TELENTO DE EXPORTACIÓN. Andrea Fiorino habla de su presente y de la gira que realizará por México con su último unipersonal. El debut tendrá lugar en el DF, el 18 de julio, en el marco de un Festival de Teatro
Por Miguel Passarini
Hace unos años, en los primeros 90, cuando en el viejo Café de la Ópera brillaba el rutilante Extravaganza, Andrea Fiorino era una más de un grupo de artistas talentosos. Sin embargo, y más allá de que ya era conocida en el medio artístico local, inauguraba, poco tiempo después con uno de sus primeros espectáculos en solitario (El discurso, con libro de Pino Isacchi y dirección de Eduardo Bertaina), una etapa de unipersonales que serían la avanzada de un momento en el que muchos artistas locales se alinearían detrás de su talento, creatividad y generosidad, porque no hay dudas de que Fiorino abrió una puerta por la que pasaron muchos.
El jueves por la noche, y después de casi un año de no presentarse en Rosario, en cierta forma, Andrea se despidió por el momento de su público local con Para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, su último espectáculo estrenado a la fecha en Rosario (se conoció en febrero de 2008) y acaso el más personal de todos (como decía a este diario al momento de su estreno, “ahora me van a ver a mí”), dado que el domingo 18 de julio debutará en el DF de México por primera vez, donde, además, la esperan una serie de funciones a lo largo de una gira de un mes, para luego regresar a Buenos Aires donde está prácticamente instalada hace poco más de un año.
Con la honestidad que la caracteriza, y poco antes de su partida, Andrea Fiorino habló con el diario El Ciudadano de su presente artístico y de la realidad que, como a muchos de sus colegas, le toca vivir en esta ciudad: “La sensación es que si vos no te vas a Buenos Aires, en algún momento, Rosario te manda”.
—¿Compartís la idea de que “Para la cartera de la dama ...” es un espectáculo de quiebre en tu producción”?
—Sí, porque es un stand up que, a diferencia de otros espectáculos míos, obviamente no tiene personajes. Hablo de las diferencias entre hombres y mujeres, con algunas cuestiones más importantes y algunos asuntos menos trascendentes, pero en los que también tenemos diferencias. Sin embargo, no tiene nada que ver con una cuestión sexista. En todo caso, si hay que pegarle a alguien, como el género mío me lo indica, hay que pegarle a las mujeres. De todos modos, jamás me subiría a un escenario a curtir a nadie, no es algo que me interese hacer porque no lo siento así.
—De hecho, este espectáculo se corrió de cierta moda de propuestas encaradas por mujeres que le pegaban a los hombres…
—Es así, por ejemplo, yo hablo de que los hombres, en la mayoría de los casos, son más prácticos o menos retorcidos que nosotras y esto es cierto, o ¿no? (risas). Yo a veces tengo más vueltas que el Laberinto de Los Cocos, y perdón por la antigüedad (risas).
—¿Tuviste que adaptar el espectáculo para llevarlo de gira?
—La estructura de monólogos y tangos se mantiene, pero hay algunos nuevos, porque es el formato que ahora llevo de gira por México, donde debutó el domingo 18 de julio. El agregado de los tangos tiene que ver con la identificación con ese género que tienen afuera del país, sentí que de ese modo el espectáculo podía gustar más.
—¿Cómo es tu presente en Buenos Aires donde estás trabajando hace ya bastante tiempo?
—Estamos en el teatro El Cubo con un espectáculo de varieté que se llama Concha del Río Cabaret, que comenzó hace cuatro años en Anfitrión, que es otra sala muy importante del circuito off, y que fue cambiando y sumando gente. La verdad es que es un placer trabajar allá porque nos va bárbaro, formamos un equipo muy bueno, y más allá del talento, me refiero al compañerismo.
—Donde además hay otros rosarinos que están viviendo en Buenos Aires.
—Sí, está Noralih Gago que es la directora general y la anfitriona del espectáculo, y Pablo Palavecino. Pero por el espectáculo, como invitados, han pasado también otros artistas rosarinos.
—¿Cómo llegás a concretar esta gira por México?
—El viaje surge porque me invitan a un festival de teatro con impronta de cabaret, al que yo mandé material hace unos tres años, pero que finalmente se concretó ahora. Se realiza en lo que era El Hábito (sala de las artistas Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez), que ahora lo tomó otra gente, una compañía de teatro-cabaret que se llama Las Reinas Chulas, que trabajó mucho en ese lugar, al que ahora rebautizaron como El Vicio. Esta es la octava edición del festival, y participan artistas de Canadá, Cuba y Puerto Rico, entre otros países, y obviamente de México.
