“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




martes, 17 de abril de 2012

Acerca del hermano ausente


CARTELERA PORTEÑA. Juan Pablo Geretto habla de su trabajo en “Rain Man”, la obra teatral basada en el film de Barry Levinson, en la que se cuenta la problemática de dos singulares personajes y la reconstrucción del vínculo que los une, espectáculo que se presenta de miércoles a domingos en el teatro La Comedia de Buenos Aires



Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del martes 17 de abril de 2012)
Detrás de todas las máscaras posibles, el actor que es verdadero encierra un mundo en el que prevalece el sentido. Así, guiado por el sentido, el actor galvense (aunque rosarino por adopción) Juan Pablo Geretto, llenó de profundidad, humor, emoción e ironía cada uno de los personajes de su tres unipersonales estrenados a la fecha: Solo como una perra, Como quien oye llover y Yo amo a mi maestra normal.
Ahora, a poco más de quince años de comenzar ese maravilloso recorrido, la escena porteña lo enfrenta a un nuevo desafío. Desde el pasado viernes, junto al talentoso Fabián Vena y un importante elenco, Geretto protagoniza la versión teatral de Rain Man, adaptación de la película homónima dirigida por Barry Levinson, estrenada en 1988, protagonizada por Dustin Hoffman y Tom Cruise, que se presenta de miércoles a domingos en el porteño teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062), bajo la dirección de Alejandra Ciurlanti, con un elenco que completan Vanesa Maja, Iván Moschner, Carla Pandolfi y Osvaldo Santoro, con escenografía de Jorge Ferrari y diseño de luces de Eli Sirlin.
Vena encarna a Charlie Babbitt (en el film, Cruise) y Geretto, a su hermano autista Raymond (Hoffman en la película), quienes se conocen ya de grandes y antes la complejidad de una disputa legal por el cobro de una herencia. Así, emprenden juntos un viaje de autoconocimiento y reencuentro, donde el dolor, la alegría, le pérdida y los intereses personales serán el punto de partida de un nuevo tiempo entre ambos.
“En la realidad de estos personajes hay una madre muerta y un padre ausente y rígido, y esta situación en la que, después de 30 años, Charlie descubre que tiene un hermano al que le han dejado una herencia millonaria. En principio, él decide secuestrarlo como para cobrar su parte, y a través de un viaje, y de la metáfora que plantea el viaje, en siete días, un número que tampoco es casual, Charlie logra abrir su corazón contra tanta verdad, contra esa especie de «monumento» que representa su hermano, y que lo obliga a decir «o cambio yo o nada cambiará»”, relató Geretto a El Ciudadano acerca de la obra, al tiempo que completó: “Es ése momento de decisión en el que uno opta por hacer algo por el otro que, al mismo tiempo, implica hacer algo por uno mismo. En ese sentido, es un dramón con algo de tragedia: dos hermanos separados al nacer, un secreto, muertes; son cosas tremendas y muy complejas de contar en escena”.
—¿Cómo llegaron al estreno después de varios meses de ensayo?
—Llegamos muy relajados, con más de quince días de ensayos y pasadas generales, y con más de un mes sin problemas de letra. Desde la dirección, Alejandra Ciurlanti trabajó mucho para que eso pase y no falte nada; está todo lo que tiene que estar.
—¿Cómo fue encarar un personaje que padece autismo, con la complejidad y el desafío que eso representa para cualquier actor?
—Se encaró a partir del gran desconocimiento que hay sobre el tema, más allá de que desde fines de la década del 80 hasta la fecha se conoce bastante más acerca de lo que es el autismo, y sobre todo los autistas con Síndrome de Savant, que independientemente de la problemática cognitiva, poseen una sorprendente habilidad mental para cosas específicas. De todos modos, cada caso es particular, cada persona que padece esta enfermedad, en sí misma, es un misterio: hay características que son generales, pero también otras particulares. En escena, lo encaramos no como una enfermedad o una discapacidad, sino más bien desde un estado, en el que alguien puede sentirse o habitar en algún momento de su vida. Puede entenderse como un estado de ausencia o bien, como pasa con los niños, un estado muy propio, en mundo muy privado que acontece en su “ciudadela interior”.
