ESTRENO DANZA. Mañana, a partir de las 21, en la sala Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España, la bailarina y coreógrafa Paula Manaker, junto a Ana Varela y Yerutí García Arocena, baila y dirige “¡Oh! Imperfecta”, una propuesta interdisciplinaria de la que participa un profuso equipo de artistas
Por Miguel Passarini
Un “catálogo escénico” sobre la desolación dentro de una obra de danza, o viceversa. Las “huellas e impresiones” de la desolación a través de “cuadros humanos”. Son algunas de las definiciones que la bailarina y coreógrafa rosarina Paula Manaker encontró para hablar de ¡Oh! Imperfecta, un espectáculo que abrevó en el caos creativo y el desprejuicio en el cruce de lenguajes, para desembarcar en siete episodios (u obras breves) que componen un corpus que se conocerá mañana, a las 21, en la sala Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), en una única función, antes de presentarse los domingos de julio en el teatro El Rayo (Salta 2991).
La profusa ficha técnica del espectáculo habla a las claras de la sumatoria de estéticas y lenguajes que conviven en ¡Oh! Imperfecta. A la presencia de Manaker (también directora general) se suman las bailarinas Ana Varela y Yerutí García Arocena, con la participación de la violonchelista Florencia Martinucci, la composición música original de Alejandra Manssur, la música original de la escena “El bosque”, de Aurèlian Potier; la postproducción musical de Juan Ignacio Favre, el vestuario de Cristian Ayala, la fotografía de Sebastian Friedman, la realización de video de Patricio Carroggio y la realización de ilustraciones del dibujante, ilustrador, pintor y animador francés radicado desde 2006 en Buenos Aires, Ange Potier.
“Se trata de una obra compuesta por siete piezas breves en las que exploramos diferentes impresiones sobre la desolación, o bien cómo la desolación deja en las personas algunas impresiones o huellas. La idea concreta es que son siete piezas que se presentan como si fueran «cuadro humanos», es decir que cada una de estas piezas es en sí misma un mundo particular”, contó ala directora a El Ciudadano, quien habló también de la incorporación de otros lenguajes dentro de un proyecto de danza, algo en lo que ya había incursionado en Cuco. Respecto de los “cuadros humanos”, denominados “Condenadas”, “Mundo imaginario”, “Bomba”, “Desesperada”, “El bosque”, “Carretera” y “Fiesta”, Manaker adelantó algunos detalles. “Lo de cuadros humanos tuvo que ver con hacer una puesta particular a partir de cada idea, donde no buscamos desarrollar ese mundo sino que intentamos generar una impresión, por eso trabajé mucho con la idea de la imagen, ya sea pictórica o fotográfica, y a partir de eso, abordamos cada una de las escenas. Casi podría asegurar que, en todos los casos, lo primero que apareció fue una imagen que después nos permitió pensar en una sensación, en una emoción a través de la cual esa imagen se desarrollara. Por ejemplo: la primera pieza, «Condenadas», que no casualmente es la escena que da inicio a la obra y cuya impronta constitutiva tiene mucho que ver, incluso, con el nombre del espectáculo, partió un poco de la idea mítica de poder estar en la cabeza de otro. Es la cabeza de una diosa decapitada que cuando la quieren «reconstruir», le ponen su cabeza a un cuerpo pagano, el cuerpo de una prostituta. Es a partir de esa dupla o contradicción (esa «imperfección»), que abordamos la escena fundante”, detalló Manaker, quien se inspiró, para este primer segmento, en el cuento de Margaritte Yourcenar, “Kali decapitada”.
Otros de los pasajes es “Mundo imaginario”, “pieza para bailarina múltiple” en la que el video contiene a la bailarina “como el agua al pez”, y que está inspirado en la obra expresionista de Jean Painvelé, cineasta y documentalista francés (1902-1989) que se enfocó en investigar lo desconocido sumergiendo por primera vez la cámara en el mar.
También aparecen “Bomba”, “pieza para bailarinas sobre dibujos animados”; “Desesperada”, “pieza para mujer animada, una mujer que no se detiene, una sobreviviente”; “Carretera”, pasaje que transcurre en una carretera vacía, “un lugar hostil para un cuerpo humano”, y “Fiesta”, “pieza para bailar”, inspirada en un fragmento del cuento “La gallina degollada”, de Horacio Quiroga.
“Hay, por ejemplo, una de las escenas, «El bosque», en la que estamos completamente animadas, que está inspirada en «El jardín de las delicias», del Bosco (pintor flamenco, 1450-1516, que puso a la humanidad como protagonista de sus cuadros). Es un momento encantador, donde trabajó mucho Ange (Potier), que es el animador y quien la compone. Es un pasaje absolutamente audiovisual: el espectador va a estar inmerso en ese mundo, pero es algo que responde a la impronta de todo el espectáculo, y que tiene que ver con esto de entrar a distintos mundos y poder compartirlos”.