—¿Cómo sigue la gira después?
—Las mismas Reinas Chulas me organizaron algunas funciones más y otras me las generé yo, así que hago un breve periplo, que será una experiencia nueva para mí. Estoy contenta porque siento que será algo nuevo, renovador, muchos de mis colegas de Buenos Aires ya estuvieron en este festival, de hecho el año pasado estuvo Juan Pablo Geretto, y en 2008, Mónica Cabrera. Y la verdad es que nosotros, como actores rosarinos, no tenemos esa proyección, esa posibilidad. En Buenos Aires todo es bastante distinto, se valoran otras cosas, y la ciudad es una gran vidriera.
—¿Sentís que Rosario en un punto se vuelve expulsiva con sus artistas?
—Yo creo que tengo autoridad para hablar de esto porque hace muchos años decidí quedarme acá, más allá de que ahora esté en Buenos Aires trabajando. La verdad es que exceptuando el apoyo que brinda el público y algunos periodistas, la sensación es que si vos no te vas a Buenos Aires, en algún momento, la ciudad te manda. La sensación que yo venía teniendo últimamente es la del obstáculo permanente, la del “no poder hacer”.
—¿Creés que es una realidad que comparten artistas de otros rubros?
—Seguramente, pero nadie lo dice, porque tampoco hay muchos espacios donde poder decirlo: no hay programas en la televisión, que es el medio masivo, que se ocupe de estas problemáticas. A veces me parece que te preguntan siempre lo mismo, y la verdad es que hay cosas que tenemos que decir: siempre nos queda la sensación de que nos quieren hacer sentir eternos amateurs porque pareciera que nunca seremos profesionales para mucha gente de Rosario. Igual, a la hora de pagar impuestos, sí lo somos, entonces se hace todo muy difícil y contradictorio. Son obstáculos constantes: no tenemos medios ni producción para poder llegar masivamente a la gente, pero a la vez se nos exige como si movilizáramos masas de público. La sensación que tenía en el último tiempo es que no estaba trabajando, sino que estaba luchando. Eso me llevó a pensar que la lucha y la energía debía ponerla en un lugar en el que tuviese más sentido.
—También esa lucha que no llega a buen puerto termina generando un desgaste moral, emocional
—Obviamente. Pero más allá de esto que digo, no estoy enojada y voy a seguir trabajando en Rosario y Buenos Aires en la medida de lo posible. De todos modos, tengo ganas de intentar cambiar esta historia, seguramente con el apoyo de otra gente, de muchos de mis colegas. El único espacio que surgió como respuesta a esta problemática fue el de los bares, hace ya más de quince años. Fue algo autogestionado porque los artistas no teníamos salas donde presentarnos, pero sí un público que nos demandaba. Pero ahora siento que ese espacio también se empezó a apagar, quizás porque nunca terminó de profesionalizarse. En muchos casos, vas a los bares y seguís trabajando arriba de un tablón apoyado en cuatro cajones de cerveza.
—¿Sentís que los artistas también tienen que lidiar con gente que cree que hace varieté, un género dificilísimo, y son unos mamarrachos que han espantado al público de los bares?
—En cierta forma, los que empezamos, propiciamos que alguna gente se ponga una peluca y un vestuario cualquiera y suba a un escenario sin las herramientas necesarias como para poder hacerlo. De todos modos, de todas estas críticas, queda exenta mucha gente que nos apoya y sobre todo el público. La gente siempre nos ha demostrado que valora muchísimo lo que hacemos.
—¿Qué te espera a tu regreso a la Argentina?
—Seguir con las funciones en Buenos Aires, y hace más o menos un año que estoy trabajando con Juan Pablo (Geretto) en lo que será su nuevo espectáculo que se estrena la semana que viene (15 de julio) en el Multiteatro. En realidad, lo que hago es un trabajo de coach de actuación (entrenador), y se trata de un espectáculo nuevo que se llamará Yo amo a mi maestra normal, donde retoma su personaje de la maestra, pero es un unipersonal completamente nuevo, sólo con ese personaje.
—Como pasa con muchos de tus colegas que trabajan en el under en Buenos Aires, ¿la televisión es una posibilidad económica que tenés presente?
—En realidad, surgen cosas, pero la verdad es que yo no tengo demasiadas ganas o quizás todavía no apareció algo que me interese como para pensarlo seriamente.
