“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




martes, 30 de marzo de 2010

Acerca de la risa dolorosa

Entrevista publicada en El Ciudadano & la gente, el viernes 19 de marzo

El actor y director porteño José María Muscari habla de “Fuego entre mujeres”, la obra en la que actúan Irma Roy, Mónica Salvador y Dalma Maradona, y adelanta algunos de sus próximos proyectos.

Miguel Passarini

El dramaturgo, actor y director porteño José María Muscari logró sacarse el mote de “transgresor”, una pesada carga que siempre lo obligaba a ir por más. Ahora, en la plenitud de una carrera en la que, con poco más de 30 años y como nadie en el ambiente teatral porteño, hace realmente lo que quiere “con felicidad”, experimenta cotidianamente la alquimia de lo escénico, mezcla sus singulares gustos personales en cada uno de sus espectáculos, al tiempo que suma la televisión que vio en su niñez, ciertos mundos bizarros que lo acompañan desde que se hacía prensa a sí mismo en bicicleta pegando afiches, y su amor incondicional por los actores y el oficio teatral.

Tras el éxito comercial de En la cama, y luego de una veintena de obras estrenadas en el under desde comienzos de los años 90 hasta su desembarco en la calle Corrientes (donde aparecen Catch, Crudo, Shangay y Grasa, entre otras), Muscari está de regreso con Fuego entre mujeres, que hoy y mañana, a las 21, se presentará en el Teatro Nacional Rosario (Córdoba 1331), al tiempo que prepara el estreno de una versión de El anatomista, sobre la novela de Federico Andahazi, y su vuelta a la actuación en la versión criolla de Speed the Plow, de David Mamet, que en el país se llamará Pirañas.

Fuego entre mujeres, “la primera obra de teatro en homenaje a Sandro”, se define como una comedia emotiva, divertida y feroz que narra la historia de tres mujeres atravesadas por una catástrofe familiar. Una abuela (Irma Roy) que debe transplantarse piel de chancho para dejar de ser un esperpento humano, es agobiada por su hija alcohólica (Mónica Salvador) que no se anima a enfrentar su sexualidad, en tanto su nieta (Dalma Maradona), una joven anoréxica y bulímica, sueña con ser la bailarina Fairuz, mientras se entrega a la agresión y a las danzas árabes.

José María Muscari acompañando a sus actrices de “Fuego entre mujeres”.

José María Muscari acompañando a sus actrices de “Fuego entre mujeres”.

La obra es una especie de remake de Piel de chancho, del propio Muscari, montada hace unos años, y es, en ciernes, “un espejo distorsionado de las mujeres de nuestras familias que siempre nos rodearon”, tal como lo cuenta el propio director en esta entrevista que mantuvo con El Ciudadano.

—“Fuego entre mujeres” es una adaptación de “Piel de chancho”, una obra tuya anterior ¿Qué te llevó a volver sobre el tema?
—Aquella vez, la de Piel de chancho, fue para mí un trabajo muy complejo desde lo emocional. En esta versión, eso lo dejé más de lado, y paré la obra sobre la estética de la risa dolorosa: es humor más feroz que antes pero más “punch”; esta obra no es tan dark y eso me gusta. También en esta versión hay algo muy parejo en las tres actuaciones. Las actrices nunca antes habían estado en una obra mía. En aquel momento, Maria Aurelia Bisutti (la protagonista) era una desconocida para mi teatro, no así las actrices que la acompañaban. Ahora, esta igualdad entre las tres integrantes es muy positiva. En su momento, la obra fue muy exitosa en el circuito alternativo, y me parecía que estaba bueno probarla en el teatro comercial, con actrices que el público no asocia a mi teatro y a mi mundo, y no me equivoqué, porque cada noche el público lo agradece en el Tabarís: las aplauden de pie.

—¿Cómo se hace para contener y conjugar los egos de tres actrices de impronta fuerte y de tres generaciones tan distintas?
—Con sabiduría y mucho trabajo, pero particularmente estas actrices son muy geniales, talentosas y trabajadoras, muy dispuestas a encarar mi mundo y mi teatro. Eso allana mucho el camino y lo vuelve muy placentero. A Mónica Salvador la vi en su unipersonal (Cómo tener sexo toda tu vida con la misma persona, que mañana se verá en la misma sala, a las 23.30) y me pareció de una teatralidad potente: siempre sentí que ella le quedaría bien a mi teatro y viceversa. Irma Roy es un icono de la tevé y del teatro, ideal para el rol, a pesar de que siempre la vi actuar “de linda”, y hacer un rol de un ser tan estropeado era un gran desafío y por eso me parece genial lo que hace. Y Dalma Maradona era una gran apuesta: la vi en cine y creo que en teatro es realmente su primer trabajo tan comprometido emocional y físicamente; estoy muy contento con el resultado y el placer de lo que está haciendo y de cómo lo gestamos juntos.

