ESTRENO TEATRO. Mañana, a partir de las 21.30, en La Comedia, de Mitre y Ricardone
La directora Alicia Zanca habla de “Canillita”, pieza del dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez que regresa a la sala que la vio nacer hace poco más de un siglo, cuyo elenco integran una veintena de actores rosarinos
Por Miguel Passarini (nota publicada por El Ciudadano & la gente en su edición en papel del 8 de octubre)
La impronta del teatro rioplatense de comienzos del siglo XX encuentra en la obra del periodista y dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez (1875-1910) la abundancia de problemáticas, personajes, géneros y estilos que, años después, fueron el puente que dio el gran paso del sainete al grotesco criollo. Allí, en sus escritos, están pintadas, como viejas estampas indelebles, las problemáticas de los inmigrantes dentro del conventillo con sus dolores, tristezas, alegrías y sinsabores, a través de un lenguaje agridulce por momentos poético y en otros festivo, que conformó lo que se conoce, quizás erróneamente, como “género chico”.
La pluma de Sánchez brilló a través de una veintena de textos entre los que se destacan piezas como M’ hijo el dotor, En familia, Los muertos, Barranca abajo y la emblemática Canillita, obra que escribió en Rosario inspirado en niños vendedores de diarios que corrían tratando de ganarse el pan, donde, del mismo modo que plasmó la alegría del conventillo, pintó la tragedia cotidiana que decanta de la pobreza.
Una conocedora de los clásicos (ha dirigido elogiadas versiones de Romeo y Julieta, El zoo de cristal y Sueño de una noche de verano, entre otras), la actriz y directora porteña Alicia Zanca, fue convocada hace algún tiempo por el Teatro Municipal La Comedia para reponer en esa histórica sala de Mitre y Ricardone, a 108 años de su estreno en el mismo escenario, Canillita, de Florencio Sánchez, quien vivió en Rosario a partir de 1902, y trabajó como periodista del diario La República, para tiempo después escribir la tragedia que vive este niño vendedor de diarios, a través de un relato entre musical y teatral, de fuerte impronta social que, como todo clásico, resuena en el presente con irrevocable contundencia.
De este modo, la obra regresa a la escena local mañana, a las 21.30 (seguirá en cartel los viernes y sábados a las 21.30, y los domingos a las 20), en el marco de los festejos por el Bicentenario, y a poco de cumplirse 100 años del fallecimiento de su autor (fecha por la cual el 7 de noviembre se conmemora el Día del Canillita), con un elenco de más de veinte artistas rosarinos en escena. La nueva versión de Canillita, de la que Alicia Zanca habla en esta entrevista con El Ciudadano, cuenta con la actuaciones de la actriz y cantante Vanesa Baccelliere (Canillita) a quien acompañan Vilma Echeverría, Edgardo Molinelli, Fabián Fiori, María José Vitta, Mónica Toquero, Ayelen Prado, Gisela Bernardini, Verónica Leal, Favio Fuentes, Diego Jozami, Máximo Aragonés, Manuel Baella, Fernando Muratori, Gigi Barúa, Marcelo Aguirre, Guillermina Cuadrado y Gabriel Marinucci, con dirección general y puesta en escena de Alicia Zanca y Hernán Peña, quien ya trabajó y vivió en Rosario hace algunos años para el montaje de la recordada versión de Rosaura a las diez, de La Comedia de Hacer Arte.
La obra cuenta además con la asistencia de dirección de Federico Tomé, escenografía de Hugo Salguero, vestuario de Ramiro Sorrequieta, coreografías de Hernán Peña y dirección musical de Leonel Lúquez, con la participación de los músicos Susana Rinesi (flauta), Favio Fuentes (violín), Viviana Strano (acordeón) y Leandro Cortés (guitarra).
—¿Cómo vivís el compromiso de reponer un texto que forma parte de la dramaturgia rioplatense clásica?