Por Miguel Passarini
Hace unos años, en los primeros 90, cuando en el viejo Café de la Ópera brillaba el rutilante Extravaganza, Andrea Fiorino era una más de un grupo de artistas talentosos. Sin embargo, y más allá de que ya era conocida en el medio artístico local, inauguraba, poco tiempo después con uno de sus primeros espectáculos en solitario (El discurso, con libro de Pino Isacchi y dirección de Eduardo Bertaina), una etapa de unipersonales que serían la avanzada de un momento en el que muchos artistas locales se alinearían detrás de su talento, creatividad y generosidad, porque no hay dudas de que Fiorino abrió una puerta por la que pasaron muchos.
El jueves por la noche, y después de casi un año de no presentarse en Rosario, en cierta forma, Andrea se despidió por el momento de su público local con Para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, su último espectáculo estrenado a la fecha en Rosario (se conoció en febrero de 2008) y acaso el más personal de todos (como decía a este diario al momento de su estreno, “ahora me van a ver a mí”), dado que el domingo 18 de julio debutará en el DF de México por primera vez, donde, además, la esperan una serie de funciones a lo largo de una gira de un mes, para luego regresar a Buenos Aires donde está prácticamente instalada hace poco más de un año.
Con la honestidad que la caracteriza, y poco antes de su partida, Andrea Fiorino habló con el diario El Ciudadano de su presente artístico y de la realidad que, como a muchos de sus colegas, le toca vivir en esta ciudad: “La sensación es que si vos no te vas a Buenos Aires, en algún momento, Rosario te manda”.
—¿Compartís la idea de que “Para la cartera de la dama ...” es un espectáculo de quiebre en tu producción”?
—Sí, porque es un stand up que, a diferencia de otros espectáculos míos, obviamente no tiene personajes. Hablo de las diferencias entre hombres y mujeres, con algunas cuestiones más importantes y algunos asuntos menos trascendentes, pero en los que también tenemos diferencias. Sin embargo, no tiene nada que ver con una cuestión sexista. En todo caso, si hay que pegarle a alguien, como el género mío me lo indica, hay que pegarle a las mujeres. De todos modos, jamás me subiría a un escenario a curtir a nadie, no es algo que me interese hacer porque no lo siento así.
—De hecho, este espectáculo se corrió de cierta moda de propuestas encaradas por mujeres que le pegaban a los hombres…
—Es así, por ejemplo, yo hablo de que los hombres, en la mayoría de los casos, son más prácticos o menos retorcidos que nosotras y esto es cierto, o ¿no? (risas). Yo a veces tengo más vueltas que el Laberinto de Los Cocos, y perdón por la antigüedad (risas).
—¿Tuviste que adaptar el espectáculo para llevarlo de gira?
—La estructura de monólogos y tangos se mantiene, pero hay algunos nuevos, porque es el formato que ahora llevo de gira por México, donde debutó el domingo 18 de julio. El agregado de los tangos tiene que ver con la identificación con ese género que tienen afuera del país, sentí que de ese modo el espectáculo podía gustar más.
—¿Cómo es tu presente en Buenos Aires donde estás trabajando hace ya bastante tiempo?
—Estamos en el teatro El Cubo con un espectáculo de varieté que se llama Concha del Río Cabaret, que comenzó hace cuatro años en Anfitrión, que es otra sala muy importante del circuito off, y que fue cambiando y sumando gente. La verdad es que es un placer trabajar allá porque nos va bárbaro, formamos un equipo muy bueno, y más allá del talento, me refiero al compañerismo.
—Donde además hay otros rosarinos que están viviendo en Buenos Aires.
—Sí, está Noralih Gago que es la directora general y la anfitriona del espectáculo, y Pablo Palavecino. Pero por el espectáculo, como invitados, han pasado también otros artistas rosarinos.
—¿Cómo llegás a concretar esta gira por México?
—El viaje surge porque me invitan a un festival de teatro con impronta de cabaret, al que yo mandé material hace unos tres años, pero que finalmente se concretó ahora. Se realiza en lo que era El Hábito (sala de las artistas Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez), que ahora lo tomó otra gente, una compañía de teatro-cabaret que se llama Las Reinas Chulas, que trabajó mucho en ese lugar, al que ahora rebautizaron como El Vicio. Esta es la octava edición del festival, y participan artistas de Canadá, Cuba y Puerto Rico, entre otros países, y obviamente de México.
—¿Cómo sigue la gira después?
