“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




viernes, 31 de agosto de 2012

Personajes alienados, “escapados de la jaula”

Silvina Santandrea y Juan Mangiarelli, tal como se los ve en “Atrápame”.
CONCERT. En “Atrápame", Silvina Santandrea y Juan Mangiarelli actúan bajo la dirección de Ofelia Castillo. El espectáculo se presenta todos los sábados, a partir de las 22, en Miento Bar, de Sarmiento al 300

 

Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del sábado 25 de agosto de 2012)
Apelando a una forma de humor que remite a la impronta del viejo café concert aunque con la inmediatez y la dinámica que exigen los tiempos que corren, los actores Silvina Santandrea y Juanjo Mangiarelli, bajo la dirección de Ofelia Castillo, presentan los sábados, a las 22, en Miento Bar (Sarmiento 384), el espectáculo de humor Atrápame, estrenado la semana pasada.
“La fauna urbana, lejos de extinguirse, parece reproducirse; juego de espejos entre realidad doméstica y doméstico salvajismo”, adelanta el parte de prensa de esta propuesta en la que Santandrea y Mangiarelli dan vida a una particular galería de personajes.
“El mensaje que encierra el título remite a esa película que se llamó Atrápame si puedes, y se refiere, en cierta forma, a la caza de animales, aunque aquí está relacionado con la fauna urbana”, adelantó la actriz Ofelia Castillo, ahora en su rol de directora.
“De algún modo, en estos tiempos, hay un momento que nosotros, los seres humanos, en el marco de la sociedad de consumo en la que nos toca vivir, nos convertimos en animales. Por un lado aparece eso, pero también estamos hablando de aquellas personas que, como los animales, terminan siendo domesticados y cosificados”, agregó la actriz Silvina Santandrea.
En el contexto de Atrápame aparece Pablito, un artista plástico perdido en el goce de lo onírico, que trata de exprimir el arte y la belleza oculta del mundo hasta en el objeto más inhóspito, del mismo modo que una animadora infantil, superficial, hipócrita y racista que detesta a los niños.
“Es un personaje que odia a los niños de verdad, y que nos recibe en su decadente y grotesco programa de televisión Papi, papi comprame... En realidad, subestima a los niños, no los puede ni ver, y tiene este programa porque se lo produce un «amigo auspiciante» con el que se enfrenta por la supuesta incapacidad de esos niños para integrarse a su propuesta”, adelantó Santandrea.
Por otra parte, también aparece Rolando, taxista de raza al que le pasa de todo o le pasó, y tiene mil y una aventuras que contar con su ácida e irrefutable visión del mundo, la vida y las personas. Del mismo modo, Santandrea da vida a una frívola relacionista pública que muestra el cartón pintado de las relaciones públicas, banal y farandulera, con toda la simpatía y la falsedad que caracteriza al mundo moderno.
Respecto de cómo es dirigir a dos talentosos actores locales, grandes observadores de la realidad que dan vida a personajes que surgen de su propia “dramaturgia”, Castillo detalló finalmente: “Se trata de dos actores con mucho oficio, y por esto no es complejo dirigirlos; pero además yo también soy actriz, conozco estos lenguajes donde el talento y el oficio tienen que estar por partes iguales. Hay gente muy talentosa que no podría trabajar en un bar, porque el actor de bar o de concert debe estar atento y permeable a lo que pasa en la platea y capitalizarlo”, a lo que Santandrea agregó: “Es una delgada línea, y allí es donde prevalece el oficio, porque traspasarla puede ser muy placentero pero, al mismo tiempo, bastante peligroso para el actor, porque se transgrede una norma fundamental del teatro más convencional donde los espacios de unos y de otros están muy delimitados”.

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