CRÍTICA TEATRO
INSOPORTABLE
Dramaturgia y dirección: Romina Mazzadi Arro
Actúan: Ricardo Arias, Elizabet Cunsolo, Paula García Jurado y Bárbara Peters
Sala: La Manzana, San Juan 1950, viernes a las 22
Por Miguel Passarini
En Los padres terribles, de 1938, el dramaturgo francés Jean Cocteau plantea cómo un hecho extracotidiano puede poner en marcha una especie de implosión familiar que desestabiliza todo aquello que por años pareció estar en su lugar, aunque sólo se trató de una fachada. Algo de eso sucede con Insoportable (el término de un largo día), trabajo de Romina Mazzadi Arro que ha regresado a la cartelera local luego de varias temporadas y festivales, donde la directora y dramaturga se pone al frente de un envidiable seleccionado de actores rosarinos.
Así, cuando parecía que la disfuncionalidad familiar que acaparó la atención del teatro argentino de finales de la década pasada y comienzos de la presente había abandonado los escenarios, un biodrama (el primero de producción local) presenta nuevamente la problemática, aunque esta vez con una certidumbre que abandona el grotesco y el absurdo en el que se cimienta para terminar apropiándose de la tragedia como único recurso o vía de escape.
Lo que parece no tener fin, la convivencia familiar que se revela casi como una pesadilla, el costado perverso pero insoslayable de una familia que confunde los finos bordes del amor y la protección con los del odio y el abandono, son los temas sobre los que trabaja Mazzadi Arro, a partir de historias (diálogos) de su propia familia vividos (escuchados y escritos) por ella en su infancia.
Una familia tipo (madre, padre y dos hijos/as) se desmorona ante la crisis económica que detona una profunda crisis afectiva y emocional (algunos datos de vestuario indican que son los años 80, aunque nada temporal se revela en el discurso). Un padre (Ricardo Arias) que comienza a abandonar su rol para dar paso al matriarcado mientras se refugia, guitarra en mano, en la nostalgia que le habilita el tango, se funde en las sombras, mientras sus hijas se sienten fuera de juego. Solange y Clara (Elisabet Cunsolo y Bárbara Peters, respectivamente, no casualmente los nombres que Jean Genet le puso a lo personajes de Las criadas
Sin abandonar el absurdo que ha sido en estos años el gran caldo de cultivo del grupo Hijos de Roche (así lo demuestran
Si bien el teatro argentino ha sabido desde el sainete (Florencio Sánchez) y el grotesco (Armando Discépolo) de disfuncionalidades y paradojas de familia, la singularidad aparece aquí desde la estructura dramática nacida de una historia real (de personajes de existencia real, la clave del género biodrama creado por la directora porteña Vivi Tellas) más allá de algunas modificaciones surgidas de cierta ficción, a lo que se suma la muerte del padre, un hecho que la directora necesitó incluir en la puesta aunque aconteció recientemente.
En
Desde la puesta en escena, Mazzadi Arro arriesga con un dispositivo realista (mesas, sillas, cama) pero inmersos en un único espacio de inminente teatralidad, donde la luz narra en el vacío del espacio escénico tratando de dibujar un encierro en una casa sin paredes.
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