—Las mismas Reinas Chulas me organizaron algunas funciones más y otras me las generé yo, así que hago un breve periplo, que será una experiencia nueva para mí. Estoy contenta porque siento que será algo nuevo, renovador, muchos de mis colegas de Buenos Aires ya estuvieron en este festival, de hecho el año pasado estuvo Juan Pablo Geretto, y en 2008, Mónica Cabrera. Y la verdad es que nosotros, como actores rosarinos, no tenemos esa proyección, esa posibilidad. En Buenos Aires todo es bastante distinto, se valoran otras cosas, y la ciudad es una gran vidriera.
—¿Sentís que Rosario en un punto se vuelve expulsiva con sus artistas?
—Yo creo que tengo autoridad para hablar de esto porque hace muchos años decidí quedarme acá, más allá de que ahora esté en Buenos Aires trabajando. La verdad es que exceptuando el apoyo que brinda el público y algunos periodistas, la sensación es que si vos no te vas a Buenos Aires, en algún momento, la ciudad te manda. La sensación que yo venía teniendo últimamente es la del obstáculo permanente, la del “no poder hacer”.
—¿Creés que es una realidad que comparten artistas de otros rubros?
—Seguramente, pero nadie lo dice, porque tampoco hay muchos espacios donde poder decirlo: no hay programas en la televisión, que es el medio masivo, que se ocupe de estas problemáticas. A veces me parece que te preguntan siempre lo mismo, y la verdad es que hay cosas que tenemos que decir: siempre nos queda la sensación de que nos quieren hacer sentir eternos amateurs porque pareciera que nunca seremos profesionales para mucha gente de Rosario. Igual, a la hora de pagar impuestos, sí lo somos, entonces se hace todo muy difícil y contradictorio. Son obstáculos constantes: no tenemos medios ni producción para poder llegar masivamente a la gente, pero a la vez se nos exige como si movilizáramos masas de público. La sensación que tenía en el último tiempo es que no estaba trabajando, sino que estaba luchando. Eso me llevó a pensar que la lucha y la energía debía ponerla en un lugar en el que tuviese más sentido.
—También esa lucha que no llega a buen puerto termina generando un desgaste moral, emocional
—Obviamente. Pero más allá de esto que digo, no estoy enojada y voy a seguir trabajando en Rosario y Buenos Aires en la medida de lo posible. De todos modos, tengo ganas de intentar cambiar esta historia, seguramente con el apoyo de otra gente, de muchos de mis colegas. El único espacio que surgió como respuesta a esta problemática fue el de los bares, hace ya más de quince años. Fue algo autogestionado porque los artistas no teníamos salas donde presentarnos, pero sí un público que nos demandaba. Pero ahora siento que ese espacio también se empezó a apagar, quizás porque nunca terminó de profesionalizarse. En muchos casos, vas a los bares y seguís trabajando arriba de un tablón apoyado en cuatro cajones de cerveza.
—¿Sentís que los artistas también tienen que lidiar con gente que cree que hace varieté, un género dificilísimo, y son unos mamarrachos que han espantado al público de los bares?
—En cierta forma, los que empezamos, propiciamos que alguna gente se ponga una peluca y un vestuario cualquiera y suba a un escenario sin las herramientas necesarias como para poder hacerlo. De todos modos, de todas estas críticas, queda exenta mucha gente que nos apoya y sobre todo el público. La gente siempre nos ha demostrado que valora muchísimo lo que hacemos.
—¿Qué te espera a tu regreso a la Argentina?
—Seguir con las funciones en Buenos Aires, y hace más o menos un año que estoy trabajando con Juan Pablo (Geretto) en lo que será su nuevo espectáculo que se estrena la semana que viene (15 de julio) en el Multiteatro. En realidad, lo que hago es un trabajo de coach de actuación (entrenador), y se trata de un espectáculo nuevo que se llamará Yo amo a mi maestra normal, donde retoma su personaje de la maestra, pero es un unipersonal completamente nuevo, sólo con ese personaje.
—Como pasa con muchos de tus colegas que trabajan en el under en Buenos Aires, ¿la televisión es una posibilidad económica que tenés presente?
—En realidad, surgen cosas, pero la verdad es que yo no tengo demasiadas ganas o quizás todavía no apareció algo que me interese como para pensarlo seriamente.
Muy buena nota.Son esas entrevistas, que te dan ganas de salir corriendo y pararte arriba de un escenario y grita ¡AMO EL TEATRO; AMO LOS QUE HACEN TEATROS, AMO AL PERIODISTA QUE AMA AL TEATRO, AMO A LOS DRAMATURGOS!!!!!!!
ResponderEliminarGRACIAS