“Para nosotros, los del teatro, es importante regresar a Shakespeare por un momento. Después, volver a hacer nuestras propias cosas dándonos cuenta de que nada de lo que podamos hacer podrá llegar a ser tan bueno. Este sentido de la perspectiva no es desalentador, es una inspiración”.



Peter Brook




miércoles, 11 de julio de 2012

Historia agridulce sobre los vínculos






CRÍTICA TEATRO
Con “ Vuelve” , Paula y María Marull elaboran un atractivo melodrama

VUELVE
Dramaturgia y dirección: Paula
Marull
Actúan: María Marull, Juan
Grandinetti, Melisa Freund,
Federico Buso, Flor Braier
Sala: Arteón, Sarmiento 778, lunes
9 de julio


Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del miércoles 11 de julio de 2012) 
Las migraciones internas, las cuestiones no dichas, las que engendran sueños incumplidos relegados por carencias afectivas, económicas, vinculares de toda índole. Una ciudad frente al campo que se eterniza, la metáfora de lo que nace “torcido”, el deseo de ser escuchado al menos una vez, aunque cuando llegue el momento no sea tanto ni tan importante lo que se tenga para decir.
Con algo de este material metido dentro de una especie de comedia costumbrista que coquetea con el melodrama, aunque abrevando en la consistencia y profundidad de algunos personajes entrañables, Vuelve, con dramaturgia y dirección de Paula Marull, pasó el lunes por la sala Arteón, en una única función en Rosario (al menos por el momento), ya que la obra se encuentra en cartel en la sala porteña El Kafka.
Las mellizas rosarinas Paula y María Marull, radicadas desde hace años en Buenos Aires, parecen haber hecho el salto inverso al de la mayoría. Tras una incursión televisiva que tuvo sus frutos, y luego de formase con maestros como Raúl Serrano, Mauricio Kartun, Julio Chávez y Javier Daulte, el teatro se revela como el lugar elegido por ambas, donde, entre otros espacios, compartieron el elenco del ingenioso Vestuario de mujeres gestado por el referido Daulte en 2010, en formato díptico.
Partiendo de la potente idea dramática que sostiene que “uno no es lo que recuerda, sino lo que pudo olvidar”, Vuelve se sustenta en una historia pequeña que se vuelve grande por la fábula que termina desarrollando.
Un hermano poco más que adolescente recala en el departamento de su hermana en Buenos Aires buscando un “nuevo horizonte”; vaya paradoja en una ciudad donde no se lo suele ver. Viene “del interior del interior”, de Chañar Ladeado, localidad de la provincia de Santa Fe que hace alusión a un árbol que crece torcido; segunda paradoja si se piensa que en la vida de esos hermanos hay un destino (o algo señalado como herencia) que está torcido y debe “enderezarse”.
Lo fortuito lleva a estos hermanos a enfrentarse con algo desconocido: un afuera que los amedrenta en su interés por alcanzar un estándar citadino que no tienen. Los personajes que vienen del afuera, una “amiga” y un especie de manager con pocos escrúpulos, serán el detonante de una pequeña gran tragedia que tiene solución y que, al mismo tiempo, vuelve a dar sentido al vínculo entre los hermanos y valor a aquello que parecía no tenerlo.
Por si fuera poco, un personaje de transición entre ambos universos, la hija del portero del edificio en el que habitan y paseadora de perros, que entabla una relación particular con el inocente hermano en cuestión, completa el cuadro de situación.
Vuelve juega con una historia agridulce, condimentada con buenos trabajos actorales, donde sobresalen por su frescura y naturalidad los hermanos (María Marull y Juan Grandinetti) y la paseadora de perros (Flor Braier). Es, además, una muy buena oportunidad para encontrarse con una dramaturgia despojada de los vicios en los que suele incurrir el teatro porteño: extrañamente, Vuelve es un trabajo cuidado, que posibilita la siempre compleja lectura por capas. Quien quiera quedarse con los ribetes propios de la comedia costumbrista, podrá hacerlo. Quien desee ir más allá, se encontrará con un pequeño ensayo acerca de los efectos de los vínculos, el desarraigo, la pérdida, de cómo la ciudad fagocita cierta inocencia pueblerina que define a los hermanos, y de cómo el hecho de crecer puede volverse algo doloroso pero inevitable.

sábado, 7 de julio de 2012

“Disparos al aire”, con particular sentido poético



 






ESTRENO TEATRO. El cordobés Paco Giménez habla de “Charada”, obra gestada en Buenos Aires que llega a la ciudad para presentarse desde esta noche, todos los sábados de julio, a las 22, en la sala El Rayo de Salta 2991

