TEATRO CON OBJETOS.La titiritera Laura Zamboni habla de “Tic Tac show”, su
nuevo espectáculo, con dirección de Alejandra Gómez, que se presenta esta noche, a las 22.30, en el
resto-teatro Baraka, en el corazón del barrio de Pichincha
Laura Zamboni y su "Tic Tac Show", un espectáculo de títeres para adultos. |
Apenas comenzando el siglo XXI, una propuesta teatral del
por entonces novel grupo Caray Carapé, conmovía y deslumbraba al público local.
Se trataba de Morocco Club, un espectáculo de teatro con objetos que se
convirtió en bisagra en la historia de esa estética en la ciudad. De aquél
grupo, disuelto en 2008, participaba la actriz y titiritera Laura Zamboni,
quien sumando aquella valiosa experiencia, su paso por la Escuela Provincial de Teatro y
Títeres, sus años de recorrido por Europa y su vasto desempeño como docente de
teatro, concretó, de la mano de la experimentada actriz, dramaturga y directora
Alejandra Gómez, Tic Tac Show, que se presenta en el verano, los sábados,
a las 22.30, en el resto-teatro Baraka (Callao 120 bis), y cuyo staff
completan, entre otros, el vestuario de Berenice Canet y la música de Esteban
Sesso.
Tic Tac Show es un espectáculo de títeres para
adultos, por el que desfilan distintos personajes con características
particulares. “Este show se basa en lo diferente, de algún modo, lo penamos
como un homenaje a las diferencias, y no
por lo que nos destaca sobre los demás, sino por lo que nos aísla del resto”,
sostiene su creadora.
“Se llama Tic Tac Show porque es un espectáculo
en el que hablamos del tiempo; en realidad, de otro tiempo que se va manejando
porque son personajes que están un poco fuera de este tiempo, escondidos en un
lugar, y nos gustaba mucho esa idea de la comparación de un tiempo cronológico
por todos aceptado, y cosas que tienen o llevan otros tiempos”, expresó Zamboni
a El Ciudadano, quien desde otro punto de vista, analizó algunas de las
devoluciones recibidas que ven en uno de los personajes el ojo de Gran Hermano
imaginado por George Orwell en la mítica novela 1984. “En realidad, el
personaje es un cíclope, pero mucha gente ve en él el ojo de Gran Hermano que
todo lo mira. Hay una analogía con ese universo porque en realidad son todos
personajes fenómenos, algo «frikis», están encerrados en un sótano como pasaba
antes con este tipo de personajes que la sociedad no podía «catalogar» y
entonces los escondía. De allí la idea de ese otro tiempo: están aislados del
mundo cotidiano, aunque en realidad, son ellos los que terminan mirándonos a
nosotros”, expresó Zamboni, quien completó: “Hay algo de voyeurs, porque en
definitiva, somos todo el resto los que de algún modo espiamos a estos
personajes, algo que en la televisión actual se da mucho; hay concursos de
gordos que adelgazan, una enana nadando o bailando por un sueño y todo eso es
un gran show”.
Respecto de aquellos personajes que integran esta
singular galería de “ocultos”, la titiritera remarcó: “Hay una Siamesa, de
algún modo necesité «pegarme» al cuerpo este personaje para que la gente vaya
al teatro quizás a encontrar aquello que busca tanto en la televisión; así los
convoco a que vengan a Baraka, porque yo también soy rara (risas)”.
En relación con aquellos supuestos parámetros que
acreditan “normalidad” y que para muchos aún están vigentes, Zamboni dijo:
“Para mucha gente hay un común denominador, algo que establece qué es normal y
qué no; por suerte eso está cambiando. En lo personal, hace de los 15 años que
trabajo con discapacidad; en este momento soy docente de teatro en una escuela
especial y trabajado mucho la problemática; siempre fue un tema que me interesó
indagar e incorporar al teatro, por esas preguntas que la gente especial hace
permanentemente a los supuestos «normales» que tienen que ver con esas
supuestas diferencias que nos separan a unos de otros”.
En relación con el devenir de la propuesta, Zamboni
recorrió el origen de los personajes hasta llegar al trabajo conjunto con
Alejandra Gómez. “Como pasa siempre, fueron apareciendo; el primero fue la
Siamesa, el puntapié de todo el espectáculo, después vinieron el Cíclope, el
Hombre Perro, y también, entre otros, hay un personaje que se revela como La
Muerte. Una vez que estaba ese material, arrancó el trabajo con Ale, que tiene
esa enorme capacidad para tomar aguja e hijo y «coser» con sentido dramatúrgico
lo que esos personajes están contando, manteniendo un sentido, una coherencia.
Y la presencia de Ale sirvió, también, para que aparezca el humor, porque en
realidad estamos investigando sobre temáticas un poco trágicas; son cuestiones
de deformidades físicas que muchas veces son tratadas con crueldad, impresión,
oscuridad. Entonces, el humor y el show fueron aquí determinantes para abordar
un lenguaje y una estética que uniera todo”.
Promediando la charla, la actriz y titiritera, que aquí
arriesga un poco más en el sentido de que su presencia escénica escapa al
tradicional fondo y vestuario negros para tener una participación más activa,
comparó la estética de Tic Tac Show con la de Caray Carapé: “En un
punto, es parecida, porque cuidamos mucho la armonía, el detalle; incluso desde
el vestuario de los personajes, que es un trabajo de Berenice Canet, que es
titiritera y entiende la lógica de cada personaje para después poder vestirlo;
sabe de texturas, colores y sobre todo, de lo que implica la manipulación de un
objeto en escena. Y en particular, con las Siamesas, porque ahí también estoy
yo en primer plano: una es Tic, la otra es Tac, y tenemos un diálogo que me
obliga a interrelacióname cada vez más con los objetos”.
Respecto de la vitalidad de los objetos o muñecos en
escena, la actriz y titiritera completó: “Es algo que en algún momento se te
escapa y pasa a ser terreno del objeto; empezás a animarlo y de repente te
quedás afuera. Por momentos, uno tiene la sensación de que es el mismo muñeco
el que te va mostrando el camino”.