“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




sábado, 8 de mayo de 2010

Infancia, guerra y muerte


Todos los sábados, a las 22, en la sala La Escalera de 9 de Julio al 300, Santiago Dejesús presenta “Obra 2 (recuerdos)”, donde dirige a un elenco infrecuente, integrado por Margot Rubattino, Omar Serra, Judith Romero, Carlos Frenkel, Mauricio Tejera Ferrua y Agustina Taborda



Por Miguel Passarini
Hace unos años, el actor y director teatral rosarino Santiago Dejesús creó el grupo Katástrofa con el que estrenó, en 2006, una versión “pobre” pero impactante de Ubú rey, de Alfred Jarry, donde comenzó a descubrir una estética que reforzaría en sus propuestas siguientes. Un par de años después, fue un texto casi olvidado, un cuento de Roberto Arlt llamado "Ester Primavera", lo que daba carnadura a Obra 1 (construcción de silencio), propuesta en la que la temática de la espera, la enfermedad y muerte se hacía presente, para regresar ahora en Obra 2 (recuerdos), recientemente estrenada, obra que se presentará todos los sábados (incluidos los restantes de mayo, junio y julio), a las 22, en La Escalera (9 de Julio 324).
En su nuevo espectáculo, cierta atmósfera kantoriana (por Tadeusz Kantor), envuelve a cinco actores y una bandoneonista en el contexto de un relato conmovedor, inquietante y al mismo tiempo doloroso, en el que la temática de la muerte vuelve a ser protagonista. “Para mí, la muerte justifica la vida; siento que es, de algún modo, lo que le da sentido, entonces la muerte me genera un interés muy fuerte a la hora de pensar en el teatro que produzco”, relató Dejesús respecto de la obra de la que participan Margot Rubattino, Omar Serra, Judith Romero, Carlos Frenkel, Mauricio Tejera Ferrua y Agustina Taborda, con la asistencia de dirección de Yanina Orieta.
El director, quien además fue uno de los protagonistas de la última película de Gustavo Postiglione, Días de mayo, cuyo trabajo le valió una nominación como revelación masculina para los premios Cóndor que se entregan este mes, expresó: “Acá, los disparadores fueron las historias de mis cuatro abuelos, desde ese lugar empecé a garabatear lo que después se convirtió en la dramaturgia de la obra. Son abuelos que vinieron de Italia y que se han reencontrado aquí después de la guerra. Obviamente, y como es mi modo de trabajo, yo sugiero esta idea pero los actores tienen la libertad de proponer en escena lo que más les interese, y así fue el proceso”.
El director aclaró que en la obra “cuatro de los actores, más allá de ser grandes por su talento, son grandes en edad, y eso me llevó a tener que adaptarme a sus tiempos, a poder descubrir que las dos generaciones que nos separan, obligan en el trabajo a tiempos distintos: a diferencia de lo que me pasa con otros actores, el simple hecho de verlos a ellos en escena ya propone una carga vivencial completamente distinta, hay en ellos una intensidad y una carga simbólica que es muy fuerte y por momentos se me volvía imposible agregar algo, más allá de que mi tarea tuvo que ver con ordenar un poco las cosas. El tiempo de más de un año y medio de ensayos tuvo que ver con eso: actores que necesitan otros tiempos para trabajar”.
Dejesús, que se mostró conforme con el trabajo de todo el equipo, destacó la tarea de Omar Serra, al que definió como “un sobreviviente de la movida de los años 80, un tipo de una creatividad desbordante. El perteneció a la barra de Miguel Abuelo, de Tanguito, estuvo exiliado, fue uno de los amigos de Batato Barea, creó la Compañía Teatral Sabina Beher, y además yo tuve el privilegio de debutar con él en teatro, por eso que su presencia se vuelve tan importante para mí”.
Respecto de cómo fue ganarse el respeto de todo el elenco, el director expresó: “No mintiendo, no generando falsas expectativas, y sobre todo, escuchándolos y dejándolos trabajar con mucha libertad; creo que esa libertad con la que transitamos por los ensayos se mantiene hoy en el espectáculo”.
En la propuesta, en la que respiran espectáculos emblemáticos e históricos como Wielopole, Wielopole o ¡Qué revienten los artistas!, ambos de Tadeusz Kantor, la conmoción se vuelve un signo. “Creo que el espectáculo, como pasa siempre, se completó con la presencia del público. El estreno fue un termómetro que nos sirvió para darnos cuenta de cuáles son los tiempos que respira lo que hacemos: las risas o los silencios fueron sustanciales, pero creo que la emoción de la gente al ver a estos actores y lo que acontece en escena es lo más potente de Obra 2”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario