se aclaró que la cifra final incluye el lanzamiento del evento (con funciones a modo de prólogo del grupo español La Zaranda, 22, 23 y 24 de septiembre) y las funciones de la versión cordobesa de El niño argentino (de Mauricio Kartun, bajo la dirección de Omar Viale) y Viva la vida del fin de semana, esta última a cargo del grupo Assemblea Teatro de Italia, que fueron programadas como epílogo del evento.
Organizado por la Secretaría de Cultura de la provincia a través de la Subdirección de Artes Escénicas, esta gran fiesta del teatro reunió propuestas internacionales de Uruguay, Brasil, Chile, Bolivia, Suiza, Italia y España.
A la muestra internacional se sumaron espectáculos argentinos que llegaron a Córdoba desde Buenos Aires, Mendoza, Santa Fe, Rosario, Paraná y Chubut, sumando a estos, elencos oficiales, independientes y coproducciones especiales de la ciudad de Córdoba.
De este modo, la presente edición del Festival Internacional de Teatro del Mercosur agrupó más de 140 actividades que incluyeron, además de las funciones en salas, talleres y charlas, propuestas de extensión, funciones en barrios especialmente programadas, presentaciones de libros y un Taller de Crítica Teatral que llevaron adelante a lo largo de cuatro jornadas integrantes del Circulo de Críticos de las Artes Escénicas de la Argentina (Critea) de diferentes provincias, en la sede del Sindicato de Prensa de Córdoba (Cispren).
Los grandes protagonistas
En el marco de una programación profusa y diversa, que sumó en total una veintena de propuestas cordobesas frente a la docena de trabajos internacionales, buscando poner en valor el teatro de producción local, se destacaron, dentro del apartado internacional, puestas tales como Track (Suiza), del Teatro delle Radici; Odisea, versión del clásico de Teatro de los Andes de Bolivia; la chilena Diciembre, del grupo Teatro en el Blanco, bajo la dirección de Guillermo Calderón, y la española André y Dorine, del grupo Kulunka Teatro.
Por su parte, el unipersonal uruguayo Kassandra, con dramaturgia del francouruguayo Sergio Blanco y dirección de Gabriel Calderón, al frente del grupo Complot, se reveló como lo más destacado de la muestra internacional.
Dentro del apartado nacional, obras consagradas por el público y la crítica tales como las porteñas Nada del amor me produce envidia, de Santiago Loza con dirección de Diego Lerman; La familia argentina, de Alberto Ure con dirección de Cristina Banegas; Un hueco, de Juan Pablo Gómez, o la santafesina Edipo y yo, con dirección de Edgardo Dib, del mismo modo que la cordobesa Simulacro y fin, de Maximiliano Gallo, marcaron el rumbo de un teatro que se funde entre la experimentación y la fuerte presencia del actor, quedando entre los trabajos más singulares Amar, del creador porteño Alejandro Catalán.
Del mismo modo, Derechos torcidos, la obra del recordado Hugo Midón interpretada por chicos de una escuela de Villa El Libertador acompañados por el actor Giovanni Quiroga, puso la nota fundante de un teatro de fuerte impronta social y de los alcances de un proyecto verdaderamente inclusivo.
Párrafo aparte merece Tesoro público, de la Comedia Cordobesa, que abrió el evento, en el que el director Paco Giménez demuestra que su irreverencia, provocación e incorrección política están intactas. El creador de La Cochera y director de Los Delincuentes Comunes, lejos de atenuar su imaginario de lo que debe ser el teatro, y tomando apenas como disparadores textos de Brecht, Lorca o Camus, armó conjuntamente con los 17 integrantes del elenco estable que acredita cinco décadas de trayectoria, un espectáculo en cuyo entramado de situaciones brillan la denuncia y la necesidad de reconocimiento.
De la jornada del viernes, día del cierre oficial, también es de destacar el ciclo breve de tres monólogos surgidos de los Premios Federales de las Artes Escénicas, que agrupó una adaptación del Martín Fierro, de José Hernández, con la actuación de Carlos Durañona (Buenos Aires); Huachos de amor, con la actuación del chileno radicado en la Argentina Antonio López (Chubut),
y El cetro, con dramaturgia y actuación de Renzo Fabiani (Córdoba).
El cruce imprescindible
Si bien llegaron a Córdoba dos trabajos gestados en la provincia de Santa Fe: Edipo y yo, de la capital provincial, una propuesta surgida a partir de la Comedia de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) bajo la dirección de Edgardo Dib, y Cuatro cuartos, emblemático espectáculo del grupo rosarino de danza-teatro Seisenpunto que dirige Cristina Prates, la nueva autopista que une Córdoba y Rosario debería convertirse, más allá de perimidas rivalidades históricas por el título de “segunda ciudad del país”, en un puente cultural que tome al Festival del Mercosur (ya que Rosario no tiene por el momento uno propio que refleje su valiosa y siempre elogiada producción teatral) como plataforma de intercambio y proyección latinoamericana.
La enorme producción teatral rosarina, que en muchos casos está a la altura de un festival internacional, no tiene una vidriera como el Festival de Teatro del Mercosur donde poder mostrarse y así poder llegar a otro público, a partir de una programación que, como ocurre en Córdoba, cuenta con una estructura de difusión que pone en valor el trabajo y el talento de sus creadores.
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