“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




jueves, 15 de noviembre de 2012

En el laberinto de la pérdida







9ª EDICIÓN DEL FESTIVAL ARGENTINO DE TEATRO EN LA CIUDAD DE SANTA FE
“Necesitaba volver a actuar porque era una manera de recuperar mi cuerpo”, dice Szuchmacher.

El prestigioso actor, director y docente porteño Rubén Szuchmacher despliega una actuación inolvidable en “ Escandinavia” , con dramaturgia de Lautaro Vilo, con quien comparte la dirección de este unipersonal que ofreció dos funciones a sala llena



Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del sábado 10 de noviembre de 2012)
En las últimas jornadas, el noveno Festival Argentino de Teatro, que la Secretaría de Cultura de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) organiza en la ciudad de Santa Fe cada noviembre, tuvo entre sus protagonistas excluyentes al actor, director y docente Rubén Szuchmacher, que ofreció el jueves por la noche dos funciones de Escandinavia, en la sala Marechal, unipersonal que lo devuelve a la actuación después de diez años, y a través del cual construye un relato doloroso y singularísimo sobre la pérdida pero sin dejar de lado el humor, acerca de un hombre (el propio Szuchmacher) que describe los entretelones de la muerte de su pareja.
“Necesitaba volver a actuar porque era una manera de recuperar mi cuerpo”, dijo el creador en una entrevista pública que tuvo lugar en el Foro de la UNL un día antes de las funciones. Y eso es lo que hace en el espectáculo: toma el cuerpo como única herramienta para desplegar un relato en primera persona en el que describe los entretelones laberínticos que rodean la muerte y posterior sepultura del hombre con el que compartió gran parte de su vida.
Escandinavia es una nueva aventura teatral con Lautaro Vilo, con quien ya hicimos Enrique IV, de Pirandello, donde lo dirigí, y los montajes de La Gracia, de su propia autoría y de las versiones que hiciéramos juntos de Rey Lear, de Shakespeare, y de Historias abominables, a partir de textos de Bertolt Brecht”, expresó Szuchmacher, quien agregó: “Ahora, tenía la necesidad de hacer algo con la tristeza que recorrió mi vida en estos últimos años”.
De este modo, con dramaturgia del talentoso Lautaro Vilo y dirección conjunta de Vilo y Szuchmacher, el espectáculo transita por los estados de un hombre desolado que enfrenta la pérdida del ser amado a instancias de un pedido póstumo: el de ser enterrado en una quinta que ambos compartían, lo que se convierte en una verdadera travesía que va desde lo doloroso hasta lo delirante.
En el relato, en el que el talentoso Szuchmacher muestra porqué la actuación en medio de esta historia de ribetes reales se vuelve para él un “acto de reparación”, se filtran momentos familiares, amigos, palabras dichas, otras imaginadas por Vilo, y una sucesión de pérdidas reales de parte del actor (padre, madre, hermana) que culminaron con la de su pareja.
Esta sucesión de duelos aparece en el relato que, gracias al humor sutil e inteligente que desanda el extraordinario texto escrito por Vilo y que toma su nombre de una “novela de supermercado”, el best seller Escandinavia, que el personaje le lee a su pareja en plena agonía, no cae ni en lugares comunes ni en golpes bajos. Por el contrario, las palabras de amor y desconsuelo dichas por el personaje ensayan una especie de catarsis colectiva acerca de lo que implica la pérdida de un ser querido, la ausencia, el vacío, y el desasosiego que provoca el hecho de no volver a ver más a esa persona.
Pero el gran mérito de este trabajo está en la demoledora interpretación de Szuchmacher que, como pocas veces pasa en el teatro, recrea solo y en medio de un espacio completamente vacío y despojado casi de todo artilugio teatral, más allá de una adecuada puesta de luces, cada uno de los lugares que se describen en la historia (el velatorio, un viaje en auto en la ruta, el cementerio, la celda de una seccional, la quinta en medio de la noche), ámbitos que golpean en el imaginario del espectador y se instalan cómodamente, confirmando que poco se necesita para hacer buen teatro: basta con un buen texto, un buen actor y una buena dirección.

Palabras iluminadas

Con La flecha y la luciérnaga, libro editado a fines del año pasado por Capital Intelectual, el prestigioso  periodista y crítico teatral porteño Alberto Catena entabla un jugoso diálogo con la obra de Griselda Gambaro, y tal como lo describe el título desplegado en el libro se relatan “itinerarios de un viaje” por las obras de la dramaturga argentina más importante de todos los tiempos.
Presentado el jueves en el Foro de la UNL por el periodista y crítico teatral local Roberto Schneider (El Litoral) en el marco de un emotivo encuentro con el autor, estudiantes de teatro y público en general, Catena expresó acerca de la escritura de Gambaro, a la que describe como de “enorme audacia imaginativa”: “Es una obra muy vasta que no concluye en lo teatral; con este libro sólo quería provocar algunos estímulos para que aquellos que lo lean busquen llegar a la obra de Griselda”.
Catena, que en 2013 cumplirá 50 años de profesión, recordó además que una de las obras más emblemáticas de la autora, Las paredes, fue premiada en Santa Fe en 1964, en lo que definió como un acto de justicia frente a lo que pasaba con cierta parte de la crítica porteña en relación con la obra de Gambaro, que era resistida por algunos de sus contemporáneos.

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