“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




viernes, 6 de abril de 2012

A instancias del final



ESTRENO TEATRO. La directora teatral Romina Mazzadi Arro habla de “Vertical (cuando nos quedamos muertos)”, su nuevo trabajo con un elenco surgido de la Clínica de Producción de Espectáculos, que se conocerá esta noche, a partir de las 22, en Espacio Bravo, de Pasco al 1700


Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciuadano & la gente, en su edición en papel del viernes 6 de abril de 2012)
La Europa (en particular Francia) post-apocalíptica de la Segunda Guerra Mundial que retrataron en código de humor negro y absurdo los franceses Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro en Delicatessen (1991), fue el disparador para las improvisaciones que dieron lugar a Vertical (cuando nos quedamos muertos), nuevo trabajo de la Clínica de Producción de Espectáculos que en los últimos años lleva adelante la dramaturga, directora y docente Romina Mazzadi Arro (también creadora del grupo Hijos de Roche en 1999), que se conocerá esta noche, a las 22, en Espacio Bravo (Pasco 1714, casa-taller con localidades limitadas).
“Puedo decir que es un espectáculo bastante extraño, acerca de lo mal que estamos los seres humanos. Habla de la moral del hombre, y de su degradación. Quizás por esto, como pasaba con algunos de mis trabajos anteriores, reina un poco el mundo del absurdo, del mismo modo que el tiempo fracturado y la intensidad en las actuaciones. No se trata de una historia lineal que se vaya a entender rápidamente, sino que, por el contrario, es una historia que apela bastante a la imagen y a los sentidos, pero creo que es muy bueno el resultado”, relató Mazzadi Arro a El Ciudadano acerca de Vertical, espectáculo en el que actúan Cecilia Mastria, Natalia Leggio, David Giménez, Marina Bermúdez, Natalia Esquenazzi, Soledad Murguía y Nicolás Cefarelli.
“Un grupo de personas (entre otras un carnicero) que convive en un estropeado condominio, organiza una cooperativa con oscuros objetivos. Aire enrarecido, cuerpos extrañados y un silencio ensordecedor cargado de tensiones que se irá tiñendo de ruidos que desencadenarán en tragedia”, escribe la directora acerca de la propuesta, al tiempo que agrega: “Atrapados en su propio tiempo, intentarán subsistir a una realidad en la cual la disputa por la escasez de alimentos ha logrado destituir antiguos códigos y valores humanos”.
Respecto de la reconstrucción de un espacio escénico posible dentro de los ámbitos que comprenden a Espacio Bravo, la directora detalló: “La idea de puesta está armada a partir de dos espacios; en realidad, es el público el que se sienta en dos lugares diferentes, es el que se mueve. Es un recurso que utilizamos para poder recrear las situaciones que acontecen en este edificio, donde un grupo de inquilinos va matando al que llega semanalmente para trabajar, para luego comérselo, que es básicamente el conflicto que plantea esta obra, y que deriva de la película Delicatessen. Es por este motivo que, con el fin de recrear los lugares donde acontecen estos hechos, usamos toda la casa y no un único lugar”.
Con relación al texto que actúa a modo de presentación de la puesta y que sostiene: “Los errores son fruto de la propia desesperación humana que no es más que una falla de la especie”, la directora comentó: “Es un texto impresionante, que lo dijo Cecilia Mastria en una de las improvisaciones, y me pareció exquisito, porque refleja muy claramente lo que estamos contando. Es un equipo de actores que surge del taller con el que hicimos un recorrido muy intenso, de búsqueda desde las improvisaciones, y es una obra que nunca estuvo escrita sino que la fuimos escribiendo después, pero todo el proceso fue profundamente emotivo. Es lo que llamamos «dramaturgia del actor», y luego, entre todos, reorganizamos el material que había quedado de todo ese proceso. La idea es un poco empezar a producir desde una pauta física o bien desde la historia. Es como elegir un pasaje de un texto y decirle, por ejemplo, al actor: «Esta es la escena en la que Lady Macbeth se suicida, entrá y contámela». Este montaje estuvo muy marcado por este tipo de desafíos; después es el actor el que aporta sus propios recursos. Por eso se vuelve tan interesante la improvisación porque para el actor es como quedar desnudo en un segundo. Ellos usan todo lo que tienen y por eso es tan singular construir desde la improvisación porque es algo que no tiene límites para ninguno de los involucrados”.

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