—¿Qué cosas de Raymond lo vuelven un personaje singular, al menos para vos?
—Raymond es un personaje de una enorme sinceridad, porque si tiene miedo grita, si algo no le gusta se empaca, del mismo modo que si algo le gusta lo hace saber. Quiero decir que es cero hipocresía: no trata de agradar, es de una rotunda verdad y es lo más lindo que tiene el personaje, porque todo el tiempo lo pone a su hermano contra un frontón, y es complicado porque no tranza, no se mete en el mundo de nadie, pero tampoco concede. Es decir: o los demás
entran en el mundo de Raymond o se quedan afuera. Es un personaje de una sinceridad tan grande que quizás cueste mucho entenderla.
—¿Cómo funciona la versión teatral frente al imaginario popular en el que lo que se recrea es la película que fue un gran éxito?
—Esta versión teatral me gusta muchísimo más que la película por el modo en el que ha sido encarada emocionalmente. Creo que los sajones tienen otra manera de mostrar sus sentimientos, de hacerlos públicos, y nosotros somos más a corazón abierto, más expresivos, somos latinos. Contamos con una escenografía de mucho despojo, donde uno tiene que actuar, hay que laburar con eso que se tiene, y trabajamos mucho y muy intensamente. De todos modos, no es un grotesco, está todo muy cuidado, casi no hay argentinismos, se buscó un poco más la universalidad en los diálogos y en el lenguaje en general. De todos modos, son personajes más contundentes que los vistos en la película.
—¿Cómo fue trabajar con Alejandra Ciurlanti, que es muy selectiva a la hora de pensar en espectáculos y en actores y que viene de dirigir a Mike Amigorena en “La noche antes de los bosques”, de Koltès?
—Ella hizo un trabajo increíble, porque su ejercicio con los actores implica meterse en sus cabezas; fueron tres meses de ensayos muy intensos, donde sí o sí tenés que formar un vínculo, que en nuestro caso es de mucho amor y de mucho respeto, porque también la obra lo necesitaba. Requería, en primer lugar, que Fabián y yo, como actores, tengamos un vínculo verdadero, y entonces no hubo mucho trabajo de mesa (lectura y análisis del texto), sino que, por el contrario, nos pusimos a trabajar sobre las emociones sabiendo que algún día nos aprenderíamos la letra. En tres meses había que quererse, admirarse y respetarse.
—¿Qué implica para vos componer un personaje que en el registro de la memoria trae al presente nada menos que a Dustin Hoffman?
—Mi trabajo estuvo muy apoyado desde la dirección; además, Alejandra es doctora en psiquiatría, entonces ella puede entender muy bien la patología del personaje. Hoy, incluso, se sabe mucho más del tema. Creo que lo que hizo en el film Dustin Hoffman está muy bien para lo que se conocía de la enfermedad en aquél momento, aunque quizás hoy no sería correcto tratar al personaje de ese modo. Hoy se sabe que son personas que pueden sentir, que se pueden conectar desde determinados lugares y, entonces, algunas cosas relacionadas con el vínculo se volvieron más emocionales. Hoy, más allá de lo que parece o lo que le pasa a Raymond, se trabajó más sobre el vínculo fraterno. Se necesita que este personaje sea así, porque en la vida uno trata de agradar todo el tiempo, pero frente a la contundencia de la individualidad de Raymond, su hermano o quien esté frente a él, no tendrá más remedio que cambiar, y dar un salto al vacío decidiendo si lo quiere o no lo quiere, pero será tal como es.
—¿Cuáles son las expectativas en relación con el estreno y las funciones en el arranque de la temporada alta porteña?
—La expectativa de la producción, seguramente, será que esto dure diez años, pero por suerte, yo estoy corrido de ese lugar, me saqué la mochila de productor al menos por un tiempo. Y lo mío fue una decisión muy consciente: lo que más me gusta es actuar y sentí que no le estaba dando el lugar que necesitaba. Escribir, actuar y producir, es mucho. Por eso es que disfruto porque es una versión hermosa, donde trabajo con los mejores del rubro, y más allá de lo que pase con esta obra, yo, por el solo hecho de ensayarla y estrenarla, ya salgo mejor persona.

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