Por Miguel Passarini (Publicado en El Ciudadano & la gente, en su edición en papel del viernes 6 de julio de 2012)
La lógica de un teatro gestado desde el espacio escénico, desde el compromiso con la acción y la palabra que construyen una poética por momentos surrealista, y que singulariza un modo de entender el fenómeno teatral, marcan los procesos creativos del actor, director y docente cordobés Paco Giménez, director de La Cochera de Córdoba, que desembarca en Rosario al frente de Charada, obra teatral gestada en Buenos Aires con actores porteños, platenses, cordobeses y rosarinos, que esta noche (y los restantes sábados del mes) se presentará, a las 22, en El Rayo (Salta 2991), y que cuenta con las actuaciones de Verónica Allocati, Susana Behrend, Hernán Crida, Alicia Durán, Cora Elía, Andrés Flichman, Sonia Mykietyn, Pablo Ruiz Díaz, Julián Sanzeri y Pablo Sierra.
Haciendo carne la idea de Roland Barthes que sostiene que “la teatralidad es el teatro menos el texto”, la propuesta de Giménez surgió de las improvisaciones con los actores. El título de la obra responde al carácter lúdico de una adivinanza. Charada: pasatiempo que consistía, al principio, en un acertijo que se publicaba en diarios. Más tarde, se convirtió en un juego de salón en la forma de «charadas animadas», en donde una o más personas, mediante gestos, ademanes o actitudes, suministran la información necesaria.
En este caso, los actores también hablan, pero de manera alusiva, remitiéndose a “realidades inefables”. Son actores que buscan “su teatralidad”, pero no desde la obra, ni desde los personajes, sí desde la voluntad de acción original.
“Todos estos artistas, en algún momento, se cruzaron con el teatro, ya sea como docentes, actores, bailarines, psicoanalistas o titiriteros, entre otros rubros; es decir: no es gente que se ha formado conmigo sino que cada uno ya venía con su trayectoria y sus recursos. En realidad, esto arrancó porque ellos quisieron trabajar conmigo; generalmente es lo que pasa conmigo porque a los actores les promuevo el apetito de querer probar cómo es hacer un espectáculo con lo que se entrena”, detalló Paco Giménez a El Ciudadano.
Respecto de por qué el trabajo íntimo del actor sirve de disparador para sus montajes (“un hecho privado que se vuelve público”, sostiene), el director se explayó: “Creo que tiene que ver con que muchas veces no tenemos ningún tema en particular alrededor del cual trabajar, sobre todo cuando uno no conoce al grupo de actores; ellos tampoco sabían detrás de qué tema subyacente estaban, y entonces se trabajó sobre una serie de disparos al aire; es decir: cada uno trabajó sobre lo que quería y yo, metido allí, empecé a sugerir, a amalgamar materiales, y a proponer otros para juntar, para cerrar temas. Finalmente, agregué los versos de Walt Whitman y de este modo se terminó de conformar una especie de alma colectiva que vive en una gran metrópolis como Buenos Aires, y piensa, siente y dice de una manera común y al mismo tiempo, particular”.
“Aquí los actores –continuó el director–, si bien se manifiestan en escena, se trata de un trabajo coreografiado, diseñado, y no porque bailen; pero no existe cierta anarquía de algunos de mis otros trabajos. De todos modos, alguna vez leí que el teatro debía liberarse un poco de la «tiranía» de los autores. El actor debe valerse de sus recursos, de sus procedimientos, crear con lo propio. Creo que en mi caso tiene que ver con que no he recibido la cultura teatral a través de mis estudios universitarios. Cursé en una época en la que era más importante la lucha de clases que la cultura del teatro, y aprendí a inventar bastante con los recursos propios y a crear con ese material que le aparece a la gente de teatro por el simple hecho de estar a merced del teatro. En ese territorio, aparecen algunas revelaciones de índole existencial, de orden estético o de gusto. Así surgieron siempre mis espectáculos, que en algunos casos han estado más cerca del público como si emulara conflictos de la realidad, aunque siempre he estado bastante alejado de esa reproducción de la realidad”.
Finalmente, en relación con el humor y la ironía, variables que atraviesan su obra, el director explicó: “Siento que con mi trabajo caigo en la solemnidad y descubro dramas, pero no de un modo dramático; siempre estoy viendo eso que produce risa, diversión, alegría, y ése es el clima con el que enfrento cualquier intento de construcción de un espectáculo”.