Arranca hoy una nueva edición de Cuatro Cuartetos, que bajo el genérico “Puro Fontanarrosa” agrupa cuatro monólogos basados en cuentos y relatos del genial humorista gráfico y escritor rosarino, que involucran a doce talentosos artistas locales.
Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la
gente, en su edición en papel del viernes 16 de agosto)
Instalado en la agenda local como uno de los eventos
teatrales más atractivos de cada año, tras su postergación de la semana pasada
por el duelo decretado a partir de la tragedia de calle Salta, se conocerá esta
noche, a las 21, en La Comedia (Mitre y Ricardone, donde repetirá los viernes
23 y 30, con una entrada general de 40 pesos), la versión 2013 de Cuatro
Cuartetos, esta vez dedicada a textos y personajes del escritor y dibujante
rosarino Roberto Fontanarrosa.
Con producción del teatro La Comedia, el proyecto convoca a
artistas rosarinos de distintas disciplinas con el objetivo de abordar desde la
investigación un tema específico. El formato consiste en cuatro monólogos,
articulados y sucesivos, que conforman un espectáculo de una hora de duración.
Este año, el eje son los textos del Negro Fontanarrosa,
artista rosarino nacido en 1944, y gran referente de la cultura popular y de la
idiosincrasia rosarina. Puro Fontanarrosa, tal el nombre de los Cuartetos 2013,
apunta a destacar la faceta de gran escritor de cuentos y relatos, con una
poética costumbrista pero de inusual profundidad.
De este modo, el proyecto agrupa los monólogos “Yo fui
amante del Yeti”, con la actuación de Celeste Campos, música de Vivi Strano y
dirección de Gladys Temporelli; “Te digo más”, con la actuación de Juan Pablo
Cabral, música de Homero Chiavarino y dirección de Liliana Gioia; “Rodajas de
mí”, con la actuación de Silvina Santandrea, música de Franco Fontanarrosa y
dirección de Adrián Giampani, y “Qué lástima Cattamarancio”, con la actuación
de Manuel Baella, música de Juan Iriarte y dirección de Mario Vidoletti.
“Es un formato maravilloso porque plantea la idea de poner
en escena actores y músicos, lo que en principio ya es un desafío en sí mismo.
Y ni hablar en este caso, con este humorista genio que es Fontanarrosa, que
genera momentos verdaderamente deliciosos con sus personajes e historias”,
contó la directora Liliana Gioia que –reconoció–, más allá de la suspensión del
estreno de la semana pasada, “aún la penuria y el dolor están latentes entre
todos nosotros”.
“Me parece sumamente interesante que, desde el teatro,
intentemos acercarnos cada vez a públicos más numerosos, y Fontanarrosa es un
puerta de entrada maravillosa, porque su obra es popular y al mismo tiempo de
un enorme valor literario”, detalló Gioia, actriz, directora, docente y
reconocida capocómica local, para quien “tomar a esta figura no sólo querida
sino muy necesaria para todos nosotros es un gran acierto, porque en los textos
y personajes del Negro está Rosario, su gente, su querido bar El Cairo; de
algún modo, siento que es un artista que lo reúne todo: es escritor, dibujante
maravilloso, ha hecho grandes libros, y tiene ese humor que nos hace tanto
bien, diría ideal para un momento como el que estamos atravesando todos los
rosarinos”.
La directora también destacó la importancia de juntar en un
mismo espacio de creación a actores de diferentes formaciones y generaciones:
“Nos hemos nutrido todos del trabajo y de las ideas de cada uno de nosotros; es
muy placentero trabajar con artistas que están dispuestos a sumar, gente con
inteligencia e intuición, compañeros queridos, gente con diferentes lugares de
reconocimiento en el medio, es decir más o menos conocidos, pero todos
apostando a lo mismo; eso no pasa todos los días. A tal punto, que en el proceso
de trabajo tuvimos que cortar mucho los materiales para llegar a los 15 o 20
minutos pedidos”. Y concluyó: “Con este proyecto confirmo que en los cruces
generacionales es donde se producen los grandes aprendizajes”
Las claves del humor
Me tocó el cuento que más deseaba («Te digo más»), lo leo
siempre en vacaciones porque me hace bien”, contó Gioia, quien además recordó
un viejo encuentro con el Negro, en el bar El Cairo, en 1984. “Yo estaba
haciendo mi personaje de Porota Mancuso en televisión. Era el otro Cairo,
«cuando un mozo pasaba cada media hora ». Se me acercó a elogiarme, y yo
aproveché, porque improvisaba mucho, y le pedí que me escribiera algo, y me
contestó: «No escribo para televisión, pero sacá lo que quieras de mis libros».
Al día siguiente, por su enorme generosidad, se vino con siete libros con sus
cuentos y me los entregó. Ese día le pregunté qué me recomendaba para hacer
humor y me contestó: «Sólo hace falta observar y callar; subite al taxi y
escuchalo, andá a comprar algo y escuchá al vendedor, escuchá a la gente en la
calle; en esos lugares están las claves del humor»”.
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