—Como pasó en “Escoria”, ¿qué te aportan las actrices que si bien están en el recuerdo de la gente no están trabajando?
—Me gusta el fenómeno de reinventar un lugar desde donde fluyan. Es impensada Irma Roy haciendo Muscari y eso me encanta: lo cercanos que somos aunque en la apariencia seamos la antítesis. Es encantador trabajar con profesionales como Irma, como Gogó Rojo en Escoria, o con Norma Pons en Cash, porque las grandes actrices tienen la pasión de los jóvenes pero la experiencia y el respeto de antes. Además, adoro a la gente que se anima a más en una edad en la que han capitalizado tanta experiencia, y me gusta que el público pueda ver a sus grandes artistas reinventados, remixados y felices de experimentar.

—¿Cómo es la adaptación de “El anatomista” que se estrena el 8 de abril y qué expectativas tenés, sobre todo porque te metés con la iglesia y la sexualidad?
—La adaptación es de Luciano Casaux sobre la novela de Federico Andahazi; yo sólo soy el director y mis expectativas son muchas. Creo que este texto poetiza esas expectativas: teatro, literatura, sexo y religión. Quizás los preconceptos contra los que tanto lucho sean los que generan la idea previa, errónea, que por ser autor no dirijo textos que no son propios. El autor y el adaptador de esta novela fascinante que es El anatomista rompieron esos preconceptos y me buscaron. Yo, entre sorprendido y halagado, leí primero la adaptación y luego la novela original, y di el “sí”, muy gustoso de ser parte de este trío que intentaba llevar al teatro el famoso “best seller más polémico de la literatura argentina ”. Y acá estoy, con mi grupo de seis actores fascinantes, únicos, explosivos, personales y muy profesionales (integran el elenco Alejandro Awada, Romina Ricci, Sofía Gala Castiglione, Walter Quiroz, Antonio Grimau y Alejandra Rubio), que lejos de tenerle miedo al cuerpo que pide la obra, se lo ponen con ganas y talento. No sé muy bien qué le pasará al público con la propuesta, sí sé que mi versión escénica de El anatomista es tan personal como lo fue su adaptación, y tan singular como lo es la novela misma. Nuestro “anatomista”, el que verán en el teatro Regina cada noche, no es la novela escenificada, es simplemente lo que me pasa a mí y a los míos con esta novela; entiéndase como “míos” a la combinatoria de lujo de mi equipo arriba y abajo del escenario. Alguien me dijo como chiste: “Sólo te falta meterte con la religión”. Bueno, acá está. Que la gente sea feliz y no tenga culpa al salir del teatro, o sí. ¿Qué es mejor?, ¿quién lo sabe?, sólo Dios lo sabe.

—Leí que Andahazi está encantado con la adaptación y con tu trabajo ¿Qué grado de injerencia tuvo en el proyecto y qué condicionamientos tuviste vos tratándose de una de las novelas más vendidas de la historia de la literatura argentina?
—Su injerencia es continua, dado que me interesa su opinión: es un creador muy luminoso y respetuoso, conoce mucho su obra y me permitió entrar en ella con mucha libertad. Es la antítesis del “autor de best seller” que cuida su novela. Es muy pro con el proyecto y muy respetuoso de mi labor y mi mundo personal. Creo que es un gran equipo el formado con él y el adaptador, una condición ideal para trabajar.

—¿Cómo llegás a integrar el elenco de la versión criolla de “Speed the Plow”, de David Mamet, que se conocerá en Buenos Aires?
—Fui convocado por el director, Marcelo Cosentino, y actúo junto a Gerardo Romano y Mónica Ayos; debutamos en mayo en el Multiteatro, y la versión local se llamará Pirañas. Estoy muy contento, porque me permite mostrar un Muscari diferente: actor de un texto, y nada menos que de Mamet, además en una obra realista y bajo la dirección e ideas de otro. Creo que concentrarme en “mi actor” es muy bueno, le tengo fe, creo que puede ser realmente una gran apuesta en el teatro comercial, una obra de calidad, con humor feroz, mucha ironía y un tema universal como es el mundo del espectáculo, el poder del amor y la conveniencia.

—También preparás el estreno de “Feizbuk”, donde te metés con el tema de las redes sociales.
—Sí, será un megaespectáculo conceptual compuesto por siete elencos temáticos integrados por siete actores cada uno y llevados a escena en siete días diferentes. La misma obra, vista desde siete perspectivas totalmente diferentes, siete maneras de hacer lo mismo, pero con todo muy cambiado. El material está basado en el seguimiento de siete personas que por azar son tomadas del facebook y es una producción de la Ciudad Cultural Konex. Estoy en la etapa de investigación, con quince actores cada sábado. En abril haré un casting, y en mayo y junio ensayaré con los siete elencos paralelamente, para debutar a mediados de julio.

—¿Cómo se vive desde la humildad que tenés el hecho de que, hoy, muchos actores de trayectoria y reconocimiento, quieran trabajar con vos porque consideran imperdible la experiencia?
—Con mucha felicidad; considero que soy un privilegiado por vivir de lo que me gusta y por ser feliz con eso. Al mismo tiempo no me creo nada, creo que todo es pasajero, que uno construye su realidad día a día, por eso mis pensamientos diarios están en http://www.mundomuscari.blogspot.com/ para que todos puedan conocerlos.

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