Finalmente, la directora habló de la dualidad de estar tanto dentro como fuera del espectáculo: “Es, por muchas razones, una tarea complicada. Para mí fue algo difícil e intenso. Primero vinieron las ideas en forma desordenada, caótica, desde distintos lugares, desde los ensayos, desde los papeles escritos. Casi como una cuestión de fe, fui permitiendo que las cosas pasaran, y con el tiempo las cosas fueron madurando, encontrando su lugar, tomando consistencia; entonces, la mirada de la dirección es algo permanente pero aparece después, cuando volvés a mirar y a encontrar una lógica que quizás en una primera visión no habías percibido. Pero todo eso fue posible gracias al trabajo del equipo: creo que es un privilegio trabajar una obra de danza con un equipo tan interdisciplinario y de gente tan talentosa”.
Un “catálogo escénico” sobre la desolación dentro de una obra de danza, o viceversa. Las “huellas e impresiones” de la desolación a través de “cuadros humanos”. Son algunas de las definiciones que la bailarina y coreógrafa rosarina Paula Manaker encontró para hablar de ¡Oh! Imperfecta, un espectáculo que abrevó en el caos creativo y el desprejuicio en el cruce de lenguajes, para desembarcar en siete episodios (u obras breves) que componen un corpus que se conocerá mañana, a las 21, en la sala Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), en una única función, antes de presentarse los domingos de julio en el teatro El Rayo (Salta 2991).
La profusa ficha técnica del espectáculo habla a las claras de la sumatoria de estéticas y lenguajes que conviven en ¡Oh! Imperfecta. A la presencia de Manaker (también directora general) se suman las bailarinas Ana Varela y Yerutí García Arocena, con la participación de la violonchelista Florencia Martinucci, la composición música original de Alejandra Manssur, la música original de la escena “El bosque”, de Aurèlian Potier; la postproducción musical de Juan Ignacio Favre, el vestuario de Cristian Ayala, la fotografía de Sebastian Friedman, la realización de video de Patricio Carroggio y la realización de ilustraciones del dibujante, ilustrador, pintor y animador francés radicado desde 2006 en Buenos Aires, Ange Potier.
“Se trata de una obra compuesta por siete piezas breves en las que exploramos diferentes impresiones sobre la desolación, o bien cómo la desolación deja en las personas algunas impresiones o huellas. La idea concreta es que son siete piezas que se presentan como si fueran «cuadro humanos», es decir que cada una de estas piezas es en sí misma un mundo particular”, contó a
Otros de los pasajes es “Mundo imaginario”, “pieza para bailarina múltiple” en la que el video contiene a la bailarina “como el agua al pez”, y que está inspirado en la obra expresionista de Jean Painvelé, cineasta y documentalista francés (1902-1989) que se enfocó en investigar lo desconocido sumergiendo por primera vez la cámara en el mar.
También aparecen “Bomba”, “pieza para bailarinas sobre dibujos animados”; “Desesperada”, “pieza para mujer animada, una mujer que no se detiene, una sobreviviente”; “Carretera”, pasaje que transcurre en una carretera vacía, “un lugar hostil para un cuerpo humano”, y “Fiesta”, “pieza para bailar”, inspirada en un fragmento del cuento “La gallina degollada”, de Horacio Quiroga.
“Hay, por ejemplo, una de las escenas, «El bosque», en la que estamos completamente animadas, que está inspirada en «El jardín de las delicias», del Bosco (pintor flamenco, 1450-1516, que puso a la humanidad como protagonista de sus cuadros). Es un momento encantador, donde trabajó mucho Ange (Potier), que es el animador y quien la compone. Es un pasaje absolutamente audiovisual: el espectador va a estar inmerso en ese mundo, pero es algo que responde a la impronta de todo el espectáculo, y que tiene que ver con esto de entrar a distintos mundos y poder compartirlos”.
Finalmente, la directora habló de la dualidad de estar tanto dentro como fuera del espectáculo: “Es, por muchas razones, una tarea complicada. Para mí fue algo difícil e intenso. Primero vinieron las ideas en forma desordenada, caótica, desde distintos lugares, desde los ensayos, desde los papeles escritos. Casi como una cuestión de fe, fui permitiendo que las cosas pasaran, y con el tiempo las cosas fueron madurando, encontrando su lugar, tomando consistencia; entonces, la mirada de la dirección es algo permanente pero aparece después, cuando volvés a mirar y a encontrar una lógica que quizás en una primera visión no habías percibido. Pero todo eso fue posible gracias al trabajo del equipo: creo que es un privilegio trabajar una obra de danza con un equipo tan interdisciplinario y de gente tan talentosa”.
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