—Lo vivo con gran felicidad y estoy muy comprometida con este proyecto porque de verdad me encontré con un equipo de artistas maravilloso. Rosario para mí tiene algo especial: estuve en esta ciudad dando clases a través del Teatro San Martín de Buenos Aires (ámbito donde fueron estrenados varios de sus últimos montajes), y me enamoré de Rosario porque, culturalmente, está a la par de Buenos Aires. No se puede creer el enorme caudal artístico que hay acá: siempre tenés un festival, una orquesta tocando, todo el tiempo está funcionando algo atractivo para ver; pero sobre todo, me encontré con actores rosarinos muy formados.
—¿La selección se hizo abierta y a través de un casting?
—Fue así, se presentaron 180 actores y fue compleja la selección porque nos encontramos con gente no sólo formada, sino también muy humilde que todo lo pueden. Finalmente, quedó un elenco de veinte artistas muy buenos, de gente muy generosa que dice sí a todo lo que le proponés, y además siempre te duplican la apuesta. Es gente que no regala nada y cada ensayo fue a morir, y yo había perdido la alegría de trabajar así, porque muchas veces pasa que la gente, entre comillas se profesionaliza, y entonces trabaja a media máquina.
—El carácter de clásico a esta obra no sólo se lo da su autor, también la problemática. De todos modos, ¿cómo hiciste para traer al presente esta versión de “Canillita”?
—Creo que el hallazgo que hacemos con esta obra es que la planteamos como una especie de gran murga, con una imponente entrada musical, donde se cantan muchas canciones que hemos recuperado de la versión original y que ya no se hacían. Son músicas originales a las que les hemos puesto letras, entonces no sólo está el texto de Florencio Sánchez, que está absolutamente respetado, sino que además hay una serie de movimientos y de estructura musical que envuelve toda la obra y la hace muy participativa con el público. En este sentido, Hernán Peña ha hecho un gran trabajo en relación con el movimiento, y la intención estuvo puesta en involucrar al público en esta especie de gran fiesta que termina en drama.
—¿Cómo se pone a funcionar esta maquinaria?
—Los artistas, de algún modo, buscan al público para meterlo dentro de esa especie de conventillo en el que en parte transcurre la historia, donde, entre otros exponentes tradicionales, están la española o el tano, es decir los personajes claramente identificables, y donde hay pequeñas secuencias en la que cada uno canta su historia, para luego, ya en el escenario, proponer una forma moderna de contar lo que pasa sin lastimar la pieza y sin perder nada del cuento que cuenta el autor.
—¿Qué pensás que llevó a la escena argentina a redescubrir el teatro social de Florencio Sánchez? ¿Sentís que tiene que ver con las cosas no han cambiado demasiado?
—Creo que nos resuena el origen, ese lugar medio intangible del cual venimos.
—De los barcos que llegaron de Europa…
—Sí, de los barcos, pero además la inmigración se caracterizó por una solidaridad que ya no hay, aquella era una comunidad sin puertas. Creo que volviendo a tu pregunta, ahora seguimos adentro de un gran “conventillo” pero ya no nos importa el de al lado, en muchos casos, ni siquiera sabemos quién es. Creo que, como país, partimos con una voluntad y con una alegría que hemos ido perdiendo para convertirnos en fóbicos que permanecemos encerraditos en nuestros propios negocios.
—Quizás ese reflejo esté pintado en el paso del sainete hacia el grotesco, donde del patio se pasó a las problemáticas que acontecían dentro de las habitaciones, pero ya con las puertas cerradas.
—Sí, claro, cerramos la puerta y ahí creo que fue el momento en el que vino la debacle.
—¿Cuál es la mayor expectativa que tenés con este estreno?
—Siento que estamos frente a un teatro que ofrece una propuesta realmente diferente frente a tanto bombardeo de cosas malísimas que muchas veces no se comprende porqué la gente las sigue viendo. En esta versión de Canillita se van a encontrar con una propuesta de calidad, apoyada en el talento de actores de esta ciudad, con un clásico que, lejos de toda solemnidad, se revela como una fiesta, dentro de un teatro que es bellísimo y que es de todos ustedes porque es municipal. Todos estos valores tienen que generar, por lo menos, la curiosidad de venir a ver qué sucede con esta propuesta, y ojalá funcione, porque me parece que es una buena punta de la que se podrá seguir tirando para adelante y seguir creciendo.
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