EN PANTALLA. El actor, guionista y director Javier Van de Couter habla de “Mia”, película estrenada la semana pasada en Rosario, que cuenta con las actuaciones de Camila Sosa Villada, Rodrigo de la Serna y Maite Lanata. El film se proyectará también mañana, a partir de las 20.30, en el cine El Cairo
Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del miércoles 21 de deiciembre de 2011)
Una historia que debía ser contada: la de Ale, una travesti cartonera que un día encuentra un diario que resignifica su vida, su existencia. La extraordinaria actriz cordobesa Camila Sosa Villada, una travesti que conmovió a cada espectador que vio en los últimos años el maravilloso espectáculo teatral (enmarcado en el formato biodrama) Carnestolendas: retrato escénico de un travesti, donde cruzó a todas las mujeres “yermas” de Lorca (Bernarda Alba, Doña Rosita, entre otras) con su propia condición, realidad e historia, es la protagonista de Mia, ópera prima del actor, guionista, productor y director de cine Javier Van de Couter que el jueves pasado se conoció en los Cines del Centro, donde sigue en cartel, y que mañana, a las 20.30, se podrá ver también en el Cine Público El Cairo (Santa fe 1120).
La película relata una historia dura, singular, marcada por la doble marginalidad (pobreza y discriminación) que muchos gays y travestis vivieron en los años 90. Mia aborda el derecho a la felicidad y a poder formar parte de la comunidad, de quienes han elegido una forma diferente de la “moralmente aceptada”, y permite repasar el tema de la discriminación, la intolerancia, la marginación y la exclusión social, pero también el de la infinita capacidad de amor que, en ciernes, tienen todos los seres humanos.
En su ópera prima, acompañan a Van de Couter, además de la actriz cordobesa, el talentoso Rodrigo de la Serna y la niña Maite Lanata, quien en la presente temporada acaparó la atención de la opinión pública por su rol en El elegido, donde encarnó con singular maestría a una niña autista.
A orillas del río se ha creado la Aldea Rosa, un asentamiento habitado únicamente por travestis y homosexuales. Ale (Camila Sosa Villada) es una de las chicas trans que vive allí. Ella trabaja como cartonera, y en su recorrida diaria encuentra en la calle el diario íntimo de Mia, una joven que ha muerto dejando solos a su marido Manuel (Rodrigo de la Serna) y a su pequeña hija Julia (Maite Lanata). La empatía que siente Ale con Mia al leer el contenido del diario, y el deseo de ocupar su lugar, la llevan a descubrir su verdadera naturaleza.
Mia nació con buena estrella dado que su guión fue premiado en el 30º Festival Internacional de Cine de La Habana, en diciembre de 2008, y seleccionado para participar en el 15º laboratorio de escritura de guiones cinematográficos de Oaxaca (México).
Por su parte la película, que por estos días comienza a pergeñar su estrategia en otros territorios, fue elegida en la sección Descubrimientos Internacionales del 60º Internacional Filmfestival Mannheim–Heiderlberg 2011 (Alemania).
“Fue una gran alegría el hecho de verla a Camila en el teatro y encontrar así a la protagonista de mi película que tanto había buscado. El hecho de verla en Carnestolendas me sirvió para entender que era ella quien debía hacer el personaje; pero además, creo que tuvo que ver con el hecho de que ver esa obra, no es ver una obra más, es una experiencia singular, porque me encontré no sólo con una actriz sino con una artista que entendió mi proyecto y lo hizo propio”, contó a El Ciudadano Van de Couter, quien a los 18 años, en 1994, emigró de su localidad natal (Carmen de Patagones, en Río Negro) a Buenos Aires con el deseo de ser actor.
