ESTRENO TEATRO. El actor Lautaro Lamas habla de “Un croto”, el unipersonal que se presenta mañana, a partir de las 21, en la sala El Rayo, de Salta al 2900, y que lleva adelante a partir de la historia de Cachilo, “el poeta de los muros”, al mismo tiempo que en el texto se revelan pasajes de “El Quijote”.
Por Miguel Passarini (nota publicada en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del sábado 30 de octubre)
Esos que caminan por la calle sin rumbo, al menos en apariencia. Esos que detrás de los trastos viejos y rotosos que suelen arrastrar, esconden un pasado, una historia personal. Son los crotos de la calle, esos mismos que hace un tiempo interesaron al actor y director teatral local Lautaro Lamas, interés que derivó en encuentros y charlas fugaces con esos personajes, en un recorrido por la historia y en el conocimiento profundo de la vida y la singular obra literaria de Cachilo, el legendario “poeta de los muros”, que dejó la ciudad hace ya un tiempo.
La investigación derivó en Un croto, unipersonal que mañana, a las 21, se presentará en una única función en la sala El Rayo (Salta 2991), en el que Lamas actúa y dirige con la asistencia de Sebastián de la Vallina, del mismo modo que tuvo a su cargo la concreción de una dramaturgia que abrevó además en las aventuras de El Quijote de la Mancha, la más celebrada obra de Cervantes que en el devenir de este trashumante libertario, algo desquiciado y anárquico, Lamas encontró ciertas similitudes con las vidas de estos particulares personajes callejeros.
Un croto está dividida en cuatro momentos: mañana, tarde, noche y pasado del personaje, y la actuación está intervenida por proyecciones que sirven para narrar la “prehistoria” del croto, del mismo modo que para mostrar el entorno donde pasa cada noche. De este modo, el trabajo plantea, a modo de ensayo poético-dramático, la relación del croto con la calle, la embriaguez, la basura, el delirio y la intemperie.
“Los textos utilizados van desde la poesía de Cachilo hasta el castellano antiguo de El Quijote, pasando por el lenguaje callejero actual; una radio pasando de dial, une los momentos a través del tango”, adelantó Lamas, quien explicó en diálogo con El Ciudadano: “Me interesó volver a Cachilo, un personaje que ha sido rescatado tantas veces por otros artistas rosarinos, y que tiene una obra literaria vastísima que lo convierte en un caso único; pero más allá de Cachilo en particular, por el hecho de haber viajado dentro y fuera del país, siempre me interesaron los crotos en general, que yo los separo un poco de los indigentes o de la gente que está en la calle porque no les queda otra. De alguna manera, estos personajes eligen esa vida, se lanzan a la calle en una imprescindible búsqueda de libertad que no encuentran en ningún otro lado”.
En todas las ciudades de todos los tiempos han existido crotos: hombres libres que vagan por las calles, “como verdaderos ojos cínicos de las sociedades”, escribe Lamas en su blog, al tiempo que completa: “La obra cuenta un día en la vida de Dionisio Luna, croto que en su juventud fue cartero, tuvo amores y hoy recorre las calles envinado”.
“En el recorrido de esta investigación me encontré, por ejemplo, con que hay hasta un escuela filosófica que son los Cínicos, con Diógenes a la cabeza, que basan su filosofía en la forma de vida que llevan adelante los crotos; ellos mitifican esta cuestión de la vida errante y vagabunda”, explicó Lamas, quien reconoció que “los crotos tienen mucho de anarquistas, por eso también los rescato, porque en su postura se revela toda una lucha social, que es la de estas personas que no están atadas a nada y sienten un rechazo por todo aquello que está dogmatizado. Volviendo a Diógenes, sostenía que todas las ataduras, ya sea sociales, religiosas y hasta filosóficas, no eran más que eso, ataduras, y que lo único que hacían era alejar a la hombre cada vez más del verdadero conocimiento”.
Respecto de la inclusión de algunos fragmentos de El Quijote, Lamas expresó: “Haciendo una relectura, me encontré con que entre el personaje y la vida de los crotos había muchas similitudes, Quijote tienen mucho de croto, porque encierra una idea de libertad utópica y al mismo tiempo se muestra como un guerrero medio rotoso que vive enfrentado a sus fantasmas y a personajes que sólo habitan en su imaginación”.
Finalmente, el actor y director, que planea poder armar en la ciudad una temporada con su espectáculo al tiempo que también intentará recorrer con la propuesta otros ámbitos, rescató la dirección actoral de Sebastián de la Vallina, “que es músico, bailarín y profesor de tango, que tiene un gran conocimiento, en particular con todo lo vinculado al movimiento y al cuerpo, porque lo que se ve en escena es una recreación de un personaje que encierra cosas vistas por mí en los crotos de la calle, hay muchos elementos compositivos que fuimos encontrando y acopiando, del mismo modo que la construcción de la dramaturgia, que tiene mucho recorte. Creo que hay otra obra que quedó fuera de ésta, con cosas que le pasan a este mismo personaje. Primero fueron los textos de Cachilo, que de por sí tienen una métrica muy singular, y a esos sumamos los del Quijote, que tienen su propia poética. El trabajo más complejo radicó en contemplar un modo unívoco de dramaturgia, porque los textos de Cachilo son extraños dentro de un contexto teatral, por eso que el personaje se llama Dionisio Luna, fue cartero y tuvo algunos amores, como también los tuvo Cachilo”.