“Es mi primer largometraje y también la primera película de Camila, que antes sólo había hecho un documental. Su mirada es aquí la mirada protagónica, y ella asumió un compromiso muy fuerte con este personaje: viajó a Buenos Aires dos meses antes de comenzar con el rodaje, se instaló, y se quedó hasta el final. Eso nos permitió ensayar, buscar los lugares del personaje. Tuvimos ensayos con Maite y con Rodrigo, pero sobre todo, tuvimos ensayos con el texto, porque el del film es un texto preestablecido con mínimas improvisaciones que aparecieron para darle verdad a lo que estábamos contando, para llegar a ese tipo de realismo al que queríamos llegar”, relató el director, quien en cine, como actor, participó de films como Un año sin amor y Tres deseos, entre otros.
“En el sentido de tener presente el ensayo y la búsqueda, tanto Camila como yo venimos del teatro, y entonces manejamos un lenguaje parecido. Eso ayudó mucho: su capacidad para entender lo que le pasaba a su personaje hizo que fuera un placer dirigirla, del mismo modo que a Rodrigo, que a la noche siguiente de mostrarle el guión, aceptó hacer el personaje sin imponer ninguna condición. Pero volviendo a Camila, hice un casting muy grande, por el que pasaron chicas de todo el país. Lo que buscaba era una chica trans que diera con el «fisic du rol» de Ale pero también alguien que pudiese entender y vivir la sensibilidad de ese personaje y las cosas que le pasan, que además es un proceso muy distinto al que vive el personaje de Carnestolendas”, relató el director acerca de la actriz que además en teatro protagoniza por estos días Llórame un río, un espectáculo que bucea en evocaciones dramáticas de las emblemáticas cantantes Billie Holiday y Tita Merello.
“Mia parte de un hecho real: una aldea, un asentamiento que existió en Buenos Aires hasta 1998 (estaba en el barrio de Núñez), habitado únicamente por chicas travestis y gays, que de algún modo se habían recluido y conformado un espacio y una red solidaria entre ellos para vivir y para subsistir, porque en ese momento eran doblemente marginales, no solamente por su condición o elección sexual o de género, sino también por ser muy pobres. Ése es el punto de partida de la película, más allá de que esa instancia ocupa sólo un espacio en el relato, porque después, la película relata otra historia, la de Ale, una chica trans cartonera, que es el personaje que interpreta Camila, quien un día, cartoneando, se encuentra con el diario íntimo de Mia, una mujer que ha muerto. Es así como ella empieza a aprender a leer con ese diario, al tiempo que descubre que ese diario es un legado para la hija de esa mujer, que es una nena, y entonces intenta devolvérselo. Y es así como el film ensaya el derrotero de este personaje para tratar de conectarse con esa nena y de algún modo entregarle lo que su madre le ha dejado escrito, con todo lo que eso implica, sumando en el devenir al personaje de un padre embrutecido por el dolor y atravesado por la muerte de su mujer, que es el personaje que interpreta Rodrigo. A partir de allí, la película despliega el vínculo que se arma entre ellos tres”, completó el director acerca de la trama del film.
Respecto de la temática de la película, y buscando correrse del muchas veces incómodo rótulo de “film de género”, el director explicó que Mia “es una película abierta”: “No es una película hermética, y si bien aborda un tema que está relacionado con un debate social que es la Ley de Identidad de Género, y que por lo mismo nos propone una reflexión, es al mismo tiempo, una película abierta hacia otras cuestiones. No sé si la palabra que la define es «amable», pero sí es, desde el género, un film que tiene elementos del melodrama, con sus lugares típicos, que hacen que la historia le llegue al público a partir de la emoción y no desde un lugar agresivo”.
Finalmente, y con relación al momento de apertura respecto de la temática que vive el país, dado que se revela como impensado un film de estas características hace diez o quince años atrás, Van de Couter expresó: “Tengo esa misma sensación, la de pensar que el film terminó concretándose en un momento donde estas problemáticas, por suerte, se pueden hablar libremente, porque ha habido un cambio de conciencia en la gente. De todos modos, yo arranqué con la idea de esta película hace muchos años sin imaginar que iba a estrenarse en éste, en un momento tan particular, con la media sanción de la Ley de Identidad de Género. Creo, en ese sentido, que lo que pasa ayudó para que mucha gente apoyara la película, del mismo modo que es muy saludable acompañar estos momentos de cambio a través del arte. De hecho, si me interesa una militancia es a través del arte, que es desde donde me siento comprometido y cómodo, y con la necesidad de decir algo”.
Una historia que debía ser contada: la de Ale, una travesti cartonera que un día encuentra un diario que resignifica su vida, su existencia. La extraordinaria actriz cordobesa Camila Sosa Villada, una travesti que conmovió a cada espectador que vio en los últimos años el maravilloso espectáculo teatral (enmarcado en el formato biodrama) Carnestolendas: retrato escénico de un travesti, donde cruzó a todas las mujeres “yermas” de Lorca (Bernarda Alba, Doña Rosita, entre otras) con su propia condición, realidad e historia, es la protagonista de Mia, ópera prima del actor, guionista, productor y director de cine Javier Van de Couter que el jueves pasado se conoció en los Cines del Centro, donde sigue en cartel, y que mañana, a las 20.30, se podrá ver también en el Cine Público El Cairo (Santa fe 1120).
La película relata una historia dura, singular, marcada por la doble marginalidad (pobreza y discriminación) que muchos gays y travestis vivieron en los años 90. Mia aborda el derecho a la felicidad y a poder formar parte de la comunidad, de quienes han elegido una forma diferente de la “moralmente aceptada”, y permite repasar el tema de la discriminación, la intolerancia, la marginación y la exclusión social, pero también el de la infinita capacidad de amor que, en ciernes, tienen todos los seres humanos.
En su ópera prima, acompañan a Van de Couter, además de la actriz cordobesa, el talentoso Rodrigo de la Serna y la niña Maite Lanata, quien en la presente temporada acaparó la atención de la opinión pública por su rol en El elegido, donde encarnó con singular maestría a una niña autista.
A orillas del río se ha creado la Aldea Rosa, un asentamiento habitado únicamente por travestis y homosexuales. Ale (Camila Sosa Villada) es una de las chicas trans que vive allí. Ella trabaja como cartonera, y en su recorrida diaria encuentra en la calle el diario íntimo de Mia, una joven que ha muerto dejando solos a su marido Manuel (Rodrigo de la Serna) y a su pequeña hija Julia (Maite Lanata). La empatía que siente Ale con Mia al leer el contenido del diario, y el deseo de ocupar su lugar, la llevan a descubrir su verdadera naturaleza.
Mia nació con buena estrella dado que su guión fue premiado en el 30º Festival Internacional de Cine de La Habana, en diciembre de 2008, y seleccionado para participar en el 15º laboratorio de escritura de guiones cinematográficos de Oaxaca (México).
Por su parte la película, que por estos días comienza a pergeñar su estrategia en otros territorios, fue elegida en la sección Descubrimientos Internacionales del 60º Internacional Filmfestival Mannheim–Heiderlberg 2011 (Alemania).
“Fue una gran alegría el hecho de verla a Camila en el teatro y encontrar así a la protagonista de mi película que tanto había buscado. El hecho de verla en Carnestolendas me sirvió para entender que era ella quien debía hacer el personaje; pero además, creo que tuvo que ver con el hecho de que ver esa obra, no es ver una obra más, es una experiencia singular, porque me encontré no sólo con una actriz sino con una artista que entendió mi proyecto y lo hizo propio”, contó a El Ciudadano Van de Couter, quien a los 18 años, en 1994, emigró de su localidad natal (Carmen de Patagones, en Río Negro) a Buenos Aires con el deseo de ser actor.
“Es mi primer largometraje y también la primera película de Camila, que antes sólo había hecho un documental. Su mirada es aquí la mirada protagónica, y ella asumió un compromiso muy fuerte con este personaje: viajó a Buenos Aires dos meses antes de comenzar con el rodaje, se instaló, y se quedó hasta el final. Eso nos permitió ensayar, buscar los lugares del personaje. Tuvimos ensayos con Maite y con Rodrigo, pero sobre todo, tuvimos ensayos con el texto, porque el del film es un texto preestablecido con mínimas improvisaciones que aparecieron para darle verdad a lo que estábamos contando, para llegar a ese tipo de realismo al que queríamos llegar”, relató el director, quien en cine, como actor, participó de films como Un año sin amor y Tres deseos, entre otros.
“En el sentido de tener presente el ensayo y la búsqueda, tanto Camila como yo venimos del teatro, y entonces manejamos un lenguaje parecido. Eso ayudó mucho: su capacidad para entender lo que le pasaba a su personaje hizo que fuera un placer dirigirla, del mismo modo que a Rodrigo, que a la noche siguiente de mostrarle el guión, aceptó hacer el personaje sin imponer ninguna condición. Pero volviendo a Camila, hice un casting muy grande, por el que pasaron chicas de todo el país. Lo que buscaba era una chica trans que diera con el «fisic du rol» de Ale pero también alguien que pudiese entender y vivir la sensibilidad de ese personaje y las cosas que le pasan, que además es un proceso muy distinto al que vive el personaje de Carnestolendas”, relató el director acerca de la actriz que además en teatro protagoniza por estos días Llórame un río, un espectáculo que bucea en evocaciones dramáticas de las emblemáticas cantantes Billie Holiday y Tita Merello.
“Mia parte de un hecho real: una aldea, un asentamiento que existió en Buenos Aires hasta 1998 (estaba en el barrio de Núñez), habitado únicamente por chicas travestis y gays, que de algún modo se habían recluido y conformado un espacio y una red solidaria entre ellos para vivir y para subsistir, porque en ese momento eran doblemente marginales, no solamente por su condición o elección sexual o de género, sino también por ser muy pobres. Ése es el punto de partida de la película, más allá de que esa instancia ocupa sólo un espacio en el relato, porque después, la película relata otra historia, la de Ale, una chica trans cartonera, que es el personaje que interpreta Camila, quien un día, cartoneando, se encuentra con el diario íntimo de Mia, una mujer que ha muerto. Es así como ella empieza a aprender a leer con ese diario, al tiempo que descubre que ese diario es un legado para la hija de esa mujer, que es una nena, y entonces intenta devolvérselo. Y es así como el film ensaya el derrotero de este personaje para tratar de conectarse con esa nena y de algún modo entregarle lo que su madre le ha dejado escrito, con todo lo que eso implica, sumando en el devenir al personaje de un padre embrutecido por el dolor y atravesado por la muerte de su mujer, que es el personaje que interpreta Rodrigo. A partir de allí, la película despliega el vínculo que se arma entre ellos tres”, completó el director acerca de la trama del film.
Respecto de la temática de la película, y buscando correrse del muchas veces incómodo rótulo de “film de género”, el director explicó que Mia “es una película abierta”: “No es una película hermética, y si bien aborda un tema que está relacionado con un debate social que es la Ley de Identidad de Género, y que por lo mismo nos propone una reflexión, es al mismo tiempo, una película abierta hacia otras cuestiones. No sé si la palabra que la define es «amable», pero sí es, desde el género, un film que tiene elementos del melodrama, con sus lugares típicos, que hacen que la historia le llegue al público a partir de la emoción y no desde un lugar agresivo”.
Finalmente, y con relación al momento de apertura respecto de la temática que vive el país, dado que se revela como impensado un film de estas características hace diez o quince años atrás, Van de Couter expresó: “Tengo esa misma sensación, la de pensar que el film terminó concretándose en un momento donde estas problemáticas, por suerte, se pueden hablar libremente, porque ha habido un cambio de conciencia en la gente. De todos modos, yo arranqué con la idea de esta película hace muchos años sin imaginar que iba a estrenarse en éste, en un momento tan particular, con la media sanción de la Ley de Identidad de Género. Creo, en ese sentido, que lo que pasa ayudó para que mucha gente apoyara la película, del mismo modo que es muy saludable acompañar estos momentos de cambio a través del arte. De hecho, si me interesa una militancia es a través del arte, que es desde donde me siento comprometido y cómodo, y con la necesidad